Ataques de hambre en momentos de crisis: causas, edades y contextos de mayor impacto
Descubre por qué ocurren ataques de hambre durante etapas de crisis, cómo afectan según la edad y el género, y en qué contextos se intensifican. Información útil para entender este fenómeno desde una mirada integral.
¿Qué son los ataques de hambre?
Los ataques de hambre son episodios repentinos de deseo intenso por comer, muchas veces asociados a situaciones emocionales o contextos de alta tensión. A diferencia del hambre fisiológica, estos episodios suelen estar vinculados con el estrés, la ansiedad o el vacío emocional, y pueden llevar a un consumo compulsivo de alimentos.
¿Por qué ocurren durante etapas de crisis?
Durante períodos de crisis —ya sean económicas, personales, sociales o incluso sanitarias— el cuerpo y la mente experimentan altos niveles de estrés, lo que activa mecanismos de supervivencia. En este contexto, comer se convierte en una forma de autorregulación emocional, al liberar dopamina y proporcionar una sensación momentánea de bienestar.
El cortisol, la hormona del estrés, juega un papel crucial: su exceso puede aumentar el apetito, en especial por alimentos ricos en azúcares y grasas, lo que desencadena estos ataques.
¿A quiénes afecta más?
Por edad
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Adultos mayores de 35 años: Tienen mayor tendencia a usar la comida como válvula de escape emocional, sobre todo si enfrentan presiones familiares, laborales o económicas.
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Adolescentes y jóvenes adultos: También son vulnerables, especialmente si atraviesan crisis de identidad, problemas escolares o inestabilidad familiar. Sin embargo, sus ataques de hambre suelen estar más relacionados con trastornos de la conducta alimentaria como el atracón.
Por género
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Mujeres: Estudios indican que las mujeres presentan una mayor prevalencia de ataques de hambre durante crisis, en parte por factores hormonales (como el ciclo menstrual) y sociales (mayor presión estética y emocional).
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Hombres: Aunque menos frecuente en estadísticas, los hombres también pueden sufrir ataques de hambre, especialmente cuando se ven forzados a reprimir emociones o carecen de redes de apoyo.
Mujeres: una mirada especial a la ovulación y el SPM
El cuerpo femenino es particularmente sensible a los cambios hormonales. Durante la ovulación y el síndrome premenstrual (SPM), muchas mujeres reportan un aumento notable del apetito, en especial por alimentos dulces o calóricos. Esto no es un capricho: hay razones biológicas y emocionales detrás.
¿Qué ocurre durante la ovulación?
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En esta etapa del ciclo, hay un aumento de estrógenos seguido por un alza en la progesterona, lo cual puede influir en el apetito.
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Aunque los niveles de energía tienden a ser más altos, también se experimenta una mayor sensibilidad emocional.
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El cuerpo se prepara para una posible fecundación, y parte de este proceso puede incluir un aumento en la ingesta de alimentos como reserva energética.
¿Y durante el SPM?
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En los días previos a la menstruación, la progesterona domina, lo que puede inducir a una mayor necesidad de confort y tranquilidad emocional.
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Aparece la retención de líquidos, cambios de humor, fatiga y una sensación de vacío emocional, que muchas veces se intenta calmar comiendo.
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El deseo por carbohidratos es muy común, ya que estos ayudan a aumentar la serotonina, un neurotransmisor que mejora el estado de ánimo.
📌 Dato importante: Si bien es una reacción natural del cuerpo, el contexto emocional o de crisis puede exacerbar estos impulsos, transformando el hambre cíclica en atracones emocionales que causan culpa o malestar posterior.
Contextos donde se intensifica el conflicto
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Crisis económicas: La incertidumbre financiera y la imposibilidad de controlar el entorno generan un caldo de cultivo para la ansiedad y, por tanto, el hambre emocional.
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Situaciones de aislamiento o soledad: Como se vio durante la pandemia, el confinamiento aumentó considerablemente los casos de comer por ansiedad.
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Desempleo o inestabilidad laboral: La pérdida de propósito o rutina puede derivar en episodios de atracones o un vínculo insano con la comida.
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Duelos o pérdidas significativas: Comer se transforma en una forma inconsciente de llenar el vacío emocional.
¿Cómo manejar los ataques de hambre en crisis?
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Reconocer la diferencia entre hambre física y emocional.
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Practicar técnicas de manejo del estrés (respiración consciente, meditación, actividad física).
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Establecer rutinas de alimentación saludable.
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Buscar apoyo terapéutico si los episodios se repiten con frecuencia.