En octubre de 2022, Elon Musk compró Twitter por la asombrosa cifra de $44 mil millones. Sin embargo, menos de dos años después, el valor de la red social, renombrada como X, ha caído drásticamente. Según el más reciente informe del fondo Blue Chip Growth de Fidelity, la valoración actual de X es inferior a una cuarta parte del precio pagado por Musk, situándose en unos $9.4 mil millones. Esta disminución del 78.7% es indicativa de los profundos problemas financieros que enfrenta la compañía.
La inversión inicial de Fidelity y su declive
Cuando Musk adquirió Twitter, Fidelity decidió invertir $19.66 millones en la plataforma, confiando en el potencial de la red social bajo la dirección del magnate. Sin embargo, los informes recientes muestran que esta participación ha disminuido significativamente en valor. A finales de julio de 2024, la inversión de Fidelity valía apenas $5.5 millones, y al cierre de agosto, esa cifra se redujo aún más a $4.18 millones. Esta es una señal clara de que las expectativas sobre el rendimiento financiero de X no se han cumplido.
Un desplome de ingresos publicitarios
Uno de los mayores problemas que ha enfrentado X desde la adquisición por parte de Musk ha sido la disminución de los ingresos publicitarios. En 2023, la plataforma generó alrededor de $2.5 mil millones en ventas publicitarias, una cifra que representa aproximadamente la mitad de lo que se recaudó en 2022. Las ventas de publicidad constituyen entre el 70% y 75% del total de los ingresos de X, lo que convierte esta caída en un golpe devastador para la empresa.
La salida de numerosos anunciantes se ha visto impulsada por las decisiones controversiales de Musk en cuanto a la moderación de contenidos. Desde la readmisión de figuras polémicas como Donald Trump hasta permitir la proliferación de discursos extremistas, las marcas han comenzado a preocuparse por la seguridad de sus anuncios en la plataforma. Empresas de renombre como Apple, Coca-Cola, Disney y Volkswagen han retirado sus campañas publicitarias, temerosas de que sus anuncios aparezcan junto a contenido inapropiado.
En noviembre de 2023, Musk exacerbó la situación al declarar públicamente que no aceptaría ser «chantajeado» por los anunciantes. Aunque más tarde trató de suavizar sus palabras, el daño ya estaba hecho, y muchos anunciantes decidieron abandonar la plataforma de forma definitiva.
Mudanza a Texas y reducción de personal
A medida que las dificultades financieras continúan aumentando, Musk ha tomado decisiones drásticas para reducir costos, incluida la reubicación de la sede de X de San Francisco a Texas. La compañía cerró su histórica sede en el centro de San Francisco, lo que marcó un cambio radical en su estrategia operativa. Los empleados que aún trabajan en California fueron trasladados a una oficina más pequeña en las afueras de la ciudad.
Este movimiento, sumado a los despidos masivos desde que Musk asumió el control, ha generado un clima de incertidumbre entre los empleados restantes. Aunque Musk ha intentado mejorar la moral ofreciendo acciones a aquellos que puedan «demostrar su valía» a través de un memorando, la desconfianza persiste. Los trabajadores han visto cómo múltiples promesas de la compañía no se han cumplido, lo que ha llevado a una creciente desilusión dentro de la plantilla.
La valoración de Fidelity como indicador clave
Como X ya no es una empresa que cotiza en bolsa, las evaluaciones de Fidelity son uno de los pocos indicadores públicos sobre el valor de la compañía. El continuo ajuste a la baja por parte de Fidelity ha sido un golpe simbólico para la confianza en la plataforma. Desde enero de 2024, Fidelity ha reducido tres veces el valor de su participación en X, con un total de 78.7% de pérdida de valor. Este deterioro es un reflejo directo de la situación financiera crítica de la red social.
Elon Musk había depositado grandes esperanzas en transformar Twitter, rebautizándola como X, una «superapp» que abarcaría funciones que van más allá de las redes sociales, incluyendo pagos, comercio y otros servicios. Sin embargo, este ambicioso plan ha quedado en gran medida estancado, ya que los desafíos financieros siguen aumentando y la adopción de nuevas características no ha sido suficiente para revertir la pérdida de valor.
Propietarios destacados y su impacto en X
Además de Fidelity, otros nombres destacados están vinculados con X. Entre ellos se encuentran Bill Ackman y Sean «Diddy» Combs, aunque este último enfrenta serios problemas legales, incluyendo cargos por tráfico sexual y abuso. La presencia de estos personajes públicos como accionistas también ha atraído la atención mediática y ha alimentado aún más la controversia en torno a la compañía.
El hecho de que X tenga estos accionistas de alto perfil no ha sido suficiente para calmar las inquietudes de los inversores. La participación de figuras como Ackman y Combs ha sido minimizada por las dificultades financieras continuas y la falta de un plan claro para revitalizar la plataforma.
Un futuro incierto
A medida que la valoración de X continúa desplomándose, el futuro de la plataforma es cada vez más incierto. Los cambios en las políticas de moderación, la drástica reducción de ingresos publicitarios y la reubicación de su sede han creado un escenario sombrío. Aunque Musk sigue mostrando confianza en su capacidad para revitalizar X, los números sugieren que la plataforma podría estar en una espiral descendente de la que será difícil escapar.
El declive de X no solo plantea preguntas sobre el futuro de la red social, sino también sobre las decisiones estratégicas de Musk. La adquisición de Twitter por $44 mil millones se percibió en su momento como una jugada audaz, pero a medida que la valoración de la empresa se desploma y la confianza de los anunciantes se erosiona, los críticos se preguntan si este podría ser uno de los mayores errores financieros de la carrera del magnate.
En resumen, la drástica disminución del valor de X, según las evaluaciones de Fidelity, refleja los desafíos internos y externos que enfrenta la compañía bajo la dirección de Musk. Sin una solución clara a la vista, la plataforma continúa su lucha por recuperar la confianza de los inversores, anunciantes y usuarios.