En 2014, el entonces primer ministro de Japón, Shinzo Abe, dio un discurso ante el Foro Económico de Davos, donde destacó la importancia de impulsar la participación femenina en el mercado laboral japonés. Abe prometió que para 2020, el 30% de las posiciones de liderazgo en Japón serían ocupadas por mujeres, una meta ambiciosa en un país que históricamente ha estado rezagado en cuanto a equidad de género, tanto en comparación con las naciones desarrolladas como con los mercados emergentes.
Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones, hoy, una década después, esa meta está lejos de alcanzarse. Según los datos actuales, menos del 1% de las empresas japonesas cotizadas en la bolsa están dirigidas por mujeres y solo el 14% de los cargos gerenciales son ocupados por ellas. Aun peor, el propio gobierno japonés revisó sus metas en 2018, reduciendo la participación femenina en puestos de liderazgo al 7% en el sector público y al 15% en las empresas privadas para el año 2030. Este retroceso refleja el enorme desafío que Japón enfrenta en su lucha por la igualdad de género en el ámbito laboral.
La era de Womenomics
La creciente edad de la población japonesa y la disminución de la fuerza laboral encendieron las alarmas en los años 2000. Kathy Matsui, analista de Goldman Sachs, fue la primera en acuñar el término womenomics en 1999, en referencia a la integración de más mujeres en la fuerza laboral como una vía para impulsar la economía japonesa. En su artículo de la época, Matsui sugirió medidas gubernamentales, como el aumento de las licencias de maternidad y paternidad, y la limitación de las horas de trabajo para facilitar el equilibrio entre la vida laboral y familiar.
En algunos aspectos, las políticas de womenomics han dado frutos. El porcentaje de mujeres japonesas trabajando fuera del hogar alcanzó su punto máximo justo antes de la pandemia de COVID-19. Además, se han mejorado los beneficios de la licencia parental, permitiendo que tanto madres como padres sean elegibles para un año de licencia. Asimismo, la transparencia sobre la diversidad de género ha mejorado significativamente.
Sin embargo, la representación femenina en puestos de liderazgo sigue siendo un punto débil. Matsui reconoce que, aunque ha habido avances en el sector privado en los últimos 25 años, Japón sigue rezagado en comparación con otros países desarrollados en cuanto a la participación de mujeres en posiciones directivas.
Un cambio lento pero visible
A pesar de los obstáculos, hay signos alentadores. Un ejemplo destacado es Mitsuko Tottori, quien en 2023 se convirtió en la primera presidenta de Japan Airlines, una de las compañías más influyentes del país. Este nombramiento causó un gran revuelo en los medios japoneses, destacando lo inusual de ver a una mujer al frente de una gran corporación.
El impacto de este nombramiento va más allá de su simbolismo. Según Matsui, la elección de Tottori puede ser el catalizador necesario para romper con las inequidades del pasado. «No puedes ser lo que no puedes ver», afirma Matsui, y agrega que este ejemplo vivo de una mujer en un puesto de liderazgo inspira a otras mujeres jóvenes a aspirar a roles más altos en sus propias carreras.
Tottori, por su parte, comparte la visión de Matsui y reconoce que uno de los mayores desafíos para las mujeres en Japón es superar las barreras sociales. «Es importante que las mujeres tengan la confianza para convertirse en gerentes», dijo Tottori, señalando que su nombramiento puede motivar a otras mujeres a atreverse a alcanzar metas que antes parecían inalcanzables.
Perspectivas para las nuevas generaciones
El cambio en la mentalidad de las nuevas generaciones también está jugando un papel importante en la transformación de las normas de género en Japón. Según Matsui, los jóvenes japoneses tienen un conjunto de valores muy diferentes a los de sus padres o abuelos, lo que ha llevado a una visión más equilibrada sobre los roles de género en la sociedad. Aunque persisten ciertos estereotipos, la nueva generación está desafiando las expectativas tradicionales, lo que podría tener un impacto positivo en la equidad de género en el futuro.
El obstáculo del matrimonio
Sin embargo, no todos los cambios son positivos. La periodista de la BBC Mariko Oi, quien ha cubierto el tema de womenomics durante más de una década, se sorprendió al descubrir que muchas jóvenes en Japón todavía aspiran a casarse con un hombre rico en lugar de perseguir una carrera que les permita alcanzar sus propias metas económicas. Oi relata que, en una conferencia en una universidad de Tokio, varias estudiantes expresaron su deseo de casarse con hombres adinerados, lo que refleja un arraigado estereotipo de género que sigue limitando las oportunidades de las mujeres.
Algunas mujeres optan por trabajos que les ofrezcan la posibilidad de conocer a hombres con altos ingresos, como secretarias legales. Este fenómeno, según Oi, evidencia la persistencia de ideas tradicionales que asocian el éxito de las mujeres con el matrimonio, en lugar de con el logro profesional.
El progreso en la política
A nivel político, también hay avances. Yuriko Koike, la primera mujer gobernadora de Tokio, fue reelegida para un tercer mandato en 2020. Su elección en 2016 fue un hito importante, y su reelección muestra que la idea de una mujer en un cargo de liderazgo político ya no es algo inusual en Japón.
Elisa Kamiya, concejala de Setagaya en Tokio, también ha señalado que las recientes elecciones reflejan un cambio en la forma en que la sociedad japonesa percibe a las mujeres en posiciones de poder. «Va muy lento, pero creo que está cambiando, y va en una buena dirección», afirmó Kamiya, destacando la importancia de educar a las futuras generaciones para que las niñas puedan aspirar a cualquier carrera que deseen.
Un futuro incierto para womenomics
A pesar de los avances, queda mucho trabajo por hacer para lograr una verdadera equidad de género en Japón. Las políticas de womenomics han tenido algunos éxitos, pero la falta de mujeres en puestos de liderazgo sigue siendo un obstáculo importante. Como señaló Matsui, la clave para avanzar en este tema radica en cambiar las normas sociales y culturales que aún limitan las oportunidades de las mujeres.
El caso de Mitsuko Tottori y la creciente representación de mujeres en la política son señales de que el cambio es posible. Sin embargo, será necesario un esfuerzo concertado para desafiar los estereotipos de género y crear un entorno en el que las mujeres puedan brillar realmente en el ámbito laboral y más allá.
Japón ha hecho algunos avances importantes hacia la equidad de género, pero el país aún enfrenta desafíos significativos para alcanzar los objetivos propuestos por womenomics. La participación femenina en el liderazgo empresarial sigue siendo baja, y persisten las ideas tradicionales sobre los roles de género. Sin embargo, con el tiempo y un cambio en la mentalidad de las nuevas generaciones, Japón podría ver un futuro más equitativo y justo para las mujeres.