Sacar a pasear a un perro, un acto cotidiano y trivial en la mayor parte del mundo, puede costar la cárcel en muchas ciudades de Irán. Para las autoridades de la República Islámica, los perros son animales “impios”, portadores de ritualmente contaminante saliva, y su presencia en espacios públicos equivale a una afrenta a los valores islámicos y a la “cultura autóctona”.
Desde Teherán, donde el veto se dictó en 2019, hasta Isfahán, Kermán, Ilam y al menos 15 urbes más, se han levantado ordenanzas municipales que prohíben pasear perros —o incluso transportarlos— bajo sanciones que van de multas y decomisos a detenciones y, en casos extremos, azotes. Sin embargo, lejos de acallar la tendencia, estas medidas han provocado un aumento de la tenencia clandestina de perros, sobre todo entre los jóvenes, que lo ven como un acto de rebeldía frente al estricto régimen religioso y un anhelo de hábitos “occidentales”.
Este reportaje explora cómo Irán ha llegado a este punto: su evolución histórica con los animales de compañía, los fundamentos teológicos que califican a los perros de “najis” (impuros), las motivaciones políticas que asocian las mascotas con la “influencia cultural occidental” y la resistencia cada vez más visible de una sociedad urbana en transformación.
Historia de las mascotas en Irán: del Sha al régimen teocrático
Siglo XX: perros en palacios y hogares
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Antes de la Revolución de 1979: La dinastía Pahlavi, de inspiración occidental, patronaba leyes de bienestar animal (1948) y financiaba instituciones veterinarias. La familia real mantenía dálmatas, galgos y pastores alemanes en sus palacios.
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Ley de protección (1948): Primera legislación de Medio Oriente que reconocía derechos básicos a animales domésticos y prohibía maltrato.
Cambios tras la Revolución Islámica
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1979: Derrocamiento del sha Mohammad Reza Pahlavi; llegada del régimen teocrático.
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Perros como símbolos de “occidentalización”: Asociados al estilo de vida de las elites pre-revolucionarias, se convierten en blancos de censura cultural.
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Fatwas iniciales: Primeras declaraciones de ayatolás contra la tenencia de perros en zonas urbanas.
Fundamentos religiosos y legales contra los perros
El concepto de najasah (impureza)
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Clasificación de impurezas en el fiqh: Detalle de por qué los eruditos consideran “najis” al perro (contacto con saliva y excrementos).
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Líneas del Corán y Hadices: Citas que señalan restricciones en la interacción con perros y limpieza ceremonial.
Declaraciones de las autoridades
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Ayatolá Alí Jamenei: “Censurable” poseer un perro salvo para pastoreo, caza o seguridad.
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Ministerio de Cultura y Orientación Islámica (2010): Prohibición de publicidad de mascotas.
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Parlamento (2014): Proyecto fallido de multas y azotes para paseadores de perros.
Legislación práctica y aplicación local
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Ausencia de ley nacional: El vacío legal se llena con órdenes municipales y directivas de fiscales locales.
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Órdenes en 18 ciudades: Teherán (2019), Isfahán, Kermán, Ilam, Hamedan, entre otras.
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Sanciones: Multas (≥ US$800), confiscación de fauna, detención y “prisión para mascotas”.
Argumentos de orden público, salud y moral
Seguridad y salud pública
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Fiscales locales: El pasear perros “amenaza la paz y la comodidad” y podría propagar enfermedades zoonóticas.
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Casos de ataques y accidentes: Incidentes aislados usados como ejemplo para reforzar la prohibición.
Moral y costumbres
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Protección del estilo de vida islámico: Poseer mascota como lujo frívolo frente a realidades sociales.
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“Venta de productos y entretenimiento impuro”: Crítica a la comercialización de la tenencia de animales como signo de decadencia.
La creciente resistencia ciudadana
Rebelión silenciosa de los jóvenes
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Creciente tenencia de perros urbanos: Especialmente en barrios de clase media de Teherán y Shiraz.
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Paseos nocturnos y zonas aisladas: Estrategias de los dueños para evitar patrullas.
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Redes sociales: Grupos de Facebook e Instagram que comparten “zonas seguras” y consejos veterinarios clandestinos.
Veterinarios alzan la voz
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Ashkan Shemirani (2022): Descripción de rebusques policiales, “prisión para mascotas” y trato deplorable de animales incautados.
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Asociación Veterinaria de Irán: Denuncias de condiciones inhumanas y llamados a la regulación justa de la tenencia de mascotas.
El perro como símbolo de occidentalización y modernidad
Contraste campo–ciudad
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Zona rural vs. urbana: El perro era tradicional en el campo para pastoreo y caza; en la ciudad se convierte en compañía.
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Cambio de estatus social: Mascotas como indicador de valores urbanos, ocio y afecto posmoderno.
Grieta generacional
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Mayores conservadores vs. jóvenes cosmopolitas: Choque de visiones sobre las prioridades del Estado: “valores religiosos” frente a “derechos personales”.
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Perros y protesta silenciosa: Intersectan con otros gestos de disidencia: hiyab, música en vivo, consumo de alcohol.
Casos destacados de aplicación de la prohibición
Teherán (2019–2025)
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Órdenes policiales: Redadas en parques y calles céntricas; confiscación masiva de perros.
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Historias de propietarios: Testimonios de detenciones arbitrarias y multas excesivas.
Isfahán, Kermán e Ilam (2024–2025)
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Nuevas ordenanzas municipales: Alarmas mediáticas y protestas en redes.
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Acciones legales anunciadas: Advertencias de fiscales locales sobre multas y decomisos.
Debate y perspectivas a futuro
Opinión pública y cambio gradual
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Encuestas silenciosas: Apoyo al veto baja entre universitarios, profesionales y expatriados.
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Reforma legal posible: Iniciativas de parlamentarios moderados para regular (no prohibir) la tenencia de mascotas.
¿Hacia una desescalada?
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Comparativa internacional: Irán frente a Turquía, Arabia Saudita y Emiratos, donde los perros son también controvertidos pero legalizados.
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Presión de ONG globales: Amnistía Internacional y Humane Society instan al respeto de derechos civiles y bienestar animal.
Conclusión:
En un país donde la vida pública y privada se superponen bajo la vigilancia de un Estado religioso, la simple acción de pasear a un perro se ha convertido en un síntoma de tensiones mayores: modernidad vs. tradición, libertad individual vs. orden moral, vida urbana cosmopolita vs. identidad cultural islámica.
La prohibición de los perros en al menos 18 ciudades muestra la persistencia de una interpretación rigurosa del Islam chiíta, que tilda al can de “impuro” y lo asocia con la amenaza de una excesiva occidentalización. Sin embargo, la creciente resistencia de los jóvenes, las comunidades veterinarias y los dueños de mascotas ponen en evidencia el anhelo de un cambio de paradigma, donde la convivencia con animales de compañía se entienda como derecho, no como delito.
En última instancia, la polémica sobre los perros en Irán no se reduce a la cuestión de la limpieza ritual, sino que refleja un pulso por definir el rumbo cultural y político de la sociedad iraní en el siglo XXI. Y mientras las autoridades siguen endureciendo las multas y los decomisos, cada paseo clandestino de un perro refuerza la voz de quienes buscan democratizar las libertades cotidianas.