Hace medio siglo, China representaba menos del 7% de las emisiones globales de dióxido de carbono. Hoy es, por amplio margen, el país que más contamina, con alrededor del 30% del total mundial. Tras décadas de crecimiento económico impulsado por el carbón, el gigante asiático ha sorprendido al mundo al anunciar que sus emisiones de CO₂ habrían alcanzado un pico y comenzado a revertir esa tendencia.
En marzo de 2025, un informe del Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA) confirmaba lo que ya sugería un estudio previo del Instituto de Políticas de la Sociedad Asiática (ASPI): durante el primer trimestre de 2025, las emisiones totales de CO₂ de China se redujeron un 1,6% respecto al mismo período de 2024. Si esta caída se consolida, marcará el fin de casi medio siglo de empeño ininterrumpido en la subida de emisiones y, al mismo tiempo, convertirá a China en un potencial artífice de la estabilización climática global.
¿Por qué, cómo y con qué alcance ha logrado China este giro radical en sus emisiones de carbono? Estas son las claves de un viraje que trasciende sus fronteras y condiciona el futuro del clima mundial.
Del milagro económico al carbón masivo
Auge manufacturero y demanda energética
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1970–2000: Industrialización acelerada, expansión de la clase media y boom de exportaciones.
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Carbón como columna vertebral: A principios de siglo, más del 60% de la electricidad china provenía del carbón; en regiones como Shanxi o Hebei, el porcentaje superaba el 80%.
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Infraestructura pesada y crecimiento del PIB: Siderurgia, cemento, petroquímica: pilares del crecimiento, pero con huella de carbono gigantesca.
Comparativa internacional
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China vs. EE.UU. y UE: Mientras EE.UU. y Europa reducían emisiones mediante descarbonización de la industria y abandono del carbón, China se convertía en el “taller del mundo”.
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Responsabilidad histórica: Pekín defendía que sus emisiones crecían siguiendo el ejemplo de los países ricos en su etapa de desarrollo.
Primeras señales de cambio: crisis y urgencias
COVID-19 y la pausa pandémica
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2020: Durante el confinamiento, el consumo energético se desplomó, las emisiones cayeron temporalmente (–5% en el primer semestre).
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Recuperación en “V”: La reactivación masiva de la construcción y la industria restauró rápidamente el pico de emisiones. Lección aprendida: solo una crisis extrema había logrado una caída pasajera.
Volatilidad geopolítica y seguridad energética
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Guerra de Ucrania (2022): Aumentaron los precios del gas y el petróleo; China, dependiente de importaciones, recurgió al carbón nacional como fuente de respaldo.
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La paradoja del respaldo: Aunque fién a la seguridad energética, esas medidas tensaron su compromiso con la reducción de CO₂.
Renovables al rescate: la gran expansión
Solar y eólica en cifras
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Instalaciones récord: China desplegó más de la mitad de la nueva capacidad solar y eólica del mundo en los últimos cinco años.
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Comparativa UE–China: En 2024, la capacidad solar instalada en China igualó la del total de la Unión Europea.
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Generación eléctrica limpia: En abril de 2025, la combinación eólica+solar superó por primera vez el 25% de la generación eléctrica china.
Incentivos y políticas de apoyo
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Subsidios y tarifas reguladas: Garantías de precio para nuevos proyectos fotovoltaicos y eólicos terrestres.
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Objetivos nacionales: China se comprometió a alcanzar el 50% de su generación eléctrica con renovables antes de 2030.
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Mercado heterogéneo: Provincias como Guangdong y Qinghai lideran el mix renovable, otras avanzan más lentamente.
El carbón se estanca y comienza a caer
Plantas de carbón en abundancia, pero con menor uso
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Capacidad ociosa: Miles de gigavatios de plantas térmicas construidas durante la década de 2010 apenas operan; tasas de utilización caen del 60% al 50%.
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Nueva función: El carbón se reserva para picos de demanda y respaldo de red, lejos de la base de generación.
Resultados preliminares
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Electricidad fósil –3,6% (enero–abril 2025): Según Ember, la generación con carbón y gas mostró su primera caída sostenida.
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Impacto en las emisiones: El CO₂ vinculado a la energía retrocedió, arrastrando la curva global hacia su primer descenso real en más de dos décadas.
Eficiencia y electrificación: complementos necesarios
Eficiencia energética en la industria
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Reformas de consumo: Normas más estrictas para acero, cemento y petroquímica, con ahorro de energía de hasta el 10% por unidad producida.
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Cierre de plantas obsoletas: Retirada de generadores y hornos antiguos, fomento de tecnologías limpias.
Electrificación del transporte
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Revolución EV: China concentra el 60% de las ventas globales de vehículos eléctricos; incentivos fiscales y de uso garantizan adopción masiva.
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Carga y red: Plan nacional para 5 millones de puntos de recarga operativos antes de 2026.
¿Punto máximo o simple estancamiento?
«Pico prematuro» vs. plateau
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Li Shuo (ASPI): Podría tratarse de un estancamiento prolongado, no de una caída sostenida.
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Factores de riesgo: Geopolítica y crisis de precios que puedan reactivar el carbón y la industria contaminante.
Dinámicas económicas internas
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Desaceleración del PIB: Menos estímulos “grises” (infraestructura pesada), más énfasis en servicios y tecnologías limpias.
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Transición justa: Recolocación de trabajadores del carbón en las renovables, clave para sostener el cambio político.
La coalición verde: industria limpia como pilar de soberanía
Dominio de la cadena global de suministro
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Paneles, baterías y turbinas: China controla más del 70% de la producción de células solares y el 50% de las baterías de ion-litio.
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Ventaja geopolítica: Reducir importaciones de energía fósil a la vez que asegura exportaciones de tecnología limpia.
Sinergias entre seguridad y clima
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Nedopil Wang (Griffith Asia): Menos dependencia de hidrocarburos importados fortalece la seguridad nacional.
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Incentivos de doble filo: Tensiones comerciales con EE.UU. pueden presionar a proteger industrias verdes nacionales.
Compromisos internacionales y próximos desafíos
De París al COP30 en Belém (2025)
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NDC de 2030: Reducir intensidad de carbono un 65% respecto a 2005.
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Actualización pre-COP30: Expectativa mundial: cómo Pekín renueva sus promesas tras la estabilización de emisiones.
Riesgos de incumplimiento
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Intensidad vs. volumen: Disminuir emisiones absolutas será clave; la economía verde debe compensar cualquier resurgimiento del carbón.
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Financiación climática: China, de receptor neto de financiamiento verde, podría convertirse en proveedor de tecnologías a países en desarrollo.
Lecciones para el mundo: el «efecto China»
Impacto global en el balance de emisiones
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Myllyvirta (CREA): Sin China, las emisiones globales habrían dejado de crecer hace una década.
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Modelo de escala: La magnitud de las renovables chinas abre la puerta a economías de escala y reducción de costes internacionales.
Cooperación y rivalidad climática
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Liderazgo simbólico: Tras la retirada de EE.UU. de tratados multilaterales, Pekín busca llenar el vacío global.
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Geoenergía y diplomacia verde: Venta de tecnologías limpias como herramienta de influencia en Asia, África y América Latina.
Conclusiones: el futuro del carbono chino
China ha dado un vuelco histórico a su trayectoria de emisiones. El descenso del 1,6% de CO₂ en el primer trimestre de 2025, confirmado por CREA, es apenas el principio de un posible pico temprano que marque el inicio de descensos sostenidos. Ese cambio, sin embargo, depende de políticas ambiciosas hasta 2030 y de la consolidación de la energía limpia, la eficiencia industrial y la electrificación.
El desafío es colosal: sostener la transición climática al tiempo que se garantiza seguridad energética y crecimiento económico. Lo que ocurra en Pekín en los próximos cinco años condicionará, en gran medida, si el mundo puede encarrilarse hacia los 1,5 °C de calentamiento o queda atrapado en un estancamiento peligroso. Lo cierto es que, por primera vez en décadas, el barómetro de carbono del planeta marca un giro hacia abajo, y éste tiene un nombre: China.