Imagina un planeta dentro de millones de años. La humanidad, tal como la conocemos, habrá desaparecido, quizás tras una extinción masiva que ayudamos a desencadenar. Pero, ¿qué rastros de nuestra existencia perdurarán en las rocas para que futuros paleontólogos los descubran? Esta pregunta fascinante es el eje del libro Discarded: How Technofossils Will Be Our Ultimate Legacy, escrito por los paleontólogos Sarah Gabbott y Jan Zalasiewicz, ambos de la Universidad de Leicester. Su respuesta es tan irónica como reveladora: no serán monumentos gloriosos, sino objetos cotidianos como bolsas de plástico, latas de aluminio, huesos de pollo y ropa sintética. Estos «tecnofósiles» serán nuestra huella geológica eterna.
¿Qué son los tecnofósiles?
Los tecnofósiles son los restos de nuestra civilización tecnológica que, por su durabilidad y abundancia, se fosilizarán y perdurarán en el registro geológico. A diferencia de los fósiles tradicionales —huesos o plantas—, estos son productos humanos: plásticos, metales, concreto y más. Según Zalasiewicz, destacado defensor del Antropoceno como una nueva era geológica, estos objetos marcarán el impacto masivo de la humanidad en la Tierra. Desde envases desechados hasta ciudades hundidas, nuestro legado será un archivo de consumo y desperdicio.
Plásticos: El rey de los tecnofósiles
La durabilidad del plástico
«El plástico será un ‘tecnofósil’ característico, porque es increíblemente duradero, lo producimos en cantidades masivas y se extiende por todo el planeta», afirma Sarah Gabbott. Botellas de agua, bolsas y envases de comida rápida dominan nuestra vida diaria y, gracias a su resistencia, se convertirán en fósiles comunes. Este material, que tarda siglos en degradarse, dejará una «señal de plástico» global.
Plásticos en océanos y vertederos
En los océanos, el plástico se fragmenta en microplásticos que se mezclan con sedimentos marinos. En tierra, los vertederos actúan como «tumbas de momificación», preservando estos desechos al limitar su exposición al oxígeno y la luz. Gabbott destaca que esta combinación asegura que el plástico perdure por milenios, listo para ser descubierto por futuras civilizaciones.
Metales: Latas de aluminio como fósiles distintivos
El legado de las latas
Aunque los metales puros son raros en el registro geológico por su reactividad, las latas de aluminio son una excepción. «Permanecerán en los estratos mucho tiempo, y pequeños jardines de minerales arcillosos crecerán donde estaban», explica Zalasiewicz. Estas latas, omnipresentes en la cultura de las bebidas, formarán fósiles únicos que contarán historias de nuestro consumo.
Otros metales en el registro
El cobre de cables electrónicos también podría dejar huellas. Al oxidarse, forma minerales coloridos como la azurita o la malaquita, que podrían ser pistas de nuestra tecnología para los paleontólogos del futuro.
Huesos de pollo: El fósil de la comida rápida
La abundancia de los pollos
Con 25 mil millones de pollos vivos en cualquier momento, este ave supera a cualquier especie silvestre. «Es probable que sean el ave más abundante en la historia de la Tierra», dicen Gabbott y Zalasiewicz. Aunque sus huesos son frágiles, su volumen masivo asegura que muchos se fosilicen.
Una señal de nuestra dieta
La aparición de huesos de un ave cinco veces más grande que sus ancestros salvajes será un enigma para los paleontólogos futuros. Este «boom» de fósiles reflejará nuestra dependencia de la agricultura intensiva y la comida rápida.
Ropa sintética: La moda rápida inmortal
De lo natural a lo sintético
Antes, la ropa se hacía de algodón o lino, materiales que se descomponen rápido. Hoy, fibras sintéticas como el poliéster dominan. «Producimos 100 mil millones de prendas al año, y el 60% contienen plásticos», señala Gabbott. Esta moda rápida, barata y desechable, se convertirá en un tecnofósil masivo.
Ropa en el medio ambiente
«Un cuarto de lo que sacamos de los ríos en Leicester es ropa», añade Gabbott. En vertederos y cuerpos de agua, estas prendas resistentes se preservarán, creando una «explosión» de fósiles textiles que marcará nuestra era.
Concreto: La roca de la humanidad
Un material eterno
«El concreto es ya esencialmente una roca, por lo que se preserva fácilmente», dice Zalasiewicz. Cada año, producimos suficiente para dar cuatro toneladas por persona, sumando 500 mil millones de toneladas acumuladas. Este material será un tecnofósil prominente.
Ciudades como megafósiles
Ciudades que se hunden, como Nueva Orleans, tienen un destino fósil asegurado. «Es una ciudad zombi que morirá por ahogamiento, probablemente este siglo», predicen los autores. Sus cimientos y estructuras subterráneas podrían formar megafósiles urbanos.
Huellas geológicas humanas
Pozos y cicatrices subterráneas
Hemos perforado 50 millones de kilómetros de pozos de petróleo y gas, dejando «una erupción global de cicatrices subterráneas», según los autores. Estas marcas perdurarán como evidencia de nuestra actividad extractiva.
Pruebas nucleares y químicos eternos
Las 1,500 pruebas nucleares subterráneas han creado cuevas radioactivas que resistirán el tiempo. Además, «químicos eternos» como el PTFE o las dioxinas, presentes en sedimentos, serán detectables por millones de años, dice Gabbott.
¿Qué entenderán los paleontólogos del futuro?
Objetos enigmáticos
Algunos tecnofósiles serán obvios, como las latas. Otros, como los smartphones, serán un misterio. «Es solo un rectángulo con plástico y vidrio nublado», dice Gabbott. Sin contexto, su propósito podría ser indescifrable.
Un cambio en la biodiversidad
La abundancia de huesos de animales domesticados frente a la escasez de fauna salvaje será notable. «Solo el 4% de los mamíferos son salvajes», apunta Gabbott, reflejando cómo reconfiguramos la vida en la Tierra.
Un legado para reflexionar
Los tecnofósiles no solo fascinarán a futuros paleontólogos, sino que también cuestionarán nuestro impacto. «La cantidad de cosas que producimos es descomunal», advierte Gabbott. Este legado de plástico, metal y concreto nos invita a repensar nuestro consumo. ¿Qué queremos dejar atrás? Nuestro ingenio y desperdicio quedarán grabados en la roca para siempre.