Una herramienta mexicana que ha cruzado fronteras
En 2009, una investigadora del Instituto Politécnico Nacional (IPN) de México desarrolló una herramienta visual y educativa que cambiaría la forma en que se aborda la violencia interpersonal: el Violentómetro. Diseñado por la Dra. Martha Alicia Tronco Rosas, esta regla gráfica se ha convertido en un recurso esencial en escuelas, oficinas y hogares de todo el mundo.
Su objetivo es claro y urgente: visibilizar la violencia normalizada. Muchas personas, especialmente mujeres, conviven con actos de agresión verbal, psicológica, física o sexual sin ser plenamente conscientes de que están viviendo violencia.
¿Qué es el Violentómetro?
El Violentómetro es una especie de regla de 30 centímetros que, en lugar de números, enumera conductas violentas ordenadas de menor a mayor gravedad. Está dividido en tres bloques de colores:
-
Amarillo (nivel 1): Advertencias tempranas como celos, chantajes, bromas hirientes, mentiras y control excesivo.
-
Naranja (nivel 2): Conductas agresivas que requieren intervención inmediata como empujones, golpes, caricias violentas y amenazas.
-
Rojo (nivel 3): Comportamientos que ponen en riesgo la vida: abuso sexual, violación, mutilación y asesinato.
Esta progresión no es necesariamente lineal. Los actos pueden escalar rápidamente, o presentarse en combinación.
Origen del Violentómetro: cuando la violencia no se reconoce
Todo comenzó con una investigación del IPN en más de 14.000 estudiantes de nivel medio y superior. Los resultados fueron alarmantes: la mayoría no reconocía ciertas conductas como violentas. Cosas como controlar a la pareja o insultarla eran vistas como «normales» o «muestras de amor».
Frente a esa falta de consciencia, la Dra. Tronco Rosas diseñó esta herramienta visual para facilitar la identificación de los signos tempranos de violencia y prevenir su escalamiento. Desde entonces, el Violentómetro ha sido impulsado oficialmente por el IPN y utilizado en campañas gubernamentales.
Educación y prevención: el Violentómetro como instrumento pedagógico
El Violentómetro no solo es útil para detectar violencia, también es una herramienta educativa poderosa. Se ha distribuido en:
-
Escuelas y universidades, como parte de programas de prevención del acoso.
-
Oficinas, para identificar violencia laboral y hostigamiento.
-
Campañas públicas, como materiales visuales en paradas de autobús, hospitales y espacios comunitarios.
El simple acto de leerlo en voz alta o verlo colgado en un muro ya genera impacto. Muchas personas comienzan a identificar situaciones personales que antes no reconocían como peligrosas.
Adaptaciones del Violentómetro en distintos contextos
El éxito del Violentómetro ha generado distintas versiones adaptadas, como:
-
Violentómetro Laboral, centrado en el acoso, discriminación, sabotaje o control abusivo en el entorno profesional.
-
Violentómetro Escolar, que ayuda a estudiantes y docentes a reconocer el bullying y el acoso sexual escolar.
-
Violentómetro Infantil, enfocado en proteger a niñas y niños de abusos que pueden pasar desapercibidos por adultos.
Estas variantes han permitido extender su utilidad a más contextos, reforzando su carácter preventivo, educativo y transformador.
Traducciones y expansión global
La herramienta, originalmente en español, ha sido traducida a más de diez idiomas, incluyendo:
-
Inglés
-
Francés
-
Danés
-
Italiano
-
Catalán
-
Chino
-
Euskera
-
Náhuatl
-
Maya
-
Totonaco
Esto demuestra la relevancia internacional del problema que aborda. La violencia no tiene idioma ni fronteras, y el Violentómetro se ha adaptado con éxito a diversas culturas y realidades sociales.
Reconocimiento institucional y uso oficial
El Violentómetro ha sido adoptado por numerosas instituciones públicas, ONGs y organismos internacionales. En México, se distribuye en:
-
Escuelas públicas de nivel básico y medio superior.
-
Centros de justicia para mujeres.
-
Programas de salud mental del IMSS y el ISSSTE.
-
Universidades públicas como parte de protocolos de actuación frente al acoso.
Además, ha sido utilizado por organismos internacionales como ONU Mujeres y la OEA en campañas regionales contra la violencia de género.
Un problema global, una solución simple pero poderosa
La violencia de género, el abuso psicológico, el control coercitivo y las agresiones físicas son problemas estructurales. Muchas veces, las víctimas no denuncian porque no reconocen que lo que viven es violencia.
El Violentómetro rompe esa barrera. No necesita grandes discursos. Su diseño didáctico y su lenguaje accesible permiten que cualquiera entienda los riesgos a los que está expuesto, y los identifique en otras personas.
Casos reales: cuando el Violentómetro hace la diferencia
Numerosos testimonios en redes sociales, medios y talleres comunitarios han demostrado que el Violentómetro salva vidas. Muchas mujeres han afirmado que, gracias a él, reconocieron que estaban en relaciones abusivas y buscaron ayuda a tiempo.
También ha empoderado a adolescentes a decir “esto no está bien” ante situaciones de control o agresión, y ha sido clave en la identificación de violencia en comunidades indígenas al ser traducido a lenguas originarias.
Una mexicana que cambió el mundo con una regla
La Dra. Martha Alicia Tronco Rosas no imaginó que su investigación impactaría a millones. Su enfoque multidisciplinario —desde la psicología, la pedagogía y el activismo feminista— hizo posible crear una herramienta simple, clara y poderosa.
Hoy, el Violentómetro representa un legado no solo para México, sino para el mundo. Empodera a las personas para reconocer la violencia antes de que sea demasiado tarde, fomenta relaciones basadas en el respeto y promueve una cultura de paz.
El desafío continúa: más allá de la visibilización
Aunque el Violentómetro es un avance enorme, aún queda mucho por hacer. La violencia sigue afectando a millones de personas, especialmente mujeres, niñas y disidencias sexuales.
Para que esta herramienta sea verdaderamente transformadora, debe ir acompañada de:
-
Políticas públicas eficaces de prevención y sanción.
-
Educación emocional y en igualdad de género desde la infancia.
-
Apoyo legal y psicológico accesible para todas las víctimas.
-
Campañas permanentes que refuercen su mensaje.
Una herramienta que transforma la conciencia social
El Violentómetro no es solo una gráfica; es un instrumento de conciencia colectiva. Ha demostrado que con claridad visual, compromiso educativo y enfoque de género, es posible transformar la forma en que entendemos, detectamos y combatimos la violencia.
Su legado sigue creciendo, y con cada persona que identifica una señal de alarma y decide poner un alto, el Violentómetro cumple su propósito: salvar vidas a través de la información.