Violencia en Haití: ataque directo a una ambulancia humanitaria
El pasado 11 de noviembre de 2024, una escena aterradora sacudió a la comunidad humanitaria internacional. Una ambulancia de Médicos Sin Fronteras (MSF), organización reconocida por brindar atención médica en zonas de conflicto, fue detenida por fuerzas del orden y grupos parapoliciales a las afueras de Puerto Príncipe, Haití. A bordo viajaban tres pacientes heridos de bala, personal sanitario y el conductor del vehículo.
Lo que ocurrió a continuación superó cualquier límite imaginable: los ocupantes fueron obligados a abandonar la ambulancia bajo amenazas, los pacientes fueron bajados por la fuerza y al menos dos de ellos fueron ejecutados a sangre fría, a pocos metros del hospital La Paix. El personal de MSF fue insultado, agredido, amenazado con armas y retenido por horas.
Ambulancia detenida y ataque planificado: sin respeto por el derecho humanitario
Según testimonios recogidos por MSF y medios locales, la ambulancia había salido del barrio de Cité Soleil con destino al hospital de Drouillard, operado por la organización. Sin embargo, la policía ordenó desviarse al hospital estatal La Paix. Una vez allí, miembros armados rodearon el vehículo, pincharon las ruedas y lanzaron gas lacrimógeno al interior.
Este hecho no parece haber sido producto del caos espontáneo, sino una acción deliberada. MSF calificó el ataque como “dirigido” y denunció la creciente pérdida de respeto hacia las organizaciones humanitarias. El personal, en lugar de ser protegido, fue tratado como sospechoso. El conductor fue arrastrado al suelo y apuntado con armas. Uno de los médicos recibió amenazas de ejecución.
Ejecutados por sospecha: la criminalización de los pacientes
Los tres jóvenes heridos en la ambulancia eran víctimas de violencia armada, pero aparentemente fueron identificados por las autoridades o por milicias como presuntos miembros de pandillas. Esto bastó para que se les aplicara una “sentencia” inmediata y extrajudicial. La ejecución de dos de ellos demuestra el nivel de impunidad y brutalidad que impera en el país.
Lo alarmante es que estos pacientes estaban bajo cuidado médico y protección de una organización neutral. Se violó flagrantemente el principio de neutralidad médica y se cruzó una línea peligrosa: ahora ni siquiera los heridos tienen derecho a ser atendidos sin riesgo de ser asesinados.

El impacto inmediato: suspensión del servicio de ambulancias de MSF
Tras este crimen, Médicos Sin Fronteras decidió suspender el servicio de ambulancias en Puerto Príncipe, por no poder garantizar la seguridad de los pacientes ni del personal médico. Este servicio era esencial en una ciudad donde los tiroteos, emboscadas y enfrentamientos entre bandas armadas son cotidianos.
La suspensión agrava la ya crítica situación de salud en la capital haitiana, donde decenas de centros de salud han cerrado y la mayoría de los heridos no puede acceder a un hospital sin exponerse a mayores peligros. La ausencia de ambulancias significa que muchos heridos morirán por falta de atención o por temor a ser identificados y ejecutados.
Contexto de caos: Haití, entre el vacío de poder y el control de las pandillas
Haití vive una de las crisis más profundas de su historia reciente. Desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021, el país ha caído en un abismo político, social y humanitario. Sin elecciones, sin gobierno legítimo y con un Estado prácticamente ausente, las bandas criminales han tomado el control de más del 80% de Puerto Príncipe.
Estas pandillas imponen su ley, se enfrentan entre sí y con las fuerzas del orden, controlan barrios completos y realizan actos de violencia extrema contra civiles. En medio de esta anarquía, cualquier persona herida puede ser considerada enemiga, incluso si es un paciente que busca atención médica.
Médicos Sin Fronteras: misión bajo fuego
MSF ha trabajado en Haití durante décadas, brindando atención médica gratuita y neutral. A lo largo de 2023 y 2024, sus equipos han denunciado ataques crecientes: centros de salud saqueados, personal agredido y ambulancias atacadas. En marzo de 2025, un convoy médico recibió disparos en plena operación.
A pesar de esto, la organización ha continuado con su labor, adaptando protocolos de seguridad y manteniendo unidades quirúrgicas en funcionamiento en zonas de riesgo. El ataque del 11 de noviembre, sin embargo, marcó un antes y un después.
“Trabajamos en condiciones extremas, pero nunca pensamos que sacarían a los pacientes de nuestra ambulancia para ejecutarlos delante de nosotros”, declaró un portavoz de MSF en Haití. Esta afirmación retrata el nivel de desesperación que viven quienes intentan salvar vidas en medio del caos.
El silencio de las autoridades y el reclamo internacional
La respuesta del gobierno haitiano ha sido prácticamente nula. No hay reportes de investigaciones abiertas ni de detenciones por los crímenes cometidos. La comunidad internacional ha expresado su indignación, pero sin acciones concretas.
Organizaciones como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Cruz Roja han pedido una investigación independiente y mayores garantías para los trabajadores humanitarios. Sin embargo, el debilitamiento institucional de Haití hace difícil que se tomen medidas efectivas.
Haití necesita más que ayuda: necesita protección
Los recientes ataques demuestran que la ayuda humanitaria no basta si no está acompañada por condiciones mínimas de seguridad. Haití se ha convertido en un territorio donde incluso las organizaciones más respetadas, como MSF, enfrentan amenazas de muerte.
La comunidad internacional debe ir más allá del envío de recursos: es urgente establecer corredores humanitarios protegidos, exigir respeto al derecho internacional y sancionar a quienes atentan contra personal médico y pacientes.
Curar se convierte en una sentencia
El ataque a la ambulancia de Médicos Sin Fronteras en Haití no solo es un crimen atroz, sino un símbolo del colapso de la humanidad en zonas de conflicto. Cuando heridos son ejecutados y médicos tratados como enemigos, es señal de que la sociedad ha perdido sus límites más básicos.
Hoy, Haití necesita más que solidaridad: necesita compromiso, presión diplomática, intervención humanitaria y justicia. De lo contrario, miles de vidas seguirán extinguiéndose, no por falta de ayuda, sino por exceso de violencia.