El Papa Francisco, fallecido el 28 de abril de 2025 a los 88 años, dejó un legado imborrable no solo en la Iglesia católica, sino también en el diálogo global sobre los avances tecnológicos, particularmente la inteligencia artificial (IA). Su visión progresista, combinada con una profunda preocupación ética, lo llevó a abordar los riesgos y oportunidades de la IA en un mundo cada vez más digitalizado. Este artículo explora su mensaje sobre la tecnología, su impacto en las relaciones humanas y las directrices éticas que propuso para un futuro responsable.
Un Papa Progresista ante la Tecnología
El Papa Francisco, conocido por su apertura a temas contemporáneos, no rehuyó el debate sobre la tecnología. Desde su elección en 2013, el primer pontífice latinoamericano se destacó por utilizar las redes sociales para difundir su mensaje, acumulando millones de seguidores en plataformas como X y YouTube. Sin embargo, su postura siempre fue clara: la tecnología debe servir al bien común y no convertirse en un obstáculo para las relaciones humanas.
En abril de 2025, en una de sus últimas oraciones públicas, Francisco instó a los fieles a priorizar el contacto humano sobre las pantallas. En un video compartido en el canal oficial del Vaticano en YouTube, expresó: “¡Cuánto me gustaría que mirásemos menos la pantalla y mirásemos más a los ojos! Si pasamos más tiempo con el móvil que con la gente, algo no funciona”. Este mensaje, titulado Por el uso de las nuevas tecnologías, resonó como un recordatorio de la importancia de la conexión humana en una era dominada por dispositivos digitales.
La IA: Potencial y Riesgos Existenciales
Francisco no solo habló de tecnología en términos generales; dedicó especial atención a la inteligencia artificial, reconociendo su “inmenso potencial” y sus riesgos. En enero de 2025, el Vaticano publicó Antiqua et Nova, un documento que establece directrices éticas para el uso de la IA. Este texto, inspirado en las reflexiones del Papa, subraya que la IA debe ser una herramienta al servicio de la humanidad, no un sustituto de la inteligencia humana.
El documento advierte sobre el uso engañoso del término “inteligencia” en la IA, aclarando que no se trata de una forma artificial de conciencia, sino de un producto de la creatividad humana. “La IA no debe ser vista como una forma artificial de la inteligencia humana, sino como un producto de ella”, cita el texto, haciendo eco de las palabras de Francisco. Esta distinción es crucial para evitar la idolatría tecnológica, una preocupación que el Papa expresó al advertir contra la tentación de buscar en la IA un sentido trascendente que solo puede encontrarse en la fe.
Uno de los puntos más alarmantes del documento es su condena a las armas autónomas letales. Francisco, en línea con su mensaje en la Cumbre del G7 de 2024, pidió la prohibición de estas tecnologías, calificándolas como un “riesgo existencial” que podría amenazar regiones enteras o incluso la humanidad. “Ninguna máquina debería elegir jamás poner fin a la vida de un ser humano”, afirmó, subrayando la necesidad de mantener el control humano sobre las decisiones éticas.
Víctima de la IA: El Caso del Deepfake
El Papa Francisco no solo teorizó sobre los peligros de la IA; los experimentó en carne propia. En 2023, una imagen generada por el programa Midjourney se volvió viral, mostrando al Pontífice con una elegante chaqueta blanca Moncler y un crucifijo enjoyado. La imagen, que parecía sorprendentemente realista, engañó a millones y desató debates sobre el impacto de los deepfakes. Este episodio ilustró de manera vívida las advertencias de Francisco sobre el daño que pueden causar las falsedades generadas por IA, especialmente cuando se utilizan para degradar la dignidad humana o promover la desinformación.
El documento Antiqua et Nova aborda directamente este problema, instando a evitar la creación y difusión de contenido falso que promueva odio, intolerancia o explotación. Sin embargo, el Vaticano no adopta una postura completamente negativa hacia la IA. Reconoce su potencial en campos como la educación y la salud, siempre que se utilice de manera ética y accesible para todos. Por ejemplo, en medicina, la IA puede mejorar diagnósticos, pero nunca debe reemplazar la relación médico-paciente, ya que esto podría agravar la soledad de los enfermos.
Un Llamado a la Responsabilidad en el G7
El 2024 marcó un hito en el legado de Francisco con su participación en la Cumbre del G7 en Italia, invitado por la primera ministra Giorgia Meloni. Como el primer Papa en asistir a esta reunión de líderes mundiales, Francisco ofreció una reflexión poderosa sobre la IA. Reconoció que la tecnología es una manifestación del potencial creativo otorgado por Dios, pero advirtió que su uso puede generar desigualdades y marginar a los más vulnerables si no se regula adecuadamente.
En su discurso, Francisco diferenció entre “elegir” y “decidir”. Mientras las máquinas seleccionan opciones basadas en algoritmos, los seres humanos deciden desde valores y emociones. “Condenaríamos a la humanidad a un futuro sin esperanza si quitamos a las personas la capacidad de decidir por sí mismas”, afirmó. Esta distinción resalta la importancia de preservar un “espacio de control significativo” para los humanos en los sistemas de IA, especialmente en contextos críticos como la seguridad y la medicina.
El Impacto Ambiental y Social de la IA
El mensaje de Francisco también abordó preocupaciones prácticas, como el impacto ambiental de la IA. Los centros de datos que alimentan los modelos de inteligencia artificial consumen grandes cantidades de energía, lo que plantea desafíos para la sostenibilidad. Antiqua et Nova subraya la necesidad de desarrollar tecnologías que respeten el medio ambiente, en línea con la encíclica Laudato Si’ de Francisco, que llama al cuidado de la “casa común”.
Además, el documento advierte sobre el riesgo de que la IA refuerce un modelo de “medicina para ricos” si no se democratiza su acceso. Francisco insistió en que la tecnología debe servir a los pobres, los enfermos y las personas con discapacidad, promoviendo la inclusión en lugar de la exclusión.
Un Legado para el Futuro
Tras el fallecimiento de Francisco, su mensaje sobre la IA resuena con mayor fuerza. Su capacidad para combinar una visión progresista con una crítica ética lo convirtió en una voz única en el debate tecnológico. Desde su advertencia sobre los deepfakes hasta su llamado a prohibir las armas autónomas, Francisco dejó claro que la tecnología no es neutral: su impacto depende de cómo se utiliza.
En un mundo donde las pantallas a menudo reemplazan el contacto humano, las palabras de Francisco en su última oración de abril de 2025 siguen siendo un faro: “Recemos para que el uso de las nuevas tecnologías no sustituya las relaciones humanas, respete la dignidad de la persona y nos ayude a afrontar las crisis de nuestro tiempo”. Su legado invita a líderes, desarrolladores y ciudadanos a reflexionar sobre el tipo de futuro que queremos construir con la IA: uno que una, no que divida.
En conclusión, el Papa Francisco no solo alertó sobre los riesgos de la inteligencia artificial, sino que también señaló un camino hacia su uso responsable. Su mensaje, profundamente humano y ético, es un recordatorio de que, en la era de la IA, la tecnología debe estar al servicio de la dignidad, la justicia y el bien común.