El naproxeno es un medicamento ampliamente usado por su potente efecto analgésico y antiinflamatorio. Se encuentra en farmacias de todo el mundo, tanto en presentación con receta como en productos de venta libre. Sin embargo, pese a su eficacia comprobada, el uso del naproxeno conlleva una serie de reacciones adversas comunes que no deben pasarse por alto, especialmente si se utiliza por períodos prolongados o en combinación con otros fármacos.
Muchas personas recurren al naproxeno para aliviar dolencias musculares, fiebre o dolores articulares, sin conocer del todo sus efectos secundarios.
Si estás considerando el uso de este medicamento o ya lo utilizas con frecuencia, esta guía es para ti. Conocer los efectos adversos más frecuentes del naproxeno te permitirá actuar a tiempo, evitar complicaciones y garantizar que el tratamiento cumpla su propósito sin poner en riesgo tu bienestar.
1. Dolor y malestar gastrointestinal: la reacción adversa más frecuente
La reacción adversa más común del naproxeno es el malestar gastrointestinal. Los síntomas incluyen acidez, dolor abdominal, náuseas, vómitos y sensación de pesadez. Estos efectos suelen aparecer con mayor frecuencia en personas que toman el medicamento por largos periodos o en ayunas. Su origen está en la inhibición de las prostaglandinas, que normalmente protegen la mucosa gástrica de los efectos irritantes de los ácidos estomacales.
La gastritis inducida por naproxeno puede desarrollarse de forma insidiosa. Muchas veces los pacientes no consultan hasta que el dolor es intenso o se presentan síntomas más graves, como heces oscuras (melena) o vómitos con sangre. En esos casos, se sospecha de úlceras gástricas o incluso de un sangrado digestivo. Este efecto puede agravarse si se consume alcohol o tabaco mientras se usa el fármaco.
Para minimizar el riesgo gastrointestinal, se recomienda tomar el naproxeno acompañado de alimentos o utilizar protectores gástricos como los inhibidores de bomba de protones (omeprazol). Además, en personas con antecedentes de problemas gástricos, es preferible optar por analgésicos con menor perfil lesivo para el estómago.
2. Cefalea y mareos: alerta para la función neurológica
El naproxeno puede provocar cefaleas (dolores de cabeza) y mareos, aunque estos efectos no son tan frecuentes como los gastrointestinales. Se han descrito casos en los que pacientes que tomaban naproxeno para tratar migrañas terminaron experimentando un empeoramiento paradójico de los síntomas, lo que sugiere una relación entre el medicamento y ciertas reacciones neurológicas.
Los mareos relacionados con el naproxeno pueden ser leves, como una sensación de inestabilidad al ponerse de pie, o más intensos, acompañados de náuseas o visión borrosa. Estos síntomas pueden interferir con la conducción de vehículos o la realización de actividades que requieran precisión, por lo que es importante tener precaución, sobre todo al iniciar el tratamiento.
Si bien estos efectos secundarios tienden a desaparecer al ajustar la dosis o suspender el tratamiento, deben tomarse en serio, especialmente en adultos mayores. Los profesionales de la salud suelen recomendar evaluar el riesgo neurológico antes de prescribir naproxeno a personas con antecedentes de trastornos del sistema nervioso central.
3. Retención de líquidos e hipertensión arterial
El naproxeno, como otros AINEs, puede provocar retención de líquidos, un efecto que se manifiesta con hinchazón en piernas, tobillos o manos. Esta retención también puede aumentar la presión arterial, lo que representa un riesgo considerable para personas con hipertensión crónica o enfermedades cardiovasculares. Esto se debe a que el naproxeno interfiere en la función renal y en los mecanismos hormonales que regulan el volumen de líquidos en el cuerpo.
En estudios clínicos se ha demostrado que los pacientes que usan naproxeno durante varias semanas pueden presentar una elevación sostenida de la presión arterial sistólica y diastólica. Este efecto puede pasar desapercibido si no se realizan controles periódicos, lo que aumenta el riesgo de infartos o accidentes cerebrovasculares en personas vulnerables.
Ante cualquier signo de hinchazón o si notas que tu presión ha aumentado tras comenzar el tratamiento, es fundamental consultar a un profesional. En muchos casos, basta con ajustar la dosis o considerar un fármaco alternativo para aliviar el dolor sin afectar la salud cardiovascular.
4. Reacciones alérgicas cutáneas: urticaria y erupciones
Las reacciones alérgicas al naproxeno suelen manifestarse como erupciones cutáneas, urticaria, enrojecimiento o picazón en diferentes partes del cuerpo. Aunque muchas de estas reacciones son leves, en algunos casos pueden avanzar a formas más graves, como el síndrome de Stevens-Johnson o necrólisis epidérmica tóxica, ambas emergencias médicas.
El sistema inmunológico puede reaccionar de manera exagerada al naproxeno, activando mecanismos de defensa que dañan la piel y otras mucosas. En pacientes con antecedentes de alergias a otros AINEs, el riesgo es mayor, por lo que es esencial informar al médico sobre cualquier antecedente previo antes de iniciar el tratamiento.
Ante la aparición de sarpullido, inflamación de labios, lengua o dificultad para respirar, se debe suspender el naproxeno de inmediato y buscar atención médica urgente. Las reacciones alérgicas a medicamentos no deben subestimarse, ya que pueden progresar rápidamente y comprometer la vida.
5. Problemas renales: riesgo para la función renal
El naproxeno puede reducir el flujo sanguíneo hacia los riñones, especialmente en pacientes con insuficiencia renal leve o moderada, deshidratación o uso concomitante de diuréticos. Esta reducción del flujo puede dañar progresivamente los tejidos renales, provocando insuficiencia renal aguda o incluso permanente si no se detecta a tiempo.
A largo plazo, el uso continuo de naproxeno puede afectar la capacidad de los riñones para filtrar desechos, lo que lleva a una acumulación de sustancias tóxicas en la sangre. Los síntomas pueden incluir fatiga, hinchazón, disminución del volumen urinario y cambios en la coloración de la orina.
Por esta razón, es fundamental realizar controles de creatinina y urea en sangre antes y durante tratamientos prolongados con AINEs. En personas mayores o con comorbilidades renales, el naproxeno debe usarse con suma precaución, y en algunos casos, evitarse por completo.
6. Sangrado gastrointestinal: una complicación grave pero menos común
El naproxeno puede causar hemorragias digestivas, particularmente cuando se combina con anticoagulantes, corticosteroides o alcohol. Este riesgo aumenta con la edad y con el uso prolongado, siendo uno de los efectos más graves de los AINEs.
Los signos de sangrado gastrointestinal incluyen heces negras o alquitranadas, vómitos con sangre o dolor abdominal persistente. Aunque no todas las personas experimentarán este efecto, es una posibilidad real que debe considerarse al recetar naproxeno, especialmente en pacientes mayores de 65 años.
Una medida preventiva eficaz es acompañar el tratamiento con un protector gástrico y evitar automedicarse. También es crucial educar a los pacientes sobre los síntomas de alerta, para que puedan actuar de forma oportuna y prevenir consecuencias potencialmente mortales.
7. Alteraciones hepáticas: elevación de enzimas y daño hepático
Aunque poco común, el naproxeno puede inducir daño hepático. En algunos pacientes se ha observado una elevación de las enzimas hepáticas en los análisis de sangre, lo que indica inflamación o irritación del hígado. Este efecto suele ser reversible si se suspende el medicamento a tiempo.
En casos más graves, el naproxeno puede causar hepatitis inducida por fármacos, ictericia (coloración amarilla de la piel) y síntomas como fatiga extrema, náuseas, pérdida de apetito y dolor en el cuadrante superior derecho del abdomen. Estos signos requieren atención médica inmediata.
Antes de iniciar un tratamiento prolongado con naproxeno, se recomienda realizar una evaluación de la función hepática y mantener un seguimiento regular. Además, se debe evitar el consumo de alcohol durante el uso del medicamento, ya que ambos compuestos pueden tener un efecto sinérgico tóxico sobre el hígado.
8. Efectos sobre el sistema cardiovascular
Existe evidencia científica que relaciona el uso prolongado de naproxeno con un aumento del riesgo cardiovascular, incluyendo infartos y accidentes cerebrovasculares. Aunque se ha debatido que el naproxeno tiene un perfil de riesgo más bajo que otros AINEs, su uso continuo en personas con antecedentes cardíacos debe ser cuidadosamente monitoreado.
El naproxeno puede alterar el equilibrio entre prostaglandinas vasodilatadoras y vasoconstrictoras, lo que incrementa la posibilidad de formación de coágulos. Esto es especialmente relevante en personas con hipertensión, dislipidemias o antecedentes de trombosis.
Por ello, las guías clínicas recomiendan evaluar la relación riesgo-beneficio del naproxeno antes de su uso en personas con enfermedades cardiovasculares. En ciertos casos, puede ser preferible optar por analgésicos alternativos como el paracetamol, que no interfieren con la función plaquetaria.
9. Alteraciones hematológicas: anemia y trombocitopenia
El naproxeno también puede producir alteraciones en la sangre, como anemia, trombocitopenia (bajo recuento de plaquetas) y, en raros casos, agranulocitosis. Estos efectos pueden deberse al sangrado digestivo crónico o a una supresión directa de la médula ósea.
Una anemia inducida por AINEs puede manifestarse con fatiga, palidez, debilidad o disnea. Por su parte, la trombocitopenia puede dar lugar a hematomas espontáneos o sangrados prolongados ante lesiones menores.
Los controles sanguíneos regulares ayudan a detectar estas complicaciones de forma precoz. Si un paciente desarrolla síntomas sugestivos, el tratamiento debe suspenderse y derivarse para una evaluación hematológica más detallada.
10. Problemas respiratorios: broncoespasmo y agravamiento del asma
En personas sensibles, el naproxeno puede provocar broncoespasmo, una reacción adversa caracterizada por dificultad para respirar, opresión en el pecho y sibilancias. Este efecto es más frecuente en pacientes con asma inducida por AINEs, un subgrupo que representa hasta el 20% de los asmáticos.
El mecanismo implica una desviación del metabolismo del ácido araquidónico hacia los leucotrienos, compuestos que provocan constricción de los bronquios. Por eso, en personas con historial de crisis asmáticas al usar AINEs, el naproxeno está contraindicado.
Es vital que los pacientes asmáticos informen a su médico sobre su historial antes de consumir cualquier antiinflamatorio. Existen alternativas más seguras para controlar el dolor sin poner en riesgo la función respiratoria.