La historia de amor entre el actor ganador del Oscar, Gene Hackman, y su esposa Betsy Arakawa terminó abruptamente y en circunstancias tan extrañas como inquietantes. Un reporte policial publicado recientemente ha arrojado luz sobre los últimos días de la pareja en su hogar de Santa Fe, Nuevo México, revelando detalles escalofriantes que vinculan enfermedades respiratorias, búsquedas médicas en línea y la posible exposición al hantavirus, un virus mortal transmitido por roedores.
Búsquedas en Google revelan la preocupación de Arakawa
Entre el 8 y el 12 de febrero, días previos a su fallecimiento, Betsy Arakawa realizó múltiples búsquedas en su computadora personal. Consultas como “¿puede la COVID causar mareos?” y “Gripe y hemorragia nasal” reflejan su creciente preocupación por los síntomas que su esposo presentaba.
El 11 de febrero, Arakawa envió un correo electrónico a su masajista, cancelando una cita y describiendo cómo Hackman se había despertado con síntomas similares a un resfriado o gripe. Aunque el test de COVID-19 resultó negativo, ella comentó que volverían a intentar una consulta médica “por precaución”.
Ese mismo día, Arakawa también realizó compras de latas de oxígeno portátil (Oxygen Boost), lo que sugiere que buscaba alivio inmediato para los problemas respiratorios de su esposo.
Cámaras, llamadas y un último intento de ayuda
Las imágenes de seguridad revelaron que el 11 de febrero, Arakawa salió de casa con mascarilla médica, visitó una tienda de alimentos para mascotas y un supermercado. Su conducta demostraba preocupación, pero también que estaba lo suficientemente activa como para salir en público, lo que añade complejidad a su cuadro clínico.
El 12 de febrero, fecha de su muerte, Arakawa llamó a un sistema de consejería médica, presumiblemente en busca de asistencia urgente. También se documentó una última búsqueda en su computadora: un proveedor de salud en Santa Fe.
Hallazgos inquietantes en la residencia
Tras el fallecimiento de Arakawa, Gene Hackman permaneció solo en la residencia durante varios días, hasta que fue encontrado muerto entre el 17 y el 18 de febrero. Su cuerpo fue hallado en avanzado estado de descomposición en el vestíbulo de la casa.
Un informe del detective Joel Cano detalló que Hackman presentaba “manos ennegrecidas y tejido dañado”, signos de descomposición activa. La causa de muerte fue atribuida a una enfermedad cardíaca, con Alzheimer avanzado como condición contribuyente.
Uno de los hallazgos más desconcertantes fue la muerte de su perra, Zinna, una kelpie australiana que se estaba recuperando de una cirugía. El informe veterinario concluyó que la mascota probablemente murió de deshidratación e inanición.
Diagnóstico mortal: hantavirus
La autopsia de Betsy Arakawa, de 65 años, reveló inflamación pulmonar y dio positivo a hantavirus, una enfermedad rara pero potencialmente mortal que se transmite por la exposición a excrementos o secreciones de roedores infectados.
El Departamento de Salud Pública de Nuevo México realizó una evaluación ambiental el 5 de marzo, descubriendo que la propiedad estaba infestada de roedores muertos y nidos, esparcidos en ocho estructuras aledañas. Las autoridades consideran la casa como un foco potencial de contagio del virus.
El hantavirus comienza con síntomas similares a los de la gripe —dolor de cabeza, fiebre, mareos— pero puede escalar rápidamente a síndrome pulmonar, provocando insuficiencia respiratoria y cardíaca. Es una enfermedad difícil de diagnosticar sin sospecha clínica y extremadamente peligrosa.
¿Pudo haber sido evitado?
La información revelada plantea una pregunta inquietante: ¿podría haberse evitado la muerte de Arakawa? Su insistencia en buscar síntomas en internet, comprar oxígeno, y su último intento de contactar a un proveedor de salud indican que estaba consciente de la gravedad de la situación. Sin embargo, la progresión fulminante del hantavirus le ganó la carrera.
En el caso de Hackman, quien dio negativo a hantavirus, su estado de salud previo, agravado por el Alzheimer, parece haber sido determinante. Lo más trágico es que posiblemente ni siquiera estaba consciente de que su esposa había muerto, según indicaron las autoridades.
Silencio final
Durante la investigación, la policía revisó registros de llamadas telefónicas, mensajes de voz, y consultó las grabaciones de las cámaras corporales de los agentes. También se incluyeron entrevistas con testigos, además de fotografías del lugar que muestran medicamentos no relacionados con la causa de muerte, acumulados en la habitación de Arakawa.
Los detalles pintan un cuadro sombrío de aislamiento, deterioro físico y una serie de síntomas que inicialmente fueron confundidos con una gripe común o COVID-19, pero que escondían una enfermedad mucho más letal: el hantavirus.
La fragilidad del desconocimiento
El caso de Gene Hackman y Betsy Arakawa resalta una verdad alarmante: el desconocimiento sobre enfermedades raras puede costar vidas. La pareja, aparentemente saludable, fue víctima de una combinación letal de factores: un virus poco común, un entorno insalubre y condiciones médicas previas no tratadas a tiempo.
También pone en evidencia la necesidad de acciones preventivas ante infestaciones de roedores y mayor concientización sobre enfermedades emergentes como el hantavirus.
En memoria de una de las leyendas del cine y su compañera de vida, queda una lección de salud pública: ante síntomas persistentes o inusuales, buscar ayuda médica inmediata puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.