En la Vassouras rural de mediados del siglo XIX, nació una niña destinada a romper moldes: Eufrásia Teixeira Leite (1850–1930). Heredera de una de las fortunas más grandes del Brasil imperial, desafió las normas de género, se convirtió en la primera mujer en invertir en la Bolsa de París y multiplicó su patrimonio hasta sumar hoy el equivalente a US $193 millones en oro. Sin descendencia, dejó su inmensa riqueza a instituciones educativas y asistenciales de Vassouras y París, cimentando un legado de filantropía que aún hoy inspira.
Linaje, infancia y educación aristocrática
Eufrásia nació el 15 de abril de 1850 en Vassouras, Río de Janeiro, en el seno de dos familias de la alta sociedad cafetalera: los Teixeira Leite (paterno) y los Correia e Castro (materno). Su padre, Joaquim José Teixeira Leite (1812–1872), licenciado en Derecho y político —vicepresidente de la provincia— dirigía “Casa Teixeira Leite & Sobrinhos”, firma de intermediación financiera para los grandes productores de café. Su madre, Ana Esméria Correia e Castro, provenía también de abolengo terrateniente.
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Hermanos: Francisca Bernardina (1845–1899) y un hermano fallecido en la infancia.
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Educación: Madame Grivet Girls’ School en Vassouras: francés, piano, geografía, aritmética y, excepcionalmente, matemáticas financieras y nociones de mercado.
Mientras otras niñas aprendían labores domésticas, Eufrásia y Francisca estudiaban tres idiomas, aritmética avanzada y etiqueta cosmopolita. Su padre, al quedarse sin heredero varón, preparó a sus hijas para administrar el imperio familiar.
Herencia multimillonaria y éxodo a Europa
En 1872, tras la muerte de su padre, las hermanas recibieron 767 contos de réis (c. US $50 millones actuales), equivalentes al 5 % de las exportaciones brasileñas de entonces. Un año después, su abuela materna legó otros 106 contos, incluidos títulos de deuda pública y doce esclavos, rápidamente vendidos. Con la región cafetalera en declive, las hermanas:
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Vendieron propiedades urbanas y rurales.
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Liberaron a los esclavos.
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Migraron a París en 1873 para proteger su capital y explorar nuevas oportunidades.
Partieron con una maleta de activos financieros: bonos del Banco de Brasil, acciones y préstamos personales. Nada de plantaciones; su fortuna residía en valores mobiliarios.
Pionera en la Bolsa de París
En la capital francesa, Eufrásia se integró a la alta sociedad y, según la antropóloga Priscila Faulhaber, “rompió las barreras de género” al convertirse en la primera mujer inversora en la Bolsa de París, donde adquirió participaciones en 297 compañías de la Segunda Revolución Industrial: ferrocarriles, energía, bancos.
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Estrategia: diversificación geográfica (Francia, Reino Unido, Bélgica).
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Habilidad: combinó técnicas aprendidas de su padre con su propia intuición financiera.
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Resultado: multiplicó varias veces la herencia original, llegando a poseer hoy 1 850 kg de oro en valor.
Viviendo en un hôtel particulier en el 8.º arrondissement, codeándose con diplomáticos y aristócratas, Eufrásia manejó sus inversiones con discreción pero con mano firme.
Vida social y red de influencias
Mientras su hermana Francisca, con problemas de salud, vivía retirada, Eufrásia cultivó amistades influyentes:
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Isabel, princesa imperial de Brasil, en su exilio parisino.
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Joaquim Nabuco, diplomático y líder abolicionista, con quien mantuvo un romance epistolar (1873–1887).
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Círculos financieros de la Bolsa de París y clubes de inversores internacionales.
A pesar de su riqueza, mantenía un estilo de vida moderado: sin lujos ostentosos, pero con acceso a lo mejor de la cultura europea.
Retorno a Brasil y testamento filantrópico
Eufrásia volvió definitivamente en 1928, debilitada por una enfermedad renal. Sin herederos directos, redactó un testamento que disponía:
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Donar su fortuna principalmente a instituciones educativas y asistenciales de Vassouras.
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Destinar recursos al Instituto de los Misioneros del Sagrado Corazón en Roma, con escuelas en Brasil.
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Preservar la Casa da Hera, su residencia natal, como centro cultural y museo.
Falleció el 13 de septiembre de 1930 en Rio de Janeiro, a los 80 años. Sus restos reposan en el mausoleo familiar en Vassouras, aunque sin lápida que los identifique.
Museo Casa da Hera: memoria y patrimonio
La Casa da Hera en Vassouras, gestionada por el Museo Casa da Hera, conserva muebles, retratos (Carolus Duran, 1887) y la correspondencia con Nabuco. Este museo:
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Documenta su gestión financiera y su filantropía.
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Ofrece visitas guiadas y rutas literarias sobre la aristocracia cafetalera.
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Promueve investigaciones académicas sobre género y capital en el Brasil decimonónico.
Impacto social de sus donaciones
Gracias a Eufrásia:
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Se fundaron escuelas técnicas y bibliotecas en Vassouras.
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Se mejoraron asilos y hospitales rurales.
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Se otorgaron becas a estudiantes de escasos recursos.
Su legado benefició a decenas de miles de personas, contribuyendo al desarrollo regional y al acceso a la educación.
Resurgimiento del interés académico
Investigadoras como Cecília Elisabeth Barbosa Soares preparan libros sobre Eufrásia, resaltando su rol pionero. Conferencias en UniRio y Mast estudian su impacto en:
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Historia de las inversiones femeninas.
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Patrimonio cultural de la aristocracia cafetalera.
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Empoderamiento económico de la mujer.
Comparativa con otras inversoras de la época
Nombre | País | Mercado | Legado social |
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Eufrásia Teixeira Leite | Brasil | París, Europa | Educación y salud |
Hetty Green | EE UU | Bolsa de NY | Fideicomisos familiares |
Angela Burdett-Coutts | Reino Unido | Ferrocarriles | Caridad urbana |
Eufrásia destaca por combinar inversión global con filantropía local, un modelo raro en aquel tiempo.
Conclusión: un faro de empoderamiento femenino
Eufrásia Teixeira Leite transformó una enorme herencia en una fortuna aún mayor, convirtiéndose en una de las pocas mujeres inversoras de su tiempo. Rompió barreras sociales y demostró que la educación financiera permite a las mujeres gestionar su destino. Al legar su patrimonio a causas sociales, selló un pacto vital con Vassouras y París, garantizando que su riqueza sirviera al bien común.
Su historia ilumina dos enseñanzas clave:
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El poder de la formación: aprender finanzas y mercados abrió para Eufrásia horizontes vetados a la mayoría de mujeres de su época.
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La responsabilidad social del capital: su testamento muestra que la riqueza puede y debe retornar a la comunidad.
Hoy, 175 años después de su nacimiento, Eufrásia inspira a nuevas generaciones de inversoras, filántropas y académicas. Su vida prueba que la audacia financiera y la generosidad social pueden combinarse para generar un impacto duradero. La multimillonaria de Vassouras no solo compró oro: construyó un legado de oportunidades que perdura en cada aula y cada hospital que fundó con su generosidad.
Eufrásia es, sin duda, un icono de empoderamiento femenino y de modernidad en el Brasil decimonónico, cuya influencia financiera y social sigue resonando en el siglo XXI.