El lunes 28 de abril de 2025, a las 12:32 h (CEST), la Península Ibérica vivió un “cero nacional”: un colapso masivo del sistema eléctrico que dejó sin luz a más de 60 millones de personas en España, Portugal e incluso afectó al sur de Francia. Nunca antes en su historia habían registrado una caída de tal envergadura. En apenas cinco segundos, España perdió 15 gigavatios (GW), el 60 % de su demanda, y Portugal vio caer su consumo un 93 %, de 8,16 GW a 0,6 GW.
A continuación, un recorrido por los 20 indicadores clave que ilustran la magnitud y el impacto de este apagón histórico.
Pérdida instantánea de potencia: –15 GW en 5 segundos
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España pasó de 25 184 MW a 12 425 MW en cinco segundos, según REE, generando un “cero nacional” sin precedentes.
Alcance poblacional: 60 millones de afectados
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Más de 47 millones en España y 10 millones en Portugal quedaron sin electricidad; parte del sur de Francia sufrió interrupciones breves.
Duración máxima: hasta 20 horas de fallo
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Algunas zonas permanecieron sin luz casi un día; la red española tardó entre 6 y 10 horas en recuperarse, aunque en regiones remotas el restablecimiento llevó más tiempo.
Importaciones de Portugal: caída del 33 %
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Portugal dependía de España para el 33 % de su consumo; su demanda se desplomó de 8,16 GW a 0,6 GW (93 % desconectado).
Aporte internacional: +700 MW de Francia
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La red francesa RTE inyectó 700 MW para acelerar la restauración en España.
Trenes y metros: 35 000 pasajeros rescatados
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Renfe y Metro de Madrid quedaron paralizados; servicios de emergencia evacuaron 35 000 pasajeros atrapados en túneles y estaciones.
Semáforos apagados: caos vial en grandes ciudades
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Madrid, Barcelona y Valencia vieron interrumpido el 100 % de sus semáforos durante horas, multiplicando accidentes leves y retenciones masivas.
Tráfico aéreo: vuelos grounded por horas
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Aeropuertos de Madrid-Barajas y Barcelona-El Prat suspendieron despegues y aterrizajes durante la hora pico, retrasando cientos de vuelos internacionales.
Internet: caída de 57 % en DE-CIX Madrid
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El intercambio de datos pasó de 588 Gbit/s a 252 Gbit/s en minutos, afectando streaming, teletrabajo y banca online.
Telefonía: incidencias x5 en operadores
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Movistar, Orange, Vodafone y Jazztel reportaron cinco veces más fallos en móvil y fijo según Downdetector.
Centros de datos: respaldo crítico
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Pese al blackout, el 90 % de los data centers operó con generadores de emergencia, evitando la pérdida de información empresarial.
Consumo de gas: +12 % de demanda inmediata
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Con la luz ausente, hogares e industrias elevaron la combustión de gas para calefacción y cocción, incrementando la demanda de gas natural.
Hospitales: 120 centros en emergencia
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Más de 120 hospitales activaron grupos electrógenos; cinco pacientes fallecieron por fallo de equipos médicos, en investigación por relación con el apagón.
Emergencias: +300 % llamadas al 112
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Las llamadas a servicios de urgencia se triplicaron, gestionando colapsos de ascensores, incendios por velas y accidentes de tráfico.
Economía: €1 600 millones de pérdida diaria
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Analistas estiman un impacto de €1,6 mm en el PIB español por paro industrial y comercial; la industria cárnica perdió €190 mm en un día.
Operaciones bancarias: 8 horas en offline
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Cajeros automáticos y TPV dejaron de funcionar; la banca online operó con caídas de hasta 80 % y recuperación gradual tras restablecerse la red.
Comercio minorista: cierre del 70 % de tiendas
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Supermercados y centros comerciales cerraron por falta de luz y sistemas de cobro, generando colas masivas en farmacias y gasolineras.
Educación: 4 000 escuelas cerradas
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Comunidades autónomas suspendieron clases presenciales en más de 4 000 centros educativos por seguridad.
Turismo: hoteles y museos en oscuridad
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Monumentos como la Alhambra y el Prado cerraron al público temporalmente; hoteles funcionaron con generadores.
Debate energético: 43 % renovables
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La rápida caída de la producción solar (–50 % en 5 min) reavivó el debate sobre la “inercia” del sistema y la fiabilidad de renovables.
Conclusión:
El apagón del 28 de abril de 2025 quedará grabado como un episodio sin precedentes en la historia de la Península Ibérica. El súbito desplome de 15 gigavatios en apenas cinco segundos —el temido “cero nacional”— demostró cuán interconectados y, a la vez, vulnerables son los sistemas eléctricos modernos, especialmente aquellos con alta proporción de energías renovables de baja inercia.
Las 20 cifras presentadas ofrecen un retrato multidimensional de la crisis: desde la caída casi total del consumo en Portugal hasta el colapso de semáforos y trenes en las principales ciudades; desde el desplome del intercambio de datos en DE-CIX Madrid hasta el dramático aumento de las llamadas al 112. Cada indicador subraya que un apagón de esta magnitud no es solo un problema técnico, sino un terremoto social y económico: comercios clausurados, industria paralizada, pacientes en riesgo y un coste estimado de 1 600 millones de euros en un solo día.
Las lecciones son claras:
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Refuerzo de inercia: La red necesita mecanismos—baterías, síncronos o turbinas de gas rápidas—que aporten estabilidad instantánea de frecuencia.
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Diversificación de interconexiones: Ampliar y robustecer los enlaces con redes vecinas (Francia, Marruecos) para compartir potencia de emergencia.
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Planes de contingencia: Protocolos ágiles para servicios críticos (hospitales, transporte, comunicaciones) que minimicen riesgos humanos.
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Modernización de infraestructuras: Invertir en líneas de alta tensión más resilientes y en centros de control avanzados que detecten y aislen fallos antes del colapso global.
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Conciencia ciudadana: Fomentar el ahorro energético y la preparación ante emergencias, para que hogares y empresas sepan reaccionar sin pánico.
Mirando al futuro, la transición a un modelo energético sostenible no puede descuidar la seguridad y la fiabilidad. El episodio ibérico debe impulsar inversiones y políticas que conviertan la lección dolorosa de este apagón en una oportunidad para construir redes más robustas, inteligentes y capaces de resistir tanto picos de demanda como fallos imprevistos. Solo así será posible garantizar que la luz, motor de la vida moderna, no se apague nunca sin un plan de respaldo sólido.