Hace aproximadamente 201,6 millones de años, la Tierra experimentó una de las cinco grandes extinciones masivas que eliminó repentinamente alrededor de tres cuartas partes de todas las especies vivas. Este evento cataclísmico marcó el final del período Triásico y dio paso al Jurásico, una era en la que los dinosaurios prosperaron y dominaron el planeta.
La desaparición de numerosas especies se ha atribuido durante mucho tiempo a la elevada temperatura provocada por la acumulación de dióxido de carbono (CO₂) generado por erupciones volcánicas masivas. Sin embargo, un estudio reciente del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Escuela de Clima de Columbia plantea una hipótesis disruptiva: no fue el calor, sino el frío extremo causado por la rápida liberación de aerosoles de sulfato el verdadero detonante de esta extinción masiva.
Erupciones volcánicas y el comienzo de los inviernos volcánicos
Según el estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), las erupciones volcánicas masivas en la Provincia Magmática del Atlántico Central (CAMP) fragmentaron el supercontinente Pangea, liberando millones de kilómetros cúbicos de lava en un periodo de aproximadamente 600.000 años. A diferencia de la visión convencional, que atribuye el evento de extinción al calentamiento global, el estudio propone que las emisiones volcánicas también liberaron aerosoles de sulfato a la atmósfera, provocando un «invierno volcánico» que habría enfriado drásticamente el planeta.
Dennis Kent, autor principal del estudio, explica que los efectos del CO₂ y los sulfatos son opuestos en términos de temporalidad y resultado. Mientras que el dióxido de carbono requiere de una acumulación prolongada para generar un efecto invernadero y aumentar las temperaturas, los sulfatos tienen un impacto inmediato. Reflejan la luz solar, enfriando la superficie terrestre en un corto plazo. Este fenómeno abrupto, con episodios de enfriamiento que pudieron durar menos de un siglo cada uno, generó caídas drásticas de temperatura que las especies del Triásico no pudieron soportar.
¿Por qué el frío fue más letal que el calor?
Durante el Triásico tardío, los niveles de dióxido de carbono ya eran tres veces más altos que los actuales, lo que mantenía al planeta en un clima cálido, pero relativamente estable. Las erupciones en CAMP, sin embargo, provocaron una liberación súbita de aerosoles de sulfato, que bloqueó la luz solar y disminuyó abruptamente las temperaturas. Este contraste en la dinámica del clima generó condiciones extremas, especialmente letales para los grandes reptiles y plantas tropicales de la época, que estaban adaptados a un ambiente cálido. Kent señala que «los efectos de los sulfatos sucedieron en un periodo tan corto que fueron devastadores, algo que los seres humanos actuales podrían comprender debido a la rapidez con que ocurrieron estos eventos.»
Este enfriamiento súbito, conocido como «invierno volcánico», llevó a una crisis en los ecosistemas. Las temperaturas disminuyeron tan rápidamente que muchas especies no tuvieron tiempo de adaptarse o migrar hacia climas más templados, contribuyendo a una alta tasa de mortalidad.
Evidencias magnéticas y los cinco pulsos de lava
Uno de los descubrimientos más impactantes del estudio es la existencia de cinco pulsos de lava sucesivos, cada uno separado por menos de 100 años. Esta rápida sucesión de eventos volcánicos concentró el impacto de los aerosoles de sulfato, prolongando los inviernos volcánicos y amplificando el efecto de enfriamiento. La evidencia paleomagnética, hallada en depósitos de CAMP en lugares como Marruecos, Nueva Escocia y Nueva Jersey, muestra alineaciones de partículas magnéticas que sugieren que las erupciones ocurrieron casi al mismo tiempo en diversas regiones.
Este patrón de alineación magnética se debe al movimiento del polo magnético de la Tierra. Los depósitos de partículas formadas en un corto periodo apuntan en la misma dirección, mientras que los que se formaron en lapsos más largos presentan orientaciones divergentes. Esto respalda la idea de que los cinco pulsos de CAMP fueron fenómenos de corta duración pero extremadamente intensos.
Comparación con erupciones volcánicas históricas
Para poner en perspectiva el impacto de estos eventos, los investigadores hacen una comparación con la erupción del volcán islandés Laki en 1783, un evento que arrojó grandes cantidades de partículas a la atmósfera, causando bajas temperaturas y malas cosechas en Europa. Sin embargo, los pulsos de CAMP fueron cientos de veces más intensos, lo que sugiere que los inviernos volcánicos generados en esa época fueron significativamente más devastadores.
A pesar de que los aerosoles de sulfato desaparecen rápidamente de la atmósfera, su efecto fue catastrófico en un ecosistema que ya estaba en un equilibrio precario. Las temperaturas descendieron drásticamente en un planeta acostumbrado a climas cálidos, afectando particularmente a especies grandes y dependientes de un ambiente estable. Los sedimentos bajo las capas de CAMP muestran una rica diversidad de vida, incluidos grandes reptiles y plantas tropicales que desaparecieron rápidamente tras las erupciones.
Los supervivientes del frío: el origen del dominio de los dinosaurios
Aunque la extinción del Triásico acabó con la mayoría de las especies dominantes, algunos dinosaurios pequeños y emplumados lograron adaptarse y sobrevivir. Estos dinosaurios no solo soportaron las condiciones de frío extremo, sino que posteriormente prosperaron y se diversificaron, ocupando un rol dominante en el período Jurásico. Este grupo de supervivientes eventualmente evolucionó para adaptarse a un ambiente que volvió a calentarse gradualmente con la acumulación de CO₂, marcando así el comienzo de la era dorada de los dinosaurios.
Un enfoque renovado sobre el impacto climático y la extinción
Esta investigación destaca cómo la rápida sucesión de erupciones volcánicas y la concentración de eventos extremos puede tener un impacto más devastador en el clima que el volumen total de actividad volcánica prolongada en el tiempo. Como lo menciona Paul Olsen, coautor del estudio y paleontólogo en Lamont-Doherty, “Los eventos pequeños y extendidos a lo largo de decenas de miles de años tienen un efecto menor que el mismo volumen total de vulcanismo concentrado en menos de un siglo.”
El cambio en la visión de los mecanismos de esta extinción también plantea una reflexión sobre los posibles efectos de fenómenos climáticos actuales. Si bien la concentración de dióxido de carbono es un factor a largo plazo que sigue afectando al planeta, esta investigación subraya la importancia de considerar eventos climáticos repentinos, como erupciones volcánicas y otros desastres naturales, en las estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático.
el frío como el gran exterminador del Triásico
Este nuevo estudio redefine la percepción sobre la extinción del Triásico-Jurásico, al sugerir que el frío, no el calor, fue el detonante de una de las extinciones masivas más significativas en la historia de la Tierra. Aunque el dióxido de carbono tuvo un papel en el cambio climático a largo plazo, los inviernos volcánicos impulsados por aerosoles de sulfato fueron el factor letal que acabó con una gran diversidad de especies en un periodo breve.
La conclusión de que el frío extremo fue la causa principal abre nuevas vías de investigación sobre los efectos de eventos climáticos rápidos y su capacidad para remodelar la vida en la Tierra. Estos hallazgos no solo nos permiten entender mejor el pasado del planeta, sino también anticipar los posibles riesgos futuros en un mundo donde el cambio climático y los eventos extremos siguen siendo desafíos latentes.