Apenas mediodía en Mareterra, el barrio más reciente del Principado de Mónaco, y la luminosidad del Mediterráneo se confunde con los destellos de los rascacielos costeros. La terraza de Marlow, el primer restaurante británico de alta cocina en Mónaco, se llena de curiosos que brindan con cava; las escalinatas junto al agua acogen a oficinistas que descansan; y padres pasean a sus hijos en cochecitos por el Paseo Príncipe Jacques, una pasarela de 800 metros que abraza el perímetro del nuevo distrito.
Lo que hoy es un enclave integrado a la perfección en el entorno costero era, hace poco más de seis meses, un gigantesco andamiaje de hormigón y acero, y hace ocho años, simplemente el mar. Inaugurado en diciembre de 2024, Mareterra es un proyecto de 2.000 millones de euros (unos US$2.260 millones) concebido para responder a un problema centenario: ¿cómo ampliar el territorio de uno de los países más densamente poblados del mundo cuando ya no queda un centímetro cuadrado libre?
Este artículo recorre a fondo la ingeniería, la planificación urbana, las innovaciones ecológicas y las implicaciones sociales de Mareterra, el desarrollo costero que ha ampliado el Principado en un 3 % y promete convertirse en el referente mundial de construcción sobre el mar.
El contexto de Mónaco: un Principado sin espacio
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Mónaco, el segundo país más pequeño del mundo: Con apenas 2,02 km², el Principado solo supera en tamaño a la Ciudad del Vaticano. Pese a su diminuta extensión, alberga a cerca de 38.000 habitantes —entre ellos algunos de los multimillonarios más influyentes del planeta— y recibe millones de turistas cada año.
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La tradición de ganar terreno al mar: Desde 1907, Mónaco ha ampliado su superficie en un 25 % gracias a sucesivas operaciones de relleno. Zonas como Le Larvotto (playa), Fontvieille (barrio residencial y portuario) y el Puerto Hércules (yates de lujo) son ejemplos de estas expansiones.
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La herencia de Rainiero III y Alberto II: Si el “Príncipe Constructor” Rainiero III inició la tradición de recuperar tierras, su hijo Alberto II, comprometido con la neutralidad de carbono para 2050, ha impulsado proyectos que integran innovación técnica y sostenibilidad, culminando en Mareterra.
Mareterra: datos clave y planificación
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Superficie y coste: Se construyó sobre seis hectáreas de mar, con un presupuesto de 2.000 millones de euros.
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Programación urbana: El barrio cuenta con:
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Dos bloques residenciales (uno diseñado por Renzo Piano) y 10 villas privadas.
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Cuatro casas adosadas de lujo.
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Un puerto deportivo de pequeña escala.
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14 locales comerciales y de restauración.
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Tres hectáreas de espacios públicos y jardines.
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Conexión con el entorno: Se ubica junto al Foro Grimaldi y el Jardín Japonés, completando un corredor cultural y recreativo frente al mar.
La construcción sobre el mar: la ciencia de los cajones de hormigón
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Las cámaras de 10.000 toneladas: Dieciocho “cajones” de hormigón armado de 26 metros de altura y 10.000 t cada uno asientan el perímetro de Mareterra sobre el fondo marino.
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El sistema Jarlan: Cada cajón incorpora ranuras verticales y relieves diseñados para actuar como rompeolas pasivos. Al dejar penetrar y dispersar la energía del oleaje, protegen el nuevo barrio incluso durante tormentas históricas.
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La Gruta Azul: Espacio interior de uno de los cajones, donde la luz matinal filtra en tonos azulados, evocando la cueva homónima de Capri.
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Desafíos técnicos: Instalación a más de seis metros de profundidad, soldadura de piezas de acero en condiciones submarinas, y movilización de equipos en un entorno urbano y costero densamente transitado.
Innovación ecológica: un laboratorio para la neutralidad de carbono
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Paneles solares y movilidad eléctrica: 9.000 m² de paneles fotovoltaicos y 200 puntos de recarga para vehículos eléctricos.
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Vegetación y espacios verdes: 800 árboles de pino mediterráneo y olivos en La Pinède, así como jardines rocosos de adoquines de piedra local.
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Protección de Posidonia oceanica: Trasplante pionero de 384 m² de pradera de fanerógama marina, protegida por la UE, utilizando palas adaptadas y cestas especiales para conservar el rizoma y sedimentos.
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Restauración de hábitats marinos: Instalación de texturas y relieves en las cámaras para fomentar la colonización de algas y pequeños organismos, creando “oasis” de biodiversidad.
Arquitectura y paisajismo: armonizando mar y monte
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Renzo Piano y Le Renzo: El bloque diseñado por el renombrado arquitecto italiano destaca por sus suaves azules y grises, integrándose con el perfil costero y el horizonte en lontananza.
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Espacios de arte y contemplación:
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La Gruta Azul: Para la meditación, diseñada por Tia-Thủy Nguyễn.
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Quatre Lances: La escultura de Alexander Calder, recuperada del almacén, actúa como punto de encuentro.
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Paseo Príncipe Jacques: Una pasarela peatonal y ciclista de hormigón continuo que ofrece vistas ininterrumpidas al mar y a la costa italomonegasca.
Un barrio pensado para los residentes
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Uso mixto limitado al lujo: A diferencia de proyectos anteriores, aquí no se ha reservado ninguna vivienda para ciudadanos monegascos. Todos los inmuebles están dirigidos al mercado de ultra-lujo, con precios a partir de 100.000 €/m², los más elevados del mundo.
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Comercios y servicios: Aunque pocos y selectos, el barrio incorpora tiendas gourmet, galerías de arte y centros de bienestar destinados a un público local y visitantes de alto poder adquisitivo.
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Accesos y conexiones: Mareterra se integra a la red de autobuses urbanos de Mónaco y a la línea de tranvía en proyecto, además de paseos marítimos que conectan con Larvotto y Fontvieille.
Debate social: accesibilidad y futuro del espacio costero
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Exclusividad vs. necesidad de vivienda social: Con casi 10.000 monegascos y listas de espera para vivienda protegida, Mareterra plantea el dilema de la gentrificación y el uso de territorio público para proyectos de lujo.
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Liberalización del suelo: Ante la falta de espacio, el Principado debe definir si seguirán predominando los desarrollos privados de alto standing o si se reservarán parcelas para usos comunitarios y asequibles.
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Impacto económico: Mareterra ya ha generado miles de empleos en construcción, hostelería y servicios, y se espera que atraiga inversiones internacionales en retail y leisure.
Un modelo para las ciudades costeras del siglo XXI
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Laboratorio de innovación: Mareterra sirve como banco de pruebas de técnicas de ingeniería litoral, replicables en ciudades amenazadas por la subida del nivel del mar.
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Ejemplos globales: Ciudades como Hong Kong, Dubai y Ámsterdam estudian la viabilidad de extensiones marinas inspiradas en el enfoque monegasco.
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Neutralidad de carbono y resiliencia: Integrar energías renovables, movilidad eléctrica y restauración ecológica convierte a Mareterra en un modelo de desarrollo sostenible.
Futuro de la expansión monegasca
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Proyectos en estudio: Nuevas plataformas marinas frente a Larvotto Oeste y Nanocorte de Fontvieille podrían aumentar el territorio en un 5 % adicional.
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Visión del Príncipe Alberto II: “Donde hay innovación tecnológica y voluntad política, encontramos el camino para ampliar nuestros límites. Mónaco seguirá creciendo mientras existan mar y ambición”.
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Retos legales y diplomáticos: Las obras marinas deben respetar las aguas territoriales francesas y la legislación europea; la cooperación con la Côte d’Azur es clave para futuros desarrollos.
Conclusión
Mareterra no es solo el barrio más lujoso del mundo, sino también el símbolo más rotundo de la capacidad de un microestado para reinventarse y ampliar sus fronteras donde parece imposible. Con un coste de más de US$2.000 millones, una ingeniería vanguardista y un compromiso ecológico sin precedentes en Mónaco, este proyecto demuestra que aún queda terreno —literal y figurado— para la innovación urbana.
Sin embargo, la pregunta persiste: cuando las olas rompen contra las cámaras de hormigón, ¿quién se beneficia realmente de esta tierra ganada al mar? Mareterra plantea un dilema entre el sueño millonario y las necesidades de quienes habitan el Principado. Sea como fuere, el nuevo barrio costero de Mónaco se erige como referente ineludible para ciudades y arquitectos de todo el mundo.