El primer Papa estadounidense y segundo latinoamericano, Robert Francis Prevost, conocido ahora como León XIV, inició su pontificado con un llamado ferviente a revitalizar la fe en una sociedad marcada por el materialismo y la indiferencia religiosa. Durante su primera misa celebrada en la histórica Capilla Sixtina, el nuevo líder católico instó a los creyentes a ser un «faro que ilumina las noches del mundo».
Una elección histórica para la Iglesia Católica
Robert Francis Prevost, nacido en Estados Unidos y nacionalizado peruano, fue elegido Papa en un cónclave histórico donde participaron 133 cardenales. Bajo el nombre de León XIV, se convierte así en el sucesor inmediato del recordado Papa Francisco, asumiendo una misión crítica en tiempos difíciles para la Iglesia.
La elección de Prevost es significativa, ya que representa tanto a Norteamérica como a América Latina, dos regiones fundamentales para el catolicismo actual. Su elección refleja también un reconocimiento de la necesidad de un liderazgo fuerte y revitalizador para enfrentar los desafíos modernos.
Primer mensaje de León XIV: «Llevar una cruz»
En su primera homilía, León XIV destacó la responsabilidad espiritual que había asumido, refiriéndose simbólicamente a la cruz que Jesucristo confió a sus discípulos.
«Me han llamado para llevar una cruz y para ser bendecido con esta misión, y quiero que ustedes caminen conmigo porque somos Iglesia, una comunidad que debe anunciar la Buena Nueva», dijo el Papa ante los cardenales que lo eligieron.
Iglesia, faro en tiempos oscuros
Durante la ceremonia, León XIV alertó sobre el creciente alejamiento de la fe cristiana en favor del dinero, el poder y el placer, tendencias predominantes en la sociedad actual.
«Son muchos los contextos en los que la fe cristiana se considera un absurdo, algo para personas débiles y poco inteligentes. Contextos en los que se prefieren otras seguridades distintas a la que ella propone, como la tecnología, el dinero, el éxito, el poder o el placer», resaltó.
Frente a esta realidad, pidió que la Iglesia Católica actúe como un faro, llevando luz a esos espacios donde la oscuridad espiritual prevalece.
Evangelizar en contextos difíciles
El Papa subrayó la dificultad de predicar el Evangelio en lugares donde la fe se desprecia o ridiculiza. En su discurso, enfatizó la urgencia de esta misión:
«No es fácil testimoniar y anunciar el Evangelio donde se ridiculiza a quien cree, se le obstaculiza y desprecia, o, a lo sumo, se le soporta y compadece. Estos son precisamente los lugares en los que la misión es más urgente», dijo.
Asimismo, destacó que la ausencia de fe genera graves consecuencias sociales como la pérdida del sentido de vida, crisis familiares y violaciones a la dignidad humana.
Contra el «ateísmo de hecho»
Uno de los puntos centrales en su homilía fue la crítica al «ateísmo de hecho», fenómeno que describió como la reducción de Jesús a un simple líder carismático o superhombre, incluso entre creyentes.
«No faltan tampoco los contextos en los que Jesús, aunque apreciado como hombre, es reducido solamente a una especie de líder carismático o a un superhombre. Esto sucede no solo entre los no creyentes, sino incluso entre muchos bautizados», advirtió León XIV.
El llamado a una conversión cotidiana
El nuevo pontífice subrayó la importancia de una relación personal y constante con Cristo, basada en una conversión cotidiana que se traduzca en acciones concretas:
«Es fundamental hacerlo antes de nada en nuestra relación personal con Él, en el compromiso con un camino de conversión cotidiano. Pero también como Iglesia, viviendo juntos nuestra pertenencia al Señor y llevando a todos la Buena Noticia», sostuvo el Papa.
Inspirado por Francisco, pero con voz propia
Siguiendo el legado del Papa Francisco, León XIV pidió al purpurado «dar testimonio de la fe gozosa en Jesús Salvador», reiterando que la tarea principal de la Iglesia es comunicar alegría y esperanza mediante el Evangelio.
No obstante, también imprimió su propio sello, enfatizando la humildad como eje central de su pontificado:
«Desaparecer para que permanezca Cristo, hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado, gastándose hasta el final para que a nadie le falte la oportunidad de conocerlo y amarlo», concluyó León XIV.
Un mensaje optimista en tiempos difíciles
Al finalizar la misa, León XIV se tomó el tiempo para bendecir incluso a los niños miembros del coro, un gesto que refleja su compromiso personal con la cercanía y la ternura pastoral.
Su salida de la Capilla Sixtina estuvo marcada por los aplausos, reflejando la aprobación y el respaldo inicial de su liderazgo por parte de los miembros más importantes de la Iglesia Católica.
Desafíos por delante para León XIV
El Papa León XIV comienza su pontificado en un contexto complejo: escándalos internos, desafíos externos y una sociedad cada vez más secularizada. Su capacidad para guiar a la Iglesia hacia una nueva etapa de evangelización y compromiso social será observada con atención por fieles y observadores en todo el mundo.
Su visión es clara: revivir la fe en una época donde las «noches del mundo» parecen imponerse, siendo la humildad, el compromiso y la alegría del Evangelio las claves para superar estos desafíos y llevar la esperanza cristiana a cada rincón del planeta.