Un sabio que habla desde la evidencia y la experiencia
Silvio Garattini, con 96 años, no solo es una figura respetada en la medicina oncológica europea, sino también un referente moral. Fundador de un prestigioso instituto de investigación, ha dedicado su vida a estudiar los mecanismos del cáncer, las terapias farmacológicas y, sobre todo, las formas en que esta enfermedad puede evitarse.
Con la lucidez de quien ha atravesado casi un siglo de avances médicos, Garattini no se guarda nada: el cáncer se puede prevenir en gran medida, pero la sociedad no quiere escuchar. ¿Por qué? Porque las medidas preventivas requieren voluntad, disciplina y, muchas veces, ir contra el estilo de vida moderno.
El origen evitable del cáncer
Garattini lo dice con claridad: “El 40% de los cánceres se podrían evitar si aplicáramos lo que ya sabemos”. No se trata de nuevos descubrimientos revolucionarios, sino de pautas probadas durante décadas por la medicina preventiva y la epidemiología.
Las causas más comunes del cáncer —y las más evitables— están directamente ligadas al comportamiento humano: fumar, beber en exceso, la obesidad, el sedentarismo, la mala alimentación y la exposición innecesaria a radiación solar o sustancias tóxicas.
El problema no es la ignorancia, sino la negación voluntaria. “Sabemos lo que hay que hacer, pero no lo hacemos”, sentencia.
1. Tabaco: el enemigo silencioso número uno
A pesar de todas las campañas, el tabaco sigue siendo la principal causa prevenible de cáncer en el mundo. No solo de pulmón, sino también de vejiga, esófago, riñón, estómago, páncreas y muchos otros.
Garattini insiste: dejar de fumar no es solo una opción saludable, es un acto de responsabilidad personal y social. Cada cigarrillo consumido aumenta de forma significativa la posibilidad de mutaciones celulares malignas.
Además, el humo pasivo sigue matando, lo que hace del tabaquismo una epidemia con víctimas invisibles.
2. Alcohol: una bomba silenciosa en copa elegante
Otro hábito ampliamente tolerado socialmente pero profundamente peligroso es el consumo de alcohol. Incluso en cantidades moderadas, el alcohol aumenta el riesgo de cáncer de mama, hígado, colon, boca y garganta.
Garattini es categórico: no existe una “dosis segura”. El alcohol debe ser considerado una sustancia tóxica desde el punto de vista oncológico, aunque su consumo esté fuertemente arraigado a la cultura y la vida social.
3. Alimentación: el cáncer empieza en el plato
La dieta moderna, rica en ultraprocesados, grasas saturadas, azúcares refinados y carnes rojas, es un caldo de cultivo perfecto para diversos tipos de cáncer. Por el contrario, una alimentación basada en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y grasas saludables tiene un efecto protector demostrado.
Garattini no propone dietas milagrosas, sino volver a una alimentación más natural y equilibrada, libre de aditivos y toxinas innecesarias. Comer menos y mejor también ayuda a combatir otro gran factor de riesgo: la obesidad.
4. La inactividad física mata
El sedentarismo es una de las pandemias más invisibles pero letales del siglo XXI. La falta de ejercicio regular está asociada a un mayor riesgo de desarrollar cáncer de colon, mama, útero y otros.
No se trata de convertirse en un atleta, aclara Garattini, sino de incorporar movimiento diario: caminar, subir escaleras, bailar, andar en bicicleta, mantener una vida activa. Mover el cuerpo es prevenir el cáncer.
5. El sol, amigo y enemigo
La exposición excesiva a los rayos UV es una causa directa del cáncer de piel, incluido el melanoma, uno de los más agresivos. A pesar de las advertencias, millones de personas siguen sin usar protector solar o se broncean deliberadamente.
Garattini recuerda que proteger la piel desde la infancia es fundamental. Las quemaduras solares acumuladas a lo largo de la vida tienen un efecto acumulativo que puede derivar en mutaciones malignas.
6. Contaminación y toxinas ambientales
La exposición prolongada a sustancias cancerígenas en el aire, el agua o el entorno laboral sigue siendo una fuente relevante de riesgo, especialmente en grandes ciudades o industrias no reguladas.
Aunque este factor muchas veces escapa del control individual, Garattini aboga por una mayor conciencia social y presión ciudadana para exigir políticas ambientales más estrictas.
7. Detección precoz: una forma de prevenir la muerte
La prevención no solo es evitar la enfermedad, sino detectar a tiempo lo que aún no ha causado síntomas. Garattini insiste en la importancia de realizarse chequeos periódicos: colonoscopías, mamografías, pruebas de Papanicolaou, análisis de sangre, etc.
Cuanto antes se detecta un cáncer, mayores son las probabilidades de curación. Pero la mayoría de personas postergan estos exámenes por miedo o desinterés.
La batalla cultural contra el cáncer
Silvio Garattini no solo habla como científico, sino como observador social. Para él, el verdadero reto no está en los laboratorios, sino en la resistencia cultural a los cambios de hábito. Vivimos en una sociedad que glorifica el consumo, el placer inmediato y la comodidad, tres pilares que alimentan silenciosamente el cáncer.
Prevenir implica disciplina, conciencia, educación y, sobre todo, voluntad. “No podemos delegar todo en la ciencia o la medicina. Cada uno tiene una parte de responsabilidad en su salud”, afirma.
¿Y si empezáramos hoy?
Garattini plantea una pregunta incómoda pero urgente: ¿Qué pasaría si todos adoptáramos, desde mañana, estas medidas preventivas? La respuesta es contundente: millones de vidas se salvarían, se reducirían los costos sanitarios, habría menos dolor, menos pérdidas.
Pero para que eso ocurra, necesitamos un cambio de mentalidad colectiva. No basta con saber qué hacer. Hay que hacerlo.
La sabiduría de casi un siglo de ciencia
A los 96 años, Garattini no solo mantiene su mente aguda, sino también una lucidez ética admirable. Su mensaje no es moralista, sino profundamente humano. No habla desde un pedestal, sino desde el conocimiento y la preocupación por un mundo que parece haber olvidado lo básico: vivir bien es la mejor medicina.
“No se trata de vivir más años, sino de vivirlos con calidad”, concluye.
La verdadera revolución está en nuestras manos
El cáncer no es un destino inevitable. En gran parte, es el resultado de elecciones repetidas, de hábitos ignorados, de señales desatendidas. Y también puede ser prevenido con información, conciencia y pequeñas decisiones cotidianas.
Silvio Garattini, con casi un siglo de vida dedicada a la ciencia, nos recuerda que la prevención es un acto de amor propio. No necesitamos más descubrimientos, sino más acción. Porque al final, como él dice, las claves ya las sabemos… pero no las hacemos.