El vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, ha sacudido el tablero internacional al confirmar que Washington ha presentado una “propuesta muy explícita” a Rusia y Ucrania para poner fin al conflicto armado que ya lleva más de tres años. Este plan de paz incluye una premisa que ha generado controversia mundial: la aceptación de concesiones territoriales por ambas partes, consolidando así las actuales líneas del frente como potenciales nuevas fronteras oficiales.
La iniciativa, calificada como “la oferta final” del presidente Donald Trump, fue entregada en París a funcionarios ucranianos y plantea que Ucrania renuncie a recuperar Crimea y acepte la ocupación rusa de gran parte del este del país. A cambio, Rusia también haría concesiones aún no especificadas.
¿Qué contiene la propuesta estadounidense?
Según detalló Vance en declaraciones desde India, la propuesta sugiere “congelar” el conflicto en las líneas territoriales actuales o muy cercanas. En la práctica, esto significaría reconocer el control ruso sobre aproximadamente el 18,7 % del territorio ucraniano, incluyendo Crimea —anexada por Moscú en 2014— y las regiones ocupadas desde la invasión de 2022.
“El único camino hacia la paz es que ambos bandos bajen las armas y comiencen a construir una mejor Rusia y una mejor Ucrania”, declaró Vance, dejando claro que si las partes no aceptan este acuerdo, Estados Unidos se retirará del proceso de mediación.
Ucrania responde con rechazo categórico
La reacción del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, no se hizo esperar. Desde Kiev, fue tajante: “Esto viola nuestra Constitución. Este es nuestro territorio, el territorio del pueblo de Ucrania”. Zelenski reiteró que Ucrania jamás aceptará la ocupación rusa de Crimea ni la prohibición de integrarse a la OTAN, otro de los puntos clave exigidos por Moscú y respaldados indirectamente en la propuesta estadounidense.
La ministra de Economía de Ucrania, Yulia Svyrydenko, reforzó esta posición desde su cuenta en X (antes Twitter), asegurando que “Ucrania está dispuesta a negociar, pero no a rendirse”. Para el gobierno ucraniano, cualquier acuerdo que legitime las ganancias territoriales de Rusia representa una traición a la soberanía nacional.
Europa, dividida y marginada
La propuesta estadounidense también ha generado incomodidad en Europa. Según fuentes diplomáticas, los esfuerzos de Reino Unido, Francia y Alemania por mediar en conjunto con Estados Unidos han sido desplazados por la vía directa entre Washington y Moscú. La cancelación inesperada de la asistencia del secretario de Estado Marco Rubio a una reunión en Londres dejó entrever una fractura en la coordinación internacional.
La ausencia estadounidense en la reunión técnica provocó preocupación entre diplomáticos europeos, que temen que sus intereses y los de Ucrania estén siendo dejados de lado en una negociación bilateral dominada por Washington y el Kremlin.
Rusia no se opone al plan, pero exige matices
Desde Moscú, la respuesta ha sido más reservada, pero no negativa. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, confirmó que “las interacciones continúan” y que “hay muchos matices que deben discutirse”. Esto indica que Rusia podría estar abierta a congelar el conflicto bajo sus propios términos, especialmente si le permite consolidar su control sobre las regiones anexadas.
El presidente Vladímir Putin lleva meses expresando públicamente que estaría dispuesto a firmar un alto al fuego si Ucrania cede Crimea y las cuatro regiones que Rusia ha reclamado como suyas.
Presión sobre Zelenski y ecos del pasado
Las palabras del vicepresidente Vance, aunque diplomáticas, buscaban aumentar la presión sobre Zelenski, al que el expresidente Trump acusó directamente de prolongar la guerra. “Puede tener paz, o puede luchar otros tres años”, escribió Trump en Truth Social.
Trump también cuestionó por qué Ucrania no luchó por Crimea en 2014, y calificó de “incendiaria” la reciente declaración de Zelenski en defensa de la soberanía ucraniana.
Este tipo de comentarios, junto con la propuesta de paz unilateral, son percibidos como un giro estratégico del gobierno estadounidense bajo el liderazgo republicano. En lugar de seguir apostando por la restauración territorial de Ucrania, Washington parece inclinarse por una salida pragmática y definitiva, aunque sea a costa de los principios de autodeterminación y soberanía.
Una negociación de alto riesgo
Analistas internacionales advierten que esta propuesta podría tener consecuencias de largo alcance. Por un lado, pondría fin a un conflicto devastador, que ha causado cientos de miles de muertos y desplazados. Por otro, sentaría un precedente peligroso al legitimar la conquista militar como herramienta geopolítica.
Desde Kiev, el jefe de gabinete presidencial Andriy Yermak llegó a Londres con la esperanza de que las conversaciones multilaterales continúen. “A pesar de todo, seguimos trabajando por la paz”, afirmó, intentando mantener abierta la puerta a una solución diplomática.
¿Un camino a la paz o una capitulación?
La propuesta de Estados Unidos representa un punto de inflexión. Si bien busca cerrar el capítulo más violento de la historia reciente de Europa, también corre el riesgo de dividir a los aliados occidentales y erosionar el orden internacional basado en el respeto a las fronteras.
La respuesta de Ucrania será determinante. Ceder territorio a cambio de paz inmediata podría salvar vidas hoy, pero también podría condenar al país a futuros chantajes territoriales. Para Rusia, aceptar el plan consolidaría sus avances militares sin necesidad de una victoria total en el campo de batalla.
Con Washington presionando por una resolución inmediata y Europa buscando preservar sus principios, el destino de Ucrania —y el equilibrio global— penden de una balanza cada vez más inestable.