El Gobierno de la República Popular China ha dado a conocer un nuevo libro blanco titulado “La lucha de China contra la COVID-19: acciones y contribuciones”, en el que detalla con precisión sus medidas para la prevención, control y rastreo del origen del coronavirus. El documento, publicado por la Oficina de Información del Consejo de Estado, representa el esfuerzo oficial más amplio hasta la fecha por narrar la versión china sobre la gestión de la pandemia desde sus primeros momentos en Wuhan hasta las medidas actuales.
Este informe llega en un momento en que persisten las dudas, críticas y teorías sobre el origen del virus, el manejo inicial del brote y la transparencia de los datos compartidos con la comunidad internacional. China pretende, con este documento, reivindicar su papel como actor responsable y colaborativo ante una de las mayores crisis sanitarias globales del siglo XXI.
Prevención del COVID-19 en China: acciones sanitarias desde el brote inicial
Desde el inicio del brote en diciembre de 2019, China implementó estrategias de prevención epidemiológica que se convirtieron en referencia para otros países. El libro blanco destaca que el país activó rápidamente su sistema de respuesta ante emergencias de salud pública, cerrando el mercado de mariscos de Huanan —considerado inicialmente como el foco del brote— y aplicando confinamientos, rastreo de contactos y cuarentenas masivas.
Entre los puntos clave de la prevención, se destacan:
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El cierre inmediato de ciudades como Wuhan.
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La movilización de más de 40,000 médicos, muchos del Ejército Popular de Liberación.
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La construcción acelerada de hospitales especializados, como Huoshenshan y Leishenshan, en apenas 10 días.
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La instalación de estaciones de control en aeropuertos, estaciones y fronteras.
Estas medidas permitieron reducir significativamente el ritmo de propagación del virus en el territorio nacional durante los primeros meses de 2020, según afirma el documento.
Control de la pandemia en China: mecanismos de vigilancia y respuesta coordinada
El capítulo sobre control del COVID-19 en China resalta la implementación de políticas coordinadas entre distintos niveles de gobierno, con especial énfasis en la tecnología. Se utilizó una combinación de inteligencia artificial, big data, reconocimiento facial y aplicaciones móviles para rastrear casos, medir temperaturas y controlar desplazamientos.
El libro blanco señala que estas estrategias permitieron mantener brotes locales bajo control durante los años siguientes, a pesar de la aparición de nuevas variantes del virus como Delta y Ómicron.
Además, China estableció un sistema nacional de código sanitario mediante aplicaciones que clasificaban a los ciudadanos con colores (verde, amarillo o rojo) en función de su estado de salud y riesgo de exposición, lo que fue clave para la gestión de cuarentenas, ingreso a lugares públicos y viajes interprovinciales.
Rastreo de los orígenes del COVID-19: postura oficial del gobierno chino
Uno de los apartados más sensibles del libro blanco es el relativo al rastreo del origen del coronavirus, tema de controversia internacional. China sostiene que ha colaborado “abierta y activamente” con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y científicos internacionales, recibiendo delegaciones y compartiendo datos desde el principio.
No obstante, el informe rechaza con firmeza las acusaciones de opacidad o encubrimiento y critica las teorías que plantean un posible escape del virus desde un laboratorio en Wuhan. Según el documento, “las investigaciones científicas deben estar libres de interferencias políticas”.
El gobierno chino también señala que rastrear el origen del virus es una tarea extremadamente compleja que requiere la cooperación global y que el primer brote registrado en Wuhan “no necesariamente indica que el virus se originó allí”.
Colaboración internacional en la pandemia: aportes de China al mundo
El libro blanco hace énfasis en la cooperación internacional de China durante la pandemia. Detalla el envío de suministros médicos a más de 150 países y organizaciones internacionales, la donación de millones de mascarillas, respiradores y trajes protectores, así como el despliegue de misiones médicas en América Latina, África y Asia.
Asimismo, resalta el desarrollo de vacunas como Sinovac y Sinopharm, aprobadas por la OMS para uso de emergencia y distribuidas en más de 80 países. China se presenta como un actor comprometido con el principio de “vacunas como bien público global”.
Gestión de la desinformación sobre el COVID-19: el papel de China frente a las teorías conspirativas
En otro apartado, el libro aborda las “campañas de desinformación” que, según el gobierno, han afectado su imagen internacional. Se refiere particularmente a acusaciones impulsadas desde Estados Unidos sobre una supuesta responsabilidad directa de China en la propagación global del virus.
El documento destaca la necesidad de una “lucha conjunta contra la politización del virus”, y propone reforzar la cooperación en plataformas multilaterales como la OMS, el G20 y las Naciones Unidas para prevenir futuras pandemias mediante una comunicación transparente y científica.
Sistema de salud chino ante el COVID-19: desafíos estructurales y lecciones aprendidas
Uno de los aspectos más autocríticos del libro blanco es el reconocimiento de fallas estructurales en el sistema sanitario chino. Entre ellas, se mencionan:
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La demora inicial en la transmisión de información entre hospitales y autoridades sanitarias.
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La saturación de hospitales en Wuhan.
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La falta de preparación ante pandemias a gran escala.
No obstante, se asegura que estas lecciones sirvieron para acelerar reformas en infraestructura médica, digitalización de registros sanitarios y fortalecimiento del sistema de atención primaria.
Reactivación económica post-COVID-19: modelo chino de recuperación
El documento también dedica espacio a la reactivación económica tras el COVID-19, resaltando cómo China logró contener la recesión y recuperar sus niveles de producción más rápidamente que otras potencias globales. Las estrategias incluyeron:
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Apoyo financiero a empresas estratégicas.
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Digitalización acelerada de sectores productivos.
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Incentivos para el consumo interno.
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Mantenimiento de cadenas de suministro estables.
En este sentido, el libro blanco busca mostrar que el modelo chino de “COVID cero” fue no solo eficaz en términos de salud pública, sino también en lo económico, al reducir los impactos a largo plazo.
Conclusiones del libro blanco sobre el COVID-19
El documento concluye con una defensa del sistema de gobernanza chino como eficaz en tiempos de crisis. Afirma que la pandemia demostró las fortalezas del liderazgo centralizado, la movilización social y la capacidad tecnológica del país para enfrentar desafíos sanitarios sin precedentes.
El gobierno chino reitera su compromiso con la transparencia, la cooperación científica y el multilateralismo como pilares fundamentales para enfrentar futuras amenazas globales. También solicita a la comunidad internacional no usar el origen del virus como instrumento geopolítico y, en cambio, fomentar la investigación conjunta y solidaria.