Cuando José Luis Iguarán sale de su casa en La Guajira, al norte de Colombia, su mirada se encuentra con una hilera de diez imponentes aerogeneradores que se recortan sobre un terreno de cactus y arena, apuntando hacia el mar Caribe. Este paisaje futurista, obra del parque Guajira 1, simboliza el sueño nacional de una energía limpia y renovable, pero también encarna la paradoja de una región históricamente marginada que hoy ve en el “viento gratis” una oportunidad de desarrollo… y al mismo tiempo el riesgo de perder su cultura, su agua y hasta sus sueños.
La Guajira, hogar ancestral del pueblo indígena Wayuu, ha resistido durante siglos en medio del sol implacable, sobreviviendo gracias a la pesca artesanal, el pastoreo de cabras, el cultivo rudimentario y la extracción de sal de las salinas costeras. Sin embargo, esa misma topografía ventosa —con ráfagas que pueden superar los 70 km/h— ha convertido la región en epicentro de la transición energética colombiana: hoy opera Guajira 1, hay 15 parques en construcción y las proyecciones contemplan docenas más.
Este reportaje periodístico de fondo, optimizado para SEO, profundiza en los beneficios tangibles que las turbinas han traído —agua potable, carreteras y regalías— y en los costos intangibles que pesan sobre la identidad Wayuu: lecturas culturales, conflictos internos, disputas legales y la paradoja de no consumir ni un solo kilovatio de la electricidad que se genera en su territorio.
La Guajira: Historia y Pobreza Estructural
La Guajira, ubicada en el extremo norte de Colombia, es una península desértica de costa extensa, cactus, salinas y dunas móviles. Con más de 380 000 indígenas Wayuu en Colombia (y una población similar en Venezuela), esta región ha permanecido olvidada por sucesivos gobiernos centrales. Pese a su riqueza natural —minerales, sal y sol— es la segunda zona más pobre del país, con elevados índices de desnutrición infantil, analfabetismo y falta de acceso a servicios básicos como agua potable y salud.
“En La Guajira aún caminamos horas para recoger agua de los jagueys —reservorios de agua de lluvia—. La atención médica y la educación son insuficientes”, relata José Luis Iguarán, líder comunitario wayuu.
Durante décadas, la marginación estatal se combinó con la debilidad de un marco legal y judicial adecuado para proteger los derechos colectivos de los pueblos indígenas. De hecho, hasta hace pocos años, el concepto de “consulta previa” plasmado en la Constitución colombiana (1991) se aplicaba de forma tangencial, sin garantizar información o compensaciones reales.
Vientos y Oportunidades: La Energía Eólica en Colombia
Colombia posee una matriz eléctrica limpia en comparación con sus vecinos, donde casi dos tercios de la electricidad vienen de la hidroelectricidad. No obstante, la dependencia de los embalses hace al país vulnerable a sequías y fenómenos El Niño, lo que ha impulsado la búsqueda de fuentes complementarias.
La Guajira ofrece vientos constantes y de alta velocidad, ideales para generar energía eólica. Según el Atlas Eólico Nacional, la península registra más de 7 m/s en promedio anual, uno de los valores más altos de Sudamérica. Por eso, tanto el gobierno como las empresas privadas han orientado proyectos masivos de parques eólicos a la región.
Sin embargo, la energía eólica hoy aporta apenas el 0,1 % de la matriz nacional. Con proyectos como Guajira 1 (operativo desde 2022) y los 15 parques en construcción, se espera aumentar esta cifra notablemente, contribuyendo a la meta nacional de 50 % energía renovable en la próxima década.
Guajira 1: El Primer Proyecto Operativo
Guajira 1, ubicado cerca del corregimiento de Manaure, fue construido por Isagen (colombiana, hoy parte de la canadiense Brookfield) e inaugurado en 2022. Con ten aerogeneradores de 3 MW cada uno y una altura de más de 100 m, genera energía suficiente para abastecer a 80 000 hogares en la costa Caribe.
Condiciones del acuerdo con Isagen
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Acceso a agua potable: financiamiento de plantas de tratamiento y conexiones domiciliarias.
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Infraestructura: pavimentación de caminos rurales que comunican veredas aisladas.
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Vivienda: construcción de casas de ladrillo robustas en reemplazo de viviendas tradicionales de barro y cactus.
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Regalías comunitarias: tres comunidades Wayuu reciben una cuota anual, un porcentaje de los ingresos por venta de energía y 20 % de los ingresos por créditos de carbono.
“Gracias a Guajira 1, tenemos agua constante y carreteras que antes eran intransitables. Ahora podemos llevar nuestras cabras al mercado con camión y no a lomo de mula”, cuenta Iguarán.
Beneficios Sociales y Económicos: Agua, Infraestructura y Regalías
Agua potable para la vida diaria
La instalación de una pequeña planta desalinizadora de agua de mar, financiada por Isagen, cambió el día a día de varias comunidades que antes dependían de jagueys estacionales.
Vías de acceso y comercialización
Los caminos rurales pavimentados han reducido tiempos de transporte y deterioro de la mercancía artesanal (tejerías, sal), mejorando los ingresos familiares.
Vivienda digna
Las nuevas casas de ladrillo, con techo sólido y ventanas selladas, aportan confort, salud y seguridad, mitigando enfermedades respiratorias y el impacto de las tormentas de arena.
Participación en el negocio del carbono
La venta de créditos de carbono (20 % de lo recaudado) ha permitido a las comunidades una fuente adicional de recursos, usada para financiar proyectos de educación y emprendimiento.
El Costo Cultural: Sueños, Cosmovisión y Ruido Nocturno
Para los Wayuu, el territorio no es un simple espacio geográfico: es un organismo vivo donde conviven ocho vientos con temperamentos propios. Según el antropólogo Wieldler Guerra:
“En la cultura Wayuu, hablamos del viento en plural: Epun, el viento que da vida; Manaa, el viento frío; Pübün, el viento del desierto… Cada uno exige respeto y ofrendas”.
El ruido monótono y lejano de las turbinas, que gira a más de 300 rpm, irrumpe en la quietud del desierto. “Por la noche, el zumbido me despierta. Para nosotros, los sueños son sagrados: son mensajes de los ancestros”, explica Iguarán. La interrupción de los sueños ha sido motivo de angustia y consultas con sus mäkook, los centros ceremoniales de curanderos Wayuu.
Además, la alteración del paisaje —la ausencia de árboles y la silueta metálica en el horizonte— afecta la percepción tradicional de la tierra y el mar, distanciando a las nuevas generaciones de sus raíces ancestrales.
Tensiones Internas: División y Corrupción en las Comunidades Wayuu
No todos los Wayuu comparten la visión optimista de Iguarán. En Cabo de la Vela, a 60 km de Guajira 1, el pescador Aaron Laguna denuncia:
“Los parques eólicos generan división. Las negociaciones se hacen sin transparencia; las compensaciones son bajas y los líderes locales manejan mal los recursos”.
Estas quejas han derivado en conflictos internos, bloqueos de carretera, asambleas fracturadas y choques con la policía. Algunos clanes carecen de representación en los comités de negociación, lo que alimenta la sensación de exclusión y agrava rivalidades históricas.
“La Guerra del Viento”: Protestas, Bloqueos y Salida de Empresas
Indepaz, centro de estudios colombiano sobre conflictos, ha documentado ataques y robos contra empleados de empresas energéticas, e incluso secuestros. En palabras de Joanna Barney, directora de medio ambiente y comunidades de Indepaz:
“En Colombia no hay un marco legal sólido para evaluar impactos sociales; los efectos de la eólica en los Wayuu son inmensurables y desiguales”.
En mayo de 2023, Enel (Italia) se retiró de un proyecto en La Guajira tras constantes protestas que paralizaron las obras más de la mitad de los días laborables en dos años. En diciembre de 2024, EDP Renováveis (España) suspendió dos parques alegando inviabilidad económica, tras duplicarse el número de comunidades afectadas (de 56 a 113) que exigían compensaciones.
Visiones en Choque: El Viento como Recurso vs. Como Ser Ancestral
Para las compañías y el gobierno, el viento es un recurso natural cuantificable en megavatios; un activo explotable que genera empleo, divisas y descarbonización. Para los Wayuu, los vientos son entidades vivas:
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Epun: dador de vida, relacionado con la lluvia.
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Manawaa: viento frío del amanecer.
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Pübün: viento abrasador y de cambios abruptos.
La falta de entendimiento de esta cosmovisión explica el fracaso de los diálogos: «Dos mundos que dialogan sin entenderse», resume Guerra.
Matriz Energética Colombiana: Entre Hidroeléctricas y Eólica
Aunque Colombia depende mayoritariamente de la hidroelectricidad (≈ 65 %), la eólica promete diversificar la matriz y mitigar riesgos climáticos. Sin embargo, la adopción se ha demorado: apenas 0,1 % proviene hoy del viento, frente a Brasil (9 %) o Estados Unidos (10 %). La Guajira alberga el mayor potencial eólico, pero su desarrollo masivo exige resolver los dilemas sociales y culturales para escalar sin fricciones.
El Rol del Gobierno y el Marco Legal Insuficiente
La consulta previa —derecho indígena constitucional— ha quedado reducida a un trámite burocrático. No existe un protocolo claro para evaluar impactos culturales, arqueológicos o ecosistémicos. Tampoco hay mecanismos participativos efectivos para compartir beneficios.
Federico Echavarría, gerente general de AES Colombia (que impulsa seis parques en La Guajira), sostiene:
“Ofrecemos diálogo y compensaciones, pero el gobierno debe mediar y resolver los conflictos comunitarios. No podemos hacerlo solos”.
Perspectivas de Futuro: Más Parques, Más Dilemas
Con Guajira 1 lanzado, 15 en construcción y decenas de propuestas en trámite, la región avanza hacia un clúster eólico de dimensiones inéditas. Si bien los beneficios económicos pueden elevar la calidad de vida, los riesgos de fragmentar la cohesión social y de subsumir la identidad Wayuu en la lógica extractiva son reales.
Especialistas proponen:
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Fortalecer la consulta previa: incluir antropólogos y lingüistas Wayuu.
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Crear fondos fiduciarios: administrar regalías con transparencia.
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Respeto a los sitios sagrados: demarcar zonas libres de turbinas.
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Monitoreo del ruido y la salud mental: medir impactos en el sueño y la cosmovisión.
Conclusión: ¿Progreso con Justicia o Nuevo Colonialismo Verde?
Los parques eólicos en La Guajira ejemplifican la complejidad de la transición energética justa. Bajo el manto de la energía limpia, se plantean preguntas éticas y sociales: ¿Quién se beneficia de la electricidad generada? ¿Cómo medir el valor de una visión del viento milenaria? ¿Es posible conciliar el desarrollo económico con la preservación cultural?
La Guajira hoy simboliza esa encrucijada. Para José Luis Iguarán, los aerogeneradores “traen agua y carreteras, pero nos roban el silencio y los sueños”. Para otros Wayuu, representan una vía hacia la prosperidad. El desafío de Colombia será encontrar un equilibrio que garantice energía renovable, respeto ancestral y justicia distributiva. Solo así la promesa verde dejará de ser paradójica y se convertirá en un modelo inclusivo para el resto del país.