Durante generaciones, millones de madres, abuelas y médicos caseros han advertido a sus seres queridos enfermos: “¡No comas helado si estás con gripe!”. Esta advertencia, tan común como beber infusiones calientes o cubrirse con mantas, parece lógica: el helado es frío y, se supone, puede “empeorar” los síntomas. Pero ¿qué tan cierto es esto? ¿Está respaldado por la ciencia? ¿O es simplemente otro mito de la medicina popular que ha sobrevivido gracias al boca a boca?
El mito de que los alimentos fríos, como el helado, empeoran los síntomas de la gripe está muy extendido. Sin embargo, al analizar la evidencia científica actual, surgen argumentos que desafían esta creencia popular. De hecho, cada vez más investigaciones señalan que el helado podría tener efectos beneficiosos durante la gripe, siempre que se consuma con moderación y sin contraindicaciones específicas.
Analizaremos los 10 estudios científicos más importantes sobre la relación entre helado y gripe, para saber si realmente debemos evitarlo o si, por el contrario, podemos disfrutarlo incluso cuando estamos enfermos. Prepárate para descubrir la sorprendente verdad detrás de uno de los mitos más sabrosos de la medicina casera.
1. El frío no causa gripe: lo dice la ciencia
La gripe es una enfermedad viral causada por el virus de la influenza. No se produce por consumir alimentos fríos, sino por el contagio directo entre personas o el contacto con superficies contaminadas. Comer helado, al igual que beber agua fría, no introduce el virus en el cuerpo ni debilita el sistema inmunológico de forma directa.
Un estudio del New England Journal of Medicine demostró que, en condiciones controladas, la exposición al frío no aumenta significativamente la incidencia de infecciones respiratorias. Esto desmiente la creencia de que el frío, por sí solo, provoca enfermedades. La temperatura corporal puede disminuir levemente, pero esto no se traduce en una vulnerabilidad inmediata.
Así que si te estás cuidando de la gripe o ya estás enfermo, no hay evidencia que respalde la idea de que el helado es la causa o agrava directamente la gripe. Lo importante sigue siendo evitar la exposición al virus, mantener buena higiene y fortalecer el sistema inmune con una dieta balanceada.
2. El helado no incrementa la inflamación de garganta en gripes virales
La inflamación de garganta durante una gripe es una respuesta del sistema inmune frente al virus. Esta irritación no se ve agravada directamente por el consumo de alimentos fríos como el helado. De hecho, muchas personas reportan una sensación momentánea de alivio tras consumirlo.
Según la American Academy of Otolaryngology, en casos de faringitis viral, los alimentos fríos no empeoran el estado clínico del paciente. Al contrario, pueden ayudar a reducir la percepción del dolor, especialmente en niños y adultos con dificultad para tragar debido a la irritación de la garganta.
Esto cambia por completo la perspectiva que muchos tienen: lejos de ser perjudicial, el helado puede convertirse en un calmante suave y natural para el dolor de garganta. Eso sí, es importante que el helado no tenga elementos duros como nueces o trozos congelados que puedan raspar más la mucosa.
3. Helado como analgésico suave: alivio para la garganta irritada
El helado, por su temperatura, puede actuar como un analgésico local. Cuando lo ingerimos, el frío reduce temporalmente la sensibilidad de los nervios de la garganta, disminuyendo así la percepción del dolor. Esta propiedad ha sido ampliamente aprovechada en pacientes postoperatorios, como en amigdalectomías.
En un estudio clínico en niños del Children’s Hospital of Wisconsin, se observó que consumir helado tras la cirugía reducía la necesidad de analgésicos convencionales. Si extrapolamos esto a los síntomas gripales, podemos entender por qué muchas personas se sienten aliviadas tras consumirlo. Es una medida segura y no invasiva.
Por tanto, el helado no solo es agradable al gusto, sino que puede tener una utilidad clínica como calmante leve, especialmente en cuadros gripales leves a moderados donde el dolor de garganta es un síntoma predominante.
4. ¿Helado y flema? La verdad sobre la mucosidad
Uno de los argumentos más comunes contra el consumo de helado durante la gripe es que supuestamente aumenta la producción de flema o mucosidad. Sin embargo, estudios como el publicado en Journal of the American Dietetic Association aclaran que esta percepción es subjetiva y no tiene base fisiológica sólida.
Durante las gripes, la mucosidad es producida como mecanismo de defensa del cuerpo para atrapar y expulsar virus. El helado no estimula químicamente esta producción. Algunas personas podrían sentir que la mucosidad se espesa temporalmente, pero esto no es lo mismo que un incremento real del volumen de flema.
En conclusión: el helado no causa más flema. Esta creencia sigue siendo un mito persistente, pero los estudios clínicos la desmienten claramente. Para personas sin alergias ni intolerancias, disfrutar de un poco de helado no tiene implicancias negativas en este sentido.
5. Beneficios calóricos: una fuente de energía durante la enfermedad
Durante la gripe, es común que las personas pierdan el apetito. Sin embargo, el cuerpo necesita energía para combatir la infección. Aquí es donde el helado puede jugar un papel importante: su densidad calórica y su facilidad para ser ingerido lo convierten en una opción viable para pacientes con dificultad para comer.
Un análisis del Department of Nutrition de Harvard señaló que los alimentos ricos en calorías y fáciles de tragar pueden ser útiles en enfermedades temporales. En especial, si están acompañados de fiebre, dolor o fatiga, donde las comidas sólidas resultan poco atractivas.
Aunque el helado no es un alimento nutritivo por excelencia, en estos contextos puede cumplir una función paliativa y energética. Un consumo moderado ayuda a evitar el catabolismo muscular y mejora la disposición del paciente a alimentarse progresivamente mejor.
6. La temperatura del helado y su efecto en la congestión nasal
Curiosamente, algunos estudios han sugerido que los alimentos fríos pueden tener un efecto descongestionante momentáneo. Cuando consumimos helado, se produce una vasoconstricción en las mucosas nasales, lo que puede aliviar por unos minutos la congestión típica de la gripe.
El Monell Chemical Senses Center condujo un experimento en el que se observó que la sensación de frescor generada por el helado ayudaba a que los pacientes sintieran que respiraban mejor, aunque este efecto fuera pasajero. No cura la congestión, pero la hace más llevadera.
Además, esa sensación de frescura puede contribuir al bienestar general del paciente, especialmente en episodios de fiebre. Por lo tanto, el helado podría mejorar brevemente la calidad de vida de quienes sufren congestión nasal gripal, aunque no sustituya ningún tratamiento médico.
7. Lactosa y sistema inmunitario: ¿interfiere o apoya?
La leche contiene lactosa, caseína y otros componentes que han sido cuestionados por su relación con enfermedades respiratorias. Sin embargo, estudios actuales han desmentido que estos elementos interfieran negativamente con el sistema inmunológico, a menos que exista una intolerancia o alergia diagnosticada.
En Nutrition Reviews se publicó un metaanálisis que concluyó que el consumo moderado de lácteos no altera la función inmunitaria en personas sanas. De hecho, puede aportar proteínas de buena calidad y minerales esenciales, como calcio y fósforo, que apoyan la recuperación.
Por tanto, si no tienes problemas digestivos con la leche, el helado puede formar parte de tu alimentación durante una gripe, siempre que no desplace comidas más completas y nutritivas. No es el enemigo: puede ser un aliado si se elige bien.
8. ¿Y si tienes fiebre? El helado puede ayudar a refrescar el cuerpo
Cuando se tiene fiebre, cualquier estrategia que proporcione sensación de alivio es bienvenida. En este sentido, el helado actúa como un refrigerante interno, ayudando a reducir la temperatura oral y brindando confort al paciente.
Mayo Clinic indica que el consumo de líquidos y alimentos fríos puede ser beneficioso para el manejo del malestar general, siempre y cuando no se reemplace el tratamiento farmacológico indicado. El helado puede ser parte de ese enfoque holístico para calmar al paciente febril.
No sustituye un antipirético, pero puede contribuir al bienestar. Si el paciente no tiene náuseas ni vómitos, una porción pequeña de helado puede ser un mimo reconfortante que ayude a sobrellevar los momentos más incómodos de la gripe.
9. Helado sin azúcar: una opción amigable para la garganta
Para personas con condiciones especiales como diabetes o que siguen dietas hipocalóricas, los helados sin azúcar representan una alternativa interesante. Estos productos, si bien no tienen la misma textura que los helados tradicionales, conservan el beneficio del frío y pueden calmar la garganta.
Un estudio en Diabetes Care validó que algunos helados bajos en índice glucémico no afectan significativamente los niveles de azúcar en sangre cuando se consumen con moderación. Esto abre la puerta a una variedad de opciones seguras para quienes necesitan control glucémico.
Así que no todo está perdido para quienes deben limitar su consumo de azúcar: la industria ha desarrollado opciones más saludables que permiten disfrutar del alivio que brinda el helado, sin comprometer la salud general.
10. El factor emocional: el helado como alimento reconfortante
Más allá de sus efectos físicos, el helado tiene un valor emocional innegable. Su sabor, textura y frescura evocan recuerdos positivos en muchas personas. En momentos de malestar como la gripe, este tipo de confort emocional puede marcar una gran diferencia.
Según el Journal of Behavioral Medicine, la percepción de bienestar está asociada a una mejor recuperación. Comer algo que te gusta, aunque no cure, puede ayudarte a sentirte mejor y manejar la enfermedad con mayor ánimo y resiliencia.
En resumen, el helado también nutre el alma. Acompañado de una manta, una película y un poco de descanso, puede convertirse en ese pequeño placer que hace más llevadero cualquier resfriado o gripe.
