En abril de 2025, apenas días antes de fallecer, el papa Francisco firmó un decreto histórico: la supresión del Sodalicio de Vida Cristiana en el Perú, una orden que puso fin a más de medio siglo de polémica y denuncias. Sin embargo, tras ese acto final se encontraba la mano firme de quien entonces era prefecto del Dicasterio para los Obispos: el cardenal Robert Prevost, hoy papa León XIV. Su intervención —silenciosa, constante y discreta— fue clave para que la Congregación para los Obispos en Roma impulsara las investigaciones, forzara renuncias y allanara el camino para disolver un grupo religioso fundado en 1971 y que llegó a tener más de 20.000 seguidores en 25 países.
Este reportaje analiza en profundidad el papel que jugó León XIV en la disolución del Sodalicio, desde las primeras llamadas de atención de las víctimas ignoradas en Lima y Chiclayo, hasta el decreto final que marcó el “fin de una era” para la Iglesia peruana.
Orígenes del Sodalicio y auge de las denuncias
Fundación y expansión
El Sodalicio de Vida Cristiana fue fundado en 1971 por el abogado Luis Fernando Figari con el objetivo declarado de ofrecer una respuesta católica conservadora frente a la Teología de la Liberación. Reconocido oficialmente por Juan Pablo II en 1997, contaba con seminarios, colegios y obras apostólicas en Perú, Europa, EE. UU. y otros países latinoamericanos. Su estructura de formación—estricta disciplina, obediencia total a los líderes y una jerarquía interna muy cerrada—facilitó un rápido crecimiento.
Primeras voces de alerta
A comienzos de los 2000, comenzaron a filtrarse testimonios de exsodálites que hablaban de castigos físicos, adoctrinamiento extremo y abusos sexuales cometidos por Figari y varios responsables. Sin embargo, tanto la Iglesia peruana como la Santa Sede tardaron años en dar una respuesta institucional.
En 2015, el libro Mitad monjes, mitad soldados (Pedro Salinas y Pao Ugaz) sacudió el panorama: treinta ex miembros reunieron un volumen de relatos de agresiones psicológicas, hostigamiento sexual y explotación laboral. Poco después, la Fiscalía peruana abrió una investigación, pero sin producir condenas. Las víctimas, encabezadas por el exsodálite Óscar Osterling, clamaban justicia: “Durante años nadie nos hizo caso y queríamos que alguien adentro de la Iglesia tomara la bandera de la lucha de las víctimas”, declararía Osterling.
El papel de Robert Prevost en la coyuntura peruana
Prevost, obispo de Chiclayo
Cardenal Robert Prevost fue obispo de Chiclayo entre 2006 y 2014. Allí, según testigos, recibió varias denuncias de abuso dentro del Sodalicio. Aunque la diócesis aseguró que reenvió cada caso a Roma, la ausencia de acciones concretas generó críticas: “Se envió todo al Vaticano pero nada avanzó”, recuerda el periodista Pedro Salinas.
El “efecto Chile” y la sacudida papal
El viaje papal de Francisco a Chile en 2018 —marcado por la controversia de los abusos de Fernando Karadima y la defensa inicial al obispo Barros— fue un punto de inflexión. El papa, frente a protestas masivas, expulsó a Karadima del sacerdocio y consiguió la renuncia de siete obispos. Esta experiencia convenció a Francisco de la urgencia de escuchar a las víctimas y actuar con mayor celeridad en casos de abuso.
La reunión decisiva de 2019
Tras el “efecto Chile”, la Conferencia Episcopal Peruana organizó en 2019 una reunión con exsodálites víctimas. Asistieron cinco obispos, entre ellos Prevost, quien recién nombrado prefecto del Dicasterio para los Obispos en Roma, mostró empatía y compromiso. De aquel encuentro surgió la idea de una carta abierta al papa denunciando la “intocable” posición del Sodalicio. Aunque finalmente no se envió, la reunión activó una serie de gestiones que desembocarían en la investigación de Scicluna y Bertomeu en 2023.
Investigaciones y renuncias forzadas
Scicluna y Bertomeu en Lima
En agosto de 2023, Francisco designó al arzobispo Charles Scicluna y al sacerdote Jordi Bertomeu como enviados especiales para analizar las denuncias contra el Sodalicio. Sus informes detallados, basados en entrevistas con víctimas y revisión de archivos, concluyeron que existía falta de “carisma divino” en la fundación y abuso sistemático.
La caída de José Antonio Eguren
Prevost, desde su despacho en Roma, impulsó la protección a las víctimas y la exigencia de renuncias en Perú. El golpe más simbólico fue la salida forzada del arzobispo emérito de Piura, José Antonio Eguren—figura cercana a Figari y acusado de encubrir abusos. La renuncia de Eguren, en abril de 2023, evidenció que el Vaticano ya no toleraría inmunidades.
El decreto de supresión y la muerte de Francisco
Publicación del decreto
El 14 de abril de 2025, el Vaticano publicó el decreto de supresión del Sodalicio, firmado por el entonces papa Francisco y promovido por Prevost como prefecto del Dicasterio para los Obispos. El texto aducía la “falta de carisma de origen divino” y enumeraba los múltiples “comportamientos impropios y abusivos” de Figari y colaboradores.
Sucesión papal y testimonio de las víctimas
Al confirmarse la muerte de Francisco y la elección de Robert Prevost como papa León XIV, exsodálites como José Enrique Escardó expresaron su confianza: “Creo en usted. Ojalá pueda hacer mucho más.” Y recibieron su respuesta: “Cuenta conmigo. ¡Fuerza y adelante!”
Repercusiones y lecciones de la crisis Sodálite
Sanando las heridas de las víctimas
La intervención de León XIV permitió dar visibilidad institucional a las víctimas, ofrecer acompañamiento psicológico y legal, y recuperar documentos. El Dicasterio para la Doctrina de la Fe avanzó en procesos canónicos contra Figari, sancionándolo con la expulsión del estado clerical.
Reformas en la Iglesia peruana
La disolución del Sodalicio abrió debates sobre la necesidad de mejorar protocolos de denuncia, reforzar la supervisión episcopal y revisar la formación de movimientos laicales. Monseñor Cabrejos y la propia Conferencia Episcopal admitieron carencias y prometieron cambios drásticos.
El legado del papa León XIV en la justicia eclesiástica
El poder del Dicasterio para los Obispos
La acción de Prevost demostró la influencia que tiene la prefectura del Dicasterio para los Obispos en la supervisión de estructuras eclesiales. Su firmeza al exigir renuncias y su cercanía con las víctimas sentaron un precedente para futuros casos de movimientos religiosos con denuncias graves.
Desafíos pendientes
A pesar de la disolución, varias investigaciones civiles en Perú siguen abiertas, y las víctimas aguardan la reparación civil. La Iglesia enfrenta el reto de demostrar transparencia: poner a disposición archivos, colaborar con la justicia y asegurar que ninguno de los responsables quede impune.
Conclusión
La disolución del Sodalicio de Vida Cristiana en Perú representa un hito en la lucha contra los abusos dentro de la Iglesia Católica, y el papa León XIV (antes cardenal Robert Prevost) desplegó un papel central en este proceso. Su escucha atenta, su impulso a las investigaciones y su valentía al exigir responsabilidades marcaron la diferencia tras años de silencio. La experiencia Sodálite obliga a la institución a reforzar medidas de prevención y acompañamiento de víctimas, y a recordar que ningún movimiento —por poderoso que parezca— está por encima del compromiso con la verdad y la justicia.
Con esta profunda intervención, León XIV no solo cierra un capítulo doloroso para la Iglesia peruana, sino que también allana el camino para una reforma global en los mecanismos de supervisión episcopal y protección de los fieles. El desafío ahora es consolidar la memoria de las víctimas, asegurar la reparación y evitar que tragedias como la del Sodalicio se repitan en ningún rincón del mundo.