Introducción
Este 10 de junio nos dejó una de esas caras que quizás no muchos saben nombrar de inmediato, pero que todos reconocen cuando aparece en pantalla. Harris Yulin, actor veterano de cine, televisión y teatro, murió a los 87 años en la ciudad de Nueva York, a causa de un paro cardíaco. Y aunque su nombre no siempre estuvo en los titulares, su rostro fue parte clave de más de 100 películas, series y obras teatrales que marcaron generaciones.
Sí, hablamos del recordado oficial Mel Bernstein en Scarface, ese policía corrupto que tenía una mirada tan fría como calculadora frente a un Tony Montana en pleno ascenso criminal. Pero Harris Yulin fue muchísimo más que ese personaje: fue un verdadero actor de carácter, de esos que se roban la escena aunque solo aparezcan unos minutos.
De Los Ángeles a Broadway: un recorrido lleno de pasión por el arte
Nacido en Los Ángeles en 1937, Yulin empezó su carrera en los años 70 con un hambre voraz por actuar. Para él, esto no era solo trabajo: era una vocación. Con el paso del tiempo, acumuló una filmografía que cualquier actor envidiaría: Ghostbusters II, Bean: la película, Peligro inminente, Día de entrenamiento, Hora Punta 2, Huracán Carter… la lista sigue y sigue.
Pero Yulin no se quedó solo en la pantalla. También fue un amante del teatro, y su relación con Broadway fue profunda y duradera. Su primera aparición en las tablas neoyorquinas fue en 1980 con Watch on the Rhine, y desde ahí no paró: The Diary of Anne Frank, The Price, Hedda Gabler… En varias de estas producciones fue nominado a premios como los Drama Desk Awards, y también recibió un premio Lucille Lortel por su trabajo como director.
No cualquiera puede moverse con soltura entre Hollywood y Broadway, pero Harris Yulin lo hizo con una naturalidad que solo los grandes poseen. Y no solo actuó: también fundó el Los Angeles Classic Theater, contribuyendo así al desarrollo del arte dramático en su ciudad natal.
De Scarface a Ozark: una carrera con papeles inolvidables
Uno de los momentos más icónicos de la carrera de Yulin fue, sin dudas, su participación en Scarface (1983), ese clásico de culto dirigido por Brian De Palma y protagonizado por Al Pacino. Su interpretación del oficial Mel Bernstein fue tan convincente que muchos aún lo recuerdan por ese papel, incluso cuatro décadas después.
Pero como buen actor de carácter, supo reinventarse. En los años 90 y 2000, brilló en películas como Ghostbusters II (1989), donde aportó su presencia imponente, o en Training Day (2001), compartiendo escena con Denzel Washington. ¿Quién puede olvidar esa tensión latente en cada una de sus apariciones?
En televisión también dejó una huella indeleble. Fue nominado al Premio Emmy en 1996 por un papel en la comedia Frasier —sí, incluso en la comedia podía brillar con un humor tan seco como elegante—. Y más recientemente, conquistó a nuevas audiencias en series como Ozark, donde apareció en una docena de episodios interpretando al despiadado pero calculador Buddy Dieker.
Además, participó en Veep, The Unbreakable Kimmy Schmidt, And Just Like That…, Buffy, la cazavampiros, Billions, The X-Files, Star Trek: Deep Space Nine y muchas otras producciones que demuestran lo versátil que era.
Un actor que amaba el oficio
Lo que distingue a un actor de carácter como Harris Yulin no es solo su capacidad para actuar, sino su compromiso con el arte. No era una celebridad de alfombra roja. No salía en escándalos. Era un tipo de actor que hoy escasea: uno que elegía sus papeles por amor al oficio, no por la fama o el dinero.
Su familia lo describió, en el comunicado oficial tras su fallecimiento, como parte de «una generación que se tomaba muy en serio el arte de actuar». Y eso se notaba. Cada vez que aparecía en pantalla, por breve que fuera su rol, el espectador sabía que estaba ante alguien que entendía el peso de las palabras, el lenguaje corporal y la magia de la interpretación.
Un legado que no se olvida
A sus 87 años, Harris Yulin se va dejando atrás una carrera impresionante y una legión de admiradores —aunque muchos no sepan su nombre de inmediato, seguro sí lo recordarán por sus personajes memorables—. Su legado es el de alguien que trabajó duro, que amó su profesión hasta el final, y que demostró que no hace falta ser el protagonista para ser inolvidable.
Un portavoz confirmó que se realizará un acto memorial más adelante, aunque aún no hay fecha confirmada. Lo que sí es seguro es que tanto en Broadway como en Hollywood, su ausencia ya se siente.
El rostro que no sabías que conocías
Harris Yulin pertenece a ese selecto grupo de actores que no necesitan protagonizar una película para dejar huella. Era de esos que uno ve en pantalla y dice: “¡Ah, este tipo me encanta, siempre hace buenos papeles!” aunque no sepas cómo se llama.
Y esa es precisamente una de sus mayores virtudes: saber destacar sin necesidad de acaparar la luz. Era el tipo de actor que elevaba cualquier escena, que le daba peso a cada diálogo, y que convertía incluso a los personajes secundarios en piezas clave de la historia.
Un adiós con aplausos
En un mundo donde muchos actores persiguen la fama como fin último, Harris Yulin nos recordó que la verdadera grandeza está en la dedicación, la constancia y el respeto por el arte. Su carrera, que abarcó más de cinco décadas, es testimonio de un amor incondicional por la actuación.
Hoy, el mundo del espectáculo está de luto, pero también agradecido. Porque mientras haya películas como Scarface, Training Day o series como Ozark, Harris Yulin seguirá vivo en nuestras pantallas. Y lo mejor: seguirá enseñándonos, escena tras escena, lo que significa ser un actor de verdad.
