Han pasado exactamente cien años desde que se describió científicamente por primera vez al calamar colosal (Mesonychoteuthis hamiltoni), una de las criaturas más enigmáticas del planeta. Desde 1925, la ciencia solo había logrado conocerlo a partir de fragmentos hallados en los estómagos de cachalotes o por capturas accidentales en redes pesqueras. Sin embargo, en marzo de 2025, por primera vez, se captaron imágenes de esta especie nadando libremente en su hábitat natural, cerca de las remotas islas Sandwich del Sur, en el océano Atlántico Sur.
Este descubrimiento marca un antes y un después en la exploración de los océanos y abre nuevas ventanas al conocimiento sobre la vida en las profundidades abisales.
El hallazgo: un calamar colosal juvenil, grabado por primera vez
El evento fue registrado por un sumergible teledirigido llamado SuBastian, desplegado por el Instituto Oceánico Schmidt a bordo del buque de investigación Falkor (too). Durante una expedición conjunta con la Nippon Foundation-Nekton Ocean Census, el vehículo descendía hacia los 600 metros de profundidad cuando captó algo inusual: una criatura transparente, de unos 30 centímetros de largo, con brazos delicados y pigmentos rojizos.
La bióloga Kat Bolstad, reconocida experta en cefalópodos de aguas profundas de la Universidad Tecnológica de Auckland, fue contactada para confirmar la identidad del animal. “En cuanto vi la grabación, supe que había una buena posibilidad”, declaró. Tras una evaluación minuciosa, se confirmó: se trataba de un calamar colosal juvenil.
¿Qué es el calamar colosal y por qué es tan esquivo?
El calamar colosal es el invertebrado más pesado del planeta. En su etapa adulta, puede alcanzar los 6 o 7 metros de largo y pesar hasta 500 kilogramos. A diferencia del más conocido calamar gigante (Architeuthis dux), el colosal habita exclusivamente en las frías aguas del océano Antártico.
Desde su primera descripción hace un siglo, la mayoría de los datos sobre su biología provienen de ejemplares muertos o capturados accidentalmente. Los adultos se sumergen a profundidades abisales, lo que complica su estudio. Se piensa que poseen sentidos extremadamente desarrollados, especialmente su visión: tienen los ojos más grandes del reino animal, mayores que una pelota de baloncesto, adaptados para detectar amenazas como los cachalotes, sus principales depredadores.
Una delicada escultura de cristal
El ejemplar observado tenía un cuerpo casi translúcido, lo que le permite camuflarse en las capas superficiales del océano durante su juventud. Esta fase larval o juvenil es crucial para comprender cómo crece la especie. A diferencia de sus versiones adultas de color rojo opaco, los juveniles parecen esculturas de cristal flotando en el agua, según describió emocionada Bolstad.
Además, se observaron grandes cromatóforos en su piel, lo que indica que pueden alternar entre la transparencia total y la opacidad para evitar a los depredadores.
Implicaciones científicas del avistamiento
Para los científicos marinos, este evento es comparable al descubrimiento de una especie mitológica. El calamar juvenil no huyó del sumergible, lo que permitió capturar imágenes en alta resolución y observar detalles anatómicos sin precedentes.
Aaron Evans, investigador independiente experto en calamares de aguas profundas, participó en la verificación del hallazgo. Él y Bolstad confirmaron la identidad del calamar al identificar ganchos afilados característicos en los brazos del animal, un rasgo distintivo de la especie colosal.
«Es emocionante ver un ejemplar que está en una etapa intermedia entre la cría y el adulto. Nos permite llenar vacíos en la historia de vida de esta especie», explicó Evans.
Exploración tecnológica al servicio de la biodiversidad
El hallazgo no habría sido posible sin el avance de la tecnología submarina. SuBastian, el vehículo operado remotamente, fue diseñado para explorar regiones inexploradas del océano. Equipado con cámaras de ultra alta definición y sensores ambientales, es capaz de descender a grandes profundidades y transmitir imágenes en tiempo real a través del canal de YouTube del Instituto Schmidt.
Este modelo de exploración abierta permite que científicos y público general puedan presenciar en simultáneo descubrimientos extraordinarios. “Hoy, cualquier persona con acceso a internet puede ser testigo de estos hallazgos desde cualquier rincón del planeta”, expresó Bolstad.
El valor de explorar el océano antártico
El océano que rodea la Antártida sigue siendo uno de los ecosistemas menos explorados del planeta. Las expediciones del Falkor (too) revelaron otras especies igualmente asombrosas, como el calamar de cristal glacial (Galiteuthis glacialis), observado por primera vez vivo en su entorno natural en enero de 2025.
Durante esa misión, el biólogo Thom Linley registró un calamar con una postura conocida como “postura de cacatúa”, típica de los calamares de cristal. Aunque a simple vista podía confundirse con el calamar colosal, las imágenes revelaron diferencias clave, como el comportamiento y la disposición de los brazos.
Este doble hallazgo de dos especies diferentes en misiones consecutivas subraya lo mucho que aún desconocemos sobre la biodiversidad del océano Austral.
Perspectivas para la ciencia y la conservación
Los avistamientos de especies tan esquivas y raras como el calamar colosal son cruciales no solo para la biología, sino también para la conservación marina. Conocer sus hábitats, patrones de migración y ciclo de vida permitirá diseñar políticas más acertadas para proteger estas zonas del impacto humano, como la minería en aguas profundas o la pesca industrial.
Christine Huffard, del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterey, subraya el valor de estas misiones. “Nos ofrecen una mirada irrepetible a especies que han sobrevivido millones de años en condiciones extremas. Protegerlas es proteger la historia evolutiva de la vida”.
Un nuevo capítulo para la ciencia
Bolstad confesó estar impaciente por observar un calamar colosal adulto nadando libre en su hábitat. Sin embargo, valora enormemente que el primer avistamiento confirmado haya sido el de un ejemplar juvenil.
“Es hermoso que nuestro primer encuentro con esta criatura no haya sido con el leviatán temible de los cuentos, sino con una delicada fase temprana que parece una joya flotante”, expresó.
Mientras tanto, el buque Falkor (too) seguirá navegando por el Atlántico Sur, con planes de regresar a la Antártida en 2028. Cada misión es una oportunidad para revelar otro fragmento de la historia oculta de los océanos.
El misterio que aún nada en las profundidades
El océano sigue guardando secretos que, incluso con la tecnología más avanzada, apenas comenzamos a develar. El calamar colosal, esa criatura mítica de los abismos, ha comenzado a mostrarse. Pero su historia, sus hábitos, su vida adulta, siguen siendo un enigma.
Este avistamiento es apenas una página en un libro que la humanidad apenas empieza a hojear. La ciencia continuará explorando, y tal vez, en los años por venir, podamos ver por primera vez, con nuestros propios ojos, al coloso completo de las profundidades.