Las matemáticas, para muchos, son una asignatura temida, una disciplina fría y abstracta que despierta rechazos y frustraciones. Sin embargo, Alessandro Maccarrone, físico y divulgador científico, se ha propuesto desmitificar esta idea a través de su libro El infinito placer de las matemáticas. En esta obra, Maccarrone argumenta que las matemáticas no son solo herramientas para resolver problemas prácticos, sino también una forma de conocimiento fundamental para comprender el mundo, tomar decisiones críticas y desarrollar un pensamiento profundo.
El físico nacido en Barcelona en 1980 y de raíces italianas relata que su pasión por las matemáticas proviene de un tío, quien le inculcó tanto el amor por los números como el deseo de compartir y explicar estos conocimientos. “Por mucho rechazo que puedan suscitar, las matemáticas no solo son necesarias para resolver situaciones prácticas, sino también para procesar la información que recibimos diariamente y para tomar decisiones con sentido crítico”, explica Maccarrone en una entrevista.
Con su libro, ilustrado con las cuidadas imágenes de Luis Paadín, Maccarrone busca romper el estigma de que las matemáticas son difíciles e inaccesibles. A lo largo de 17 capítulos, el autor presenta de forma gráfica y entretenida conceptos básicos que abarcan desde los números primos hasta la teoría de la relatividad. Su propósito es claro: demostrar que cualquier persona puede encontrar placer en las matemáticas cuando se enseñan de manera adecuada.
El estigma de ser «de letras»
Uno de los temas recurrentes en el discurso de Maccarrone es el estigma social que rodea a las matemáticas. Para él, resulta incomprensible que las personas se avergüencen por una falta de ortografía o por desconocer ciertos datos culturales, pero al mismo tiempo confiesen sin reparo su desconocimiento matemático con frases como «Yo es que soy de letras». Esta postura, que trivializa la incultura matemática, refleja una visión distorsionada y limitada de lo que las matemáticas realmente son.
En palabras del autor, reducir las matemáticas a la mera resolución de algoritmos y cálculos complejos es tan absurdo como reducir la literatura a escribir manuales de instrucciones. Este enfoque limitado, asegura, es el que ha promovido una enseñanza mecánica y poco creativa de las matemáticas. En su libro, Maccarrone propone una visión más humanística, en la que los números no solo sirven para resolver problemas prácticos, sino que también ayudan a formar una cosmovisión más rica y reflexiva.
Las matemáticas como herramienta de ciudadanía crítica
Más allá de sus aplicaciones prácticas, Maccarrone sostiene que las matemáticas son esenciales para ejercer una ciudadanía crítica en el mundo contemporáneo. La capacidad de interpretar estadísticas y analizar proporciones es fundamental para entender fenómenos sociales y económicos. «Cada vez que vemos la estadística de que el 1% más rico de la población mundial posee el 40% de las riquezas, estamos utilizando un concepto matemático, el de proporcionalidad, para emitir un juicio ético», señala Maccarrone. En este sentido, las matemáticas son una herramienta para cuestionar la realidad y valorar críticamente la información que nos rodea.
El autor subraya la importancia de tener un conocimiento matemático básico para tomar decisiones informadas, desde la administración de finanzas personales hasta la interpretación de gráficas en medios de comunicación. Para él, una sociedad bien informada es aquella que no se limita a recibir datos, sino que los cuestiona, los analiza y les da sentido.
Rompiendo el miedo hacia las matemáticas en las escuelas
Una de las principales críticas de Maccarrone es hacia el sistema educativo tradicional, que en su opinión ha reducido las matemáticas a una serie de operaciones repetitivas y ha penalizado los errores en lugar de usarlos como herramientas de aprendizaje. Según él, esta perspectiva es la que genera miedo y rechazo en muchos estudiantes. “El placer de las matemáticas es mucho más sencillo y accesible para todo el mundo que las fórmulas y algoritmos complicados”, asegura.
Para Maccarrone, la enseñanza de las matemáticas debería enfocarse en la comprensión y la indagación. Propone que los estudiantes exploren problemas desde diferentes perspectivas, analicen sus errores y comprendan la lógica detrás de los conceptos. Solo así, asegura, las matemáticas pueden pasar de ser una obligación a ser una fuente de placer intelectual.
La belleza oculta de las matemáticas
Uno de los aspectos más apasionantes de la visión de Maccarrone es su idea de que las matemáticas poseen una belleza intrínseca. Comparte ejemplos concretos como la famosa ecuación E = mc², que, en tres letras y dos símbolos, resume tanto el origen de la vida en la Tierra como la devastadora energía de una bomba atómica. Para Maccarrone, esta capacidad de condensar conceptos profundos en fórmulas simples es una de las cualidades más inspiradoras de las matemáticas.
Además, el autor subraya la conexión entre las matemáticas y otras disciplinas artísticas y humanísticas, como el arte, la literatura y la música. Menciona los mosaicos de la Alhambra de Granada, cuyo diseño se basa en patrones matemáticos, o el uso de la secuencia de Fibonacci en composiciones musicales. Al entender los patrones y regularidades que subyacen en estos ejemplos, el conocimiento matemático permite apreciar el mundo de una manera más rica y compleja.
La incultura matemática: un problema social
Maccarrone observa que la incultura matemática está tan normalizada que a menudo se considera aceptable. Para él, esta falta de conocimiento es problemática porque refleja una visión sesgada y limitada de las matemáticas como una disciplina rígida y deshumanizada. “Nos reivindicamos como humanos rechazando lo robótico de las matemáticas, cuando, en mi opinión, no hay nada más humano que la capacidad de razonar”, argumenta.
Según el autor, las matemáticas son un ejercicio de libertad intelectual, una forma de razonar sin restricciones que nos permite explorar ideas abstractas y conceptos fundamentales. Al entender que las matemáticas no son frías ni carentes de emoción, sino una expresión de nuestra humanidad, Maccarrone invita a los lectores a superar el miedo y el rechazo que a menudo las rodean.
¿Por qué aprender matemáticas? El placer como motivación
Al final, Maccarrone sostiene que la mejor razón para aprender matemáticas no es su utilidad práctica, sino el placer intelectual que ofrecen. Para él, el verdadero encanto de las matemáticas reside en la belleza de los razonamientos y en la satisfacción de comprender algo complejo de manera simple. «El poder entender algo complicado de una manera muy sencilla esconde también mucha belleza», afirma.
Así como apreciamos una obra de arte por su armonía o un poema por su profundidad, el conocimiento matemático nos permite ver la belleza en patrones y relaciones que de otro modo pasarían desapercibidos. En este sentido, Maccarrone anima a los lectores a explorar las matemáticas con curiosidad, como quien explora una obra de arte o un paisaje desconocido.
El infinito placer de las matemáticas es una invitación a reconsiderar nuestra relación con los números y a descubrir la riqueza que nos ofrecen. Alessandro Maccarrone defiende que las matemáticas no solo son herramientas útiles, sino también una forma de ver el mundo con otros ojos. A través de su libro, muestra que cualquiera puede experimentar el placer de las matemáticas cuando se les da la oportunidad de comprender su verdadera esencia. Para Maccarrone, las matemáticas son una expresión de nuestra humanidad y, al final, una fuente inagotable de placer y conocimiento.