El cambio climático continúa siendo una de las mayores amenazas globales para la biodiversidad, y las islas, con su flora única y rica en especies endémicas, son particularmente vulnerables. Un reciente estudio publicado en la revista Nature, liderado por la Universidad Macquarie de Sidney y realizado por un equipo internacional de científicos de Australia, Estados Unidos, Alemania, Grecia, Japón, España, y en particular, la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de La Laguna en Tenerife, ha revelado el inmenso tesoro botánico que albergan las islas y cómo el cambio climático podría tener efectos devastadores sobre su biodiversidad.
Las islas: guardianas de la biodiversidad global
Aunque las islas representan solo el 5% de la superficie terrestre emergida, albergan el 31% de las especies de plantas del mundo. El estudio analizó más de 304,103 especies de plantas vasculares conocidas por la ciencia, de las cuales 94,052 son nativas de islas, y 63,280 de estas son endémicas, lo que significa que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo. Esta cifra representa el 21% de la diversidad vegetal global.
Este trabajo es la primera evaluación exhaustiva de las plantas vasculares nativas y endémicas de las islas marinas a nivel mundial. Los resultados subrayan la importancia de las islas como centros de biodiversidad y, al mismo tiempo, ponen de manifiesto la fragilidad de estas especies, que han evolucionado en aislamiento, desarrollando adaptaciones únicas a sus ecosistemas insulares.
Impacto del cambio climático en las islas bajas
El estudio también destaca la amenaza que representa el cambio climático para la flora insular, especialmente en las islas bajas. El aumento del nivel del mar y la creciente frecuencia de eventos climáticos extremos, como tormentas e inundaciones, son factores que podrían llevar a la extinción a muchas especies endémicas. Estas especies, al haber evolucionado en condiciones aisladas, son extremadamente vulnerables a los cambios ambientales y a la competencia con especies introducidas.
Este riesgo es particularmente grave en islas tropicales con una topografía baja y una flora altamente especializada. El cambio climático, además de alterar los patrones climáticos locales, está modificando los ecosistemas y reduciendo las áreas habitables para muchas plantas endémicas.
Puntos calientes de diversidad vegetal en islas
El estudio identificó varios «puntos calientes» de endemismo vegetal, áreas con un alto número de especies que no se encuentran en ninguna otra parte. Entre las principales islas con una gran diversidad vegetal destacan Madagascar, que alberga 9,318 especies de plantas endémicas, Nueva Guinea (8,793 especies), Borneo (5,765 especies), Cuba (2,679 especies) y Nueva Caledonia (2,493 especies).
Estas islas, con su topografía compleja y su larga historia de aislamiento, han sido cuna de una evolución vegetal única. En Hawái, por ejemplo, se han identificado 126 especies de lobelias que trazan su linaje hasta un solo evento de colonización. En las Islas Canarias, el grupo de plantas conocido como bejeques (familia Crassulaceae) ha evolucionado hasta dar lugar a una cincuentena de especies, algunas de las cuales han colonizado otras islas del archipiélago macaronésico e incluso el continente africano.
Amenazas adicionales: especies invasoras y pérdida de hábitat
Además del cambio climático, las especies invasoras representan una grave amenaza para la flora insular. Muchas plantas endémicas de las islas, al haber evolucionado sin competencia directa, no están preparadas para enfrentarse a las especies introducidas por los humanos. Estas especies invasoras, como las plantas exóticas o los herbívoros no nativos, pueden desplazar a las plantas autóctonas, alterando los ecosistemas insulares de forma irreversible.
Otro factor crítico es la pérdida de hábitat, especialmente en islas con una alta presión demográfica. La expansión de la agricultura, el turismo y el desarrollo urbano han reducido considerablemente las áreas naturales, dejando a muchas especies endémicas en peligro de extinción.
Ciencia ciudadana y esfuerzos de conservación
Una de las grandes ventajas del estudio es que se basa en gran medida en datos procedentes de la ciencia ciudadana y repositorios globales. Estos esfuerzos colaborativos han permitido compilar una lista estandarizada de todas las plantas vasculares conocidas que habitan en islas, documentando su distribución geográfica y estado de conservación.
A pesar de los avances logrados, los científicos subrayan que aún quedan muchas áreas por explorar, especialmente en zonas de alta biodiversidad que siguen siendo poco conocidas. «Curiosamente, las zonas más diversas y probablemente más amenazadas son aún las más desconocidas», destacó Francisco J. Cabezas, investigador del Departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución de la Universidad Complutense de Madrid.
El equipo de investigación ha identificado la necesidad urgente de implementar estrategias de conservación específicas para las plantas endémicas de las islas. Una de las propuestas es la creación de «poblaciones de rescate» en jardines botánicos, donde las especies más amenazadas puedan ser protegidas y estudiadas en un entorno controlado.
La importancia de la colaboración internacional
El estudio liderado por la Universidad Macquarie de Sidney es un ejemplo de cómo la colaboración internacional puede generar resultados científicos relevantes. Investigadores de todo el mundo, incluidos países como Estados Unidos, Alemania, Grecia, Japón y España, han unido fuerzas para comprender mejor la distribución de la flora insular y los riesgos a los que se enfrenta.
Además de los datos florísticos proporcionados por la Universidad Complutense sobre Guinea Ecuatorial y las islas del Golfo de Guinea, este trabajo ha permitido mejorar nuestra comprensión sobre cómo los ecosistemas insulares han evolucionado y qué medidas se pueden tomar para su protección a largo plazo.
Un futuro incierto para la flora insular
El futuro de la biodiversidad insular depende en gran medida de las acciones que se tomen en los próximos años. La combinación de amenazas como el cambio climático, las especies invasoras y la pérdida de hábitat exige una respuesta inmediata y coordinada a nivel global.
Los esfuerzos de conservación deben centrarse en proteger los ecosistemas más vulnerables y en asegurar que las especies endémicas de las islas no desaparezcan. Esto no solo es crucial para preservar la diversidad biológica del planeta, sino también para mantener el equilibrio de los ecosistemas que dependen de estas especies únicas.
En definitiva, las islas son un tesoro de biodiversidad que debemos proteger con urgencia, ya que, como revela este estudio, son el hogar de una flora invaluable que podría perderse para siempre si no actuamos a tiempo.