La disolución del Sodalicio de Vida Cristiana, una influyente organización religiosa peruana, marcó un punto de inflexión en la lucha contra los abusos en la Iglesia Católica. Este proceso, culminado por el Papa Francisco en 2025, contó con la participación clave de Robert Prevost, hoy Papa León XIV. Este artículo explora el rol de León XIV en este caso emblemático, su apoyo a las víctimas y las implicaciones de su labor en la justicia eclesiástica.
¿Qué Fue el Sodalicio de Vida Cristiana?
El Sodalicio de Vida Cristiana (SVC) fue fundado en 1971 por Luis Fernando Figari, un laico peruano, con el objetivo de contrarrestar la Teología de la Liberación en América Latina. Reconocido oficialmente por el Papa Juan Pablo II en 1997, el grupo creció hasta contar con más de 20,000 miembros en 25 países. Su ideología ultraconservadora y sus vínculos con élites políticas y económicas lo convirtieron en una entidad poderosa en Perú.
Sin embargo, detrás de su fachada de espiritualidad, el Sodalicio escondía un sistema de abusos sistemáticos. Las denuncias, que comenzaron en 2000, revelaron prácticas de manipulación, abusos físicos, psicológicos y sexuales, perpetrados principalmente por Figari y otros líderes.
Los Primeros Ecos de un Escándalo
En el año 2000, José Enrique Escardó, un exsodálite, publicó columnas en la revista peruana Gente, denunciando abusos psicológicos y físicos sufridos durante su tiempo en el Sodalicio. Relató experiencias degradantes, como ser obligado a dormir en una escalera o comer alimentos humillantes. Estas primeras acusaciones, aunque impactantes, no generaron una respuesta inmediata de la Iglesia.
En 2011, varias víctimas intentaron presentar sus casos ante el arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, pero no obtuvieron resultados. La falta de acción inicial permitió que el Sodalicio continuara operando con impunidad, protegido por su influencia económica y política.
El Punto de Quiebre: Mitad Monjes, Mitad Soldados
El escándalo cobró fuerza en 2015 con la publicación del libro Mitad Monjes, Mitad Soldados, escrito por los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz. Esta obra recopiló testimonios de 30 exmiembros que denunciaban abusos físicos, sexuales y psicológicos. El libro expuso un sistema de sumisión total, donde la obediencia absoluta era la norma, y Figari ejercía un control autoritario sobre los jóvenes.
La publicación provocó una conmoción en Perú, sacudiendo los cimientos del mundo católico. Las víctimas, como Óscar Osterling, relataron a BBC Mundo que durante años sus denuncias fueron ignoradas. La presión pública y mediática obligó al Vaticano a intervenir.
El Rol de Robert Prevost en la Crisis
Robert Prevost, ahora Papa León XIV, ingresó al escenario como obispo de Chiclayo en 2014. Su papel fue crucial en la gestión de la crisis del Sodalicio, especialmente por su cercanía con las víctimas y su disposición a enfrentar el poder de la organización.
Apoyo Silencioso a las Víctimas
Como vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana y presidente de la comisión para víctimas de abusos, Prevost se convirtió en un aliado clave. Según la periodista Paola Ugaz, Prevost ayudó a decenas de sobrevivientes de manera discreta, actuando como un puente entre ellos y las autoridades eclesiásticas. En 2019, organizó una reunión con víctimas y miembros de la Conferencia Episcopal, aunque esta no tuvo el impacto esperado.
A pesar de los obstáculos, Prevost continuó apoyando a las víctimas individualmente, ofreciendo acompañamiento espiritual y económico. Su empatía y compromiso fueron destacados por sobrevivientes como José Enrique Escardó, quien lo describió como alguien comprometido con la justicia.
La Destitución de José Antonio Eguren
Uno de los momentos clave de la intervención de Prevost fue la destitución de José Antonio Eguren, arzobispo de Piura y Tumbes, en 2024. Eguren, un miembro influyente del Sodalicio, fue señalado por encubrir abusos y perpetuar el poder de la organización. La decisión, firmada por Prevost como prefecto del Dicasterio para los Obispos, marcó un golpe significativo contra el Sodalicio.
Esta acción desató una campaña de desprestigio contra Prevost, orquestada por sectores ligados al Sodalicio. Acusaciones de encubrimiento surgieron, pero tanto Ugaz como Escardó las desmintieron, afirmando que eran intentos de desacreditar su labor.
La Investigación Vaticana y la Disolución
En 2023, el Papa Francisco ordenó una investigación exhaustiva sobre el Sodalicio, liderada por el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, y el sacerdote español Jordi Bertomeu. Esta misión confirmó las denuncias de abusos sistemáticos, incluyendo pederastia, manipulación espiritual y manejos financieros cuestionables.
En septiembre de 2024, Francisco expulsó a 10 miembros de la cúpula del Sodalicio, incluyendo a Eguren, por la gravedad de los abusos. Finalmente, en enero de 2025, el Papa decretó la disolución total del Sodalicio, una medida poco común en la historia de la Iglesia. La decisión se formalizó el 14 de abril de 2025, días antes de la muerte de Francisco.
El Papel de Prevost en la Decisión Final
Como prefecto del Dicasterio para los Obispos, Prevost jugó un rol determinante en la implementación de las sanciones y la disolución. Su trabajo detrás de escena incluyó coordinar con Scicluna y Bertomeu, y garantizar que las víctimas fueran escuchadas. Según Ugaz, Prevost fue una figura clave para que el Vaticano tomara medidas drásticas, rompiendo con la resistencia de sectores conservadores dentro de la Iglesia peruana.
Acusaciones Contra León XIV: ¿Una Campaña de Desprestigio?
Tras su elección como Papa León XIV, Prevost enfrentó acusaciones de encubrimiento en casos de abuso, tanto en Chiclayo como en Chicago, donde fue superior provincial de la Orden Agustina. Organizaciones como SNAP señalaron que no investigó adecuadamente denuncias en Chiclayo. Sin embargo, estas acusaciones fueron calificadas como infundadas por Ugaz, Escardó y fuentes vaticanas, quienes las atribuyen a una campaña orquestada por el Sodalicio para desacreditarlo.
En el caso de Chiclayo, las denuncias de tres hermanas fueron investigadas, pero no prosperaron por falta de pruebas o negativa de las víctimas a participar en el proceso. Prevost, lejos de encubrir, animó a las víctimas a presentar denuncias civiles y gestionó el caso en el Vaticano.
El Legado del Sodalicio y las Lecciones Aprendidas
La disolución del Sodalicio no solo marcó el fin de una organización poderosa, sino también un precedente en la lucha contra los abusos en la Iglesia. El Sodalicio, con un imperio empresarial valuado en 1,000 millones de dólares, operó durante décadas bajo una fachada de espiritualidad. Sus prácticas sectarias y su influencia en círculos políticos dificultaron la justicia en Perú.
El caso también destacó el papel del periodismo investigativo. El libro de Salinas y Ugaz, junto con su perseverancia frente a amenazas y persecuciones, fue clave para visibilizar las víctimas. Su trabajo demostró que la verdad puede prevalecer, incluso contra estructuras de poder arraigadas.
León XIV: Un Pontificado de Continuidad
El pontificado de León XIV se perfila como una continuación de las reformas de Francisco en la lucha contra los abusos. Su experiencia en el caso Sodalicio lo posiciona como un líder comprometido con la transparencia y la justicia. Sobrevivientes como Escardó expresan esperanza en que León XIV mantenga una postura firme contra los abusadores y promueva la reparación para las víctimas.
Además, su cercanía con Perú, donde vivió por décadas y obtuvo la nacionalidad, refuerza su conexión con las problemáticas de la región. Su elección ha sido celebrada por fieles peruanos, quienes ven en él un símbolo de renovación eclesiástica.
Un Futuro de Justicia y Reparación
La disolución del Sodalicio no cierra las heridas de las víctimas, pero representa un paso hacia la justicia. El Vaticano, bajo la guía de Francisco y con el apoyo de Prevost, reconoció al menos 83 víctimas, 15 de ellas menores, y estableció mecanismos de reparación. Sin embargo, muchos sobrevivientes aún buscan justicia en el sistema legal peruano, donde Figari permanece impune.
El caso Sodalicio es un recordatorio de la importancia de escuchar a las víctimas y de la necesidad de reformas estructurales en la Iglesia. La labor de León XIV, tanto en el pasado como en su nuevo rol, será clave para consolidar estos avances.
