El cambio climático es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Sin embargo, en los últimos meses, un nuevo obstáculo ha surgido en Estados Unidos: la eliminación masiva de datos científicos relacionados con el clima y el medio ambiente de los sitios web del gobierno. Bajo la administración de Donald Trump, iniciada el 25 de enero de 2025, se han intensificado los esfuerzos por borrar información crítica que ha sido recolectada durante décadas.
Una amenaza a décadas de investigación climática
Desde el inicio de la segunda administración de Trump, los sitios web de agencias federales han sido objeto de una purga sistemática de datos relacionados con el cambio climático. Según reportes, cientos de terabytes de información, que incluyen registros históricos de temperatura, emisiones de gases de efecto invernadero y patrones climáticos extremos, han desaparecido de plataformas gubernamentales. Estas bases de datos, esenciales para comprender el cambio climático y sus impactos, están siendo eliminadas bajo el pretexto de reducir «desperdicio» e «ineficiencias» en el gobierno.
La eliminación de datos no es un fenómeno nuevo. Durante el primer mandato de Trump, entre 2017 y 2021, ya se observaron intentos similares, aunque de menor escala. Sin embargo, la velocidad y el alcance de las acciones actuales han sorprendido incluso a los científicos más preparados. «Nadie esperaba que fuera tan rápido», señala Cathy Richards, especialista en datos y miembro del Open Environmental Data Project (OEDP), una organización sin fines de lucro dedicada a preservar datos ambientales.
El impacto en la ciencia climática
Los datos climáticos son el pilar de la investigación sobre el cambio climático. Registros como los de la estación de monitoreo de dióxido de carbono (CO2) en Mauna Loa, Hawái, que datan de 1958, han sido fundamentales para rastrear el aumento de gases de efecto invernadero. En 2024, esta estación registró el mayor salto anual en concentraciones de CO2 desde que comenzaron los registros. La posible cancelación del arrendamiento de la oficina de apoyo de esta estación, según un informe gubernamental de marzo de 2025, ha generado alarma entre los científicos.
«La ciencia climática depende de conjuntos de datos a largo plazo», explica Lilian Dove, investigadora de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) en la Universidad de Brown. Sin estos datos, los científicos no pueden predecir tendencias climáticas, evaluar riesgos de desastres naturales ni desarrollar estrategias de mitigación. La pérdida de esta información pone en peligro no solo la investigación actual, sino también la capacidad de las generaciones futuras para enfrentar el cambio climático.
La carrera por salvar datos
Ante esta amenaza, científicos y organizaciones de todo el mundo han iniciado una carrera contrarreloj para descargar y archivar datos antes de que desaparezcan. El Public Environmental Data Project (PEDP), fundado en 2024, es una de las iniciativas líderes en este esfuerzo. Cathy Richards y sus colegas trabajan incansablemente, a menudo recibiendo alertas a altas horas de la noche sobre datos en riesgo. «A veces recibes un mensaje a las 11 de la noche diciendo: ‘Esto se elimina mañana’. No hay tiempo para planificar, solo descargas», cuenta Richards.
Organizaciones como el Internet Archive, Safeguarding Research and Culture y el Data Rescue Project también se han unido a la causa. Estas iniciativas no solo buscan preservar datos climáticos, sino también información de salud pública y biomedicina, afectada por órdenes ejecutivas que restringen la publicación de datos sobre género y diversidad. Por ejemplo, investigadores que trabajan con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) están archivando datos críticos antes de que sean eliminados.
Los datos en peligro: más que números
Los conjuntos de datos en riesgo no son solo números en una base de datos; representan años, incluso décadas, de trabajo de científicos dedicados. Algunos mensajes recibidos por el PEDP son descritos como «desgarradores». Investigadores contactan a estas organizaciones desesperados por salvar el trabajo de toda su carrera. «Es como ver desaparecer el legado de alguien», dice Richards.
Entre los datos archivados recientemente se encuentran información sobre riesgos de inundaciones, emisiones de gases de efecto invernadero, producción energética y justicia ambiental. Además, algunos investigadores han recreado herramientas para predecir riesgos de desastres climáticos, como huracanes e incendios forestales, que se han vuelto más frecuentes debido al cambio climático. En California, por ejemplo, los incendios de 2025 han devastado miles de hectáreas y cobrado al menos 30 vidas, lo que resalta la importancia de estas herramientas.
Una respuesta global
La eliminación de datos no es solo un problema de Estados Unidos; tiene implicaciones globales. Científicos de todo el mundo dependen de los datos de agencias como la NOAA y la NASA para sus investigaciones. Por ejemplo, los datos satelitales de la NASA son cruciales para monitorear el clima global, mientras que los registros de la NOAA sobre monitoreo oceánico, programados para eliminarse en mayo de 2025, son esenciales para entender los cambios en los ecosistemas marinos.
En respuesta, redes internacionales de científicos y activistas están colaborando para preservar esta información. Algunos datos se están almacenando en servidores fuera de Estados Unidos, mientras que otros se guardan en copias offline como medida de precaución. «Estamos haciendo múltiples copias, en línea y fuera de línea, para asegurarnos de que sobrevivan», explica Lilian Dove.
Lecciones del pasado
No es la primera vez que los científicos enfrentan esta amenaza. Durante el primer mandato de Trump, en 2017, voluntarios descargaron grandes cantidades de datos climáticos, temiendo su eliminación. Aunque en ese momento se logró preservar la mayoría de la información, la situación actual es más grave. «Esta vez es diferente», señala Gretchen Gehrke, científica ambiental y fundadora de la Environmental Data and Governance Initiative. La escala de las eliminaciones y la rapidez con la que se están llevando a cabo han superado las expectativas.
En 2018, un estudio encontró que las referencias al cambio climático fueron sistemáticamente eliminadas o minimizadas en sitios web federales. Aunque algunos sitios, como climate.gov y CLEANet.org, lograron sobrevivir, la mayoría no tuvo la misma suerte. La experiencia de esos años ha servido como base para las estrategias actuales de archivo, pero los recursos son limitados y el tiempo es escaso.
Las consecuencias de la inacción
La eliminación de datos no solo afecta a los científicos, sino también a las comunidades que dependen de esta información para prepararse ante desastres climáticos. Por ejemplo, la NOAA dejó de actualizar su base de datos pública de desastres meteorológicos, una fuente clave para analizar tendencias y planificar políticas públicas. Esta decisión, reportada en mayo de 2025, ha sido calificada como «gravísima» por expertos, ya que limita la capacidad de los gobiernos locales para mitigar los impactos del cambio climático.
Además, la pérdida de datos dificulta la elaboración de políticas basadas en evidencia. Sin información confiable, los gobiernos y las organizaciones no pueden tomar decisiones informadas sobre cómo reducir emisiones, proteger ecosistemas o prepararse para eventos climáticos extremos. Esto es especialmente preocupante en un momento en que el cambio climático está intensificando fenómenos como huracanes, sequías e incendios forestales.
El papel de la política en la crisis
La postura de la administración Trump hacia el cambio climático ha sido controvertida desde el principio. En 2018, Trump expresó públicamente su escepticismo sobre el cambio climático, calificándolo de «bulo» y desestimando informes científicos que advertían sobre sus impactos económicos. Esta postura se ha traducido en políticas que priorizan la desregulación y la expansión de la industria de combustibles fósiles, lo que algunos expertos vinculan al aumento de la influencia de las grandes empresas de petróleo y gas.
En el Reino Unido, Pippa Heylings, portavoz de los Liberal Demócratas, ha señalado que el retroceso en las políticas climáticas está siendo impulsado por intereses de la industria energética, «alentados por Donald Trump». Este cambio político no solo se observa en Estados Unidos, sino que está influenciando debates globales sobre la acción climática.
Un llamado a la acción
A pesar de los desafíos, la comunidad científica no se rinde. Organizaciones como el PEDP y el OEDP están buscando formas de hacer que los datos archivados sean accesibles para investigadores y el público. Algunos científicos están desarrollando plataformas alternativas para compartir información, mientras que otros están abogando por políticas que protejan los datos públicos.
La sociedad también tiene un papel que desempeñar. Apoyar a las organizaciones que trabajan para preservar datos, difundir información sobre el cambio climático y exigir transparencia a los gobiernos son pasos clave para contrarrestar esta crisis. Como señala Lilian Dove, «sin datos, no podemos entender el problema ni encontrar soluciones. Es un problema de todos, no solo de los científicos».
El futuro de los datos climáticos
La carrera por salvar los datos climáticos es más que una lucha técnica; es una batalla por el conocimiento y la verdad en un momento crítico para el planeta. La eliminación de información científica no solo amenaza la investigación, sino también la capacidad de la humanidad para enfrentar el cambio climático. Sin embargo, la resiliencia de los científicos y las redes globales que están surgiendo ofrecen esperanza.
A medida que los datos continúan desapareciendo, la urgencia de actuar crece. La colaboración internacional, el archivo de datos y el compromiso público serán esenciales para preservar el legado científico y garantizar que las generaciones futuras tengan las herramientas necesarias para proteger nuestro planeta. La pregunta ahora es: ¿podremos salvar el conocimiento antes de que sea demasiado tarde?