El mundo de la música despide a una de sus grandes leyendas. Roberta Flack, la cantante estadounidense conocida por su inigualable voz y su capacidad de transmitir emociones a través de la música, falleció este lunes a los 88 años. Su representante confirmó la noticia y destacó que «muró en paz rodeada de su familia. Roberta rompió fronteras y récords. También era una orgullosa educadora».
La artista había sido diagnosticada con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) en 2022, una enfermedad que la mantuvo alejada de los escenarios durante sus últimos años. Sin embargo, su legado musical y su impacto en la industria continúan vigentes, recordando a una artista que marcó un antes y un después en la música soul y R&B.
Una carrera de éxito y reconocimientos
A lo largo de casi cinco décadas de trayectoria, Roberta Flack fue una pionera en la industria musical. Fue la primera cantante en ganar el premio Grammy a la Grabación del Año en dos ocasiones consecutivas. En 1973, se llevó el galardón con The First Time Ever I Saw Your Face, y al año siguiente repitió la hazaña con Killing Me Softly with His Song.
En 2020, un año después de sufrir un derrame cerebral que la alejó de los escenarios, los Grammy le otorgaron el premio a su trayectoria, reconociendo su enorme influencia y aportación a la música. «Es un honor tremendo y abrumador», declaró en ese momento. «He intentado toda mi carrera contar historias a través de mi música. Este premio es una validación para mí de que mis compañeros escucharon mis pensamientos y acogieron lo que he intentado ofrecer», agregó.
El impacto de Killing Me Softly with His Song
Uno de los temas más icónicos de Roberta Flack fue Killing Me Softly with His Song, una composición de Charles Fox y Norman Gimbel. Desde su lanzamiento en 1973, la canción alcanzó el número uno en las listas de éxitos en Estados Unidos y se convirtió en un fenómeno global.
Flack descubrió la canción en 1971 mientras viajaba en avión. «La canción me golpeó. Inmediatamente saqué un papel, hice pentagramas y repasé la canción al menos ocho o diez veces, anotando la melodía que escuchaba», relató. En cuanto aterrizó, contactó a Quincy Jones y en pocos días ya tenía la canción lista para grabar.
A pesar de la presión de sus productores por lanzar rápidamente el tema, Flack insistió en perfeccionar la armonía y las voces hasta lograr el resultado deseado. «Mi formación clásica me permitió probar varias cosas. Cambié partes de la estructura de acordes y decidí terminar con un acorde mayor», explicó. Su versión se convirtió en un clásico y fue reinterpretada por varios artistas, incluyendo a los Fugees en 1996.
Un legado que trasciende la música
Nacida en Carolina del Norte y criada en Arlington, Virginia, Roberta Flack se formó inicialmente como pianista clásica antes de incursionar en el canto. Su talento fue descubierto por el músico Les McCann en un club de jazz, quien describió su voz como una experiencia que «tocaba, golpeaba, atrapaba y pateaba todas las emociones que he conocido».
Su primer gran éxito llegó cuando su interpretación de The First Time Ever I Saw Your Face, una canción de Ewan MacColl, fue utilizada en una escena de amor en la película Play Misty for Me (1971), dirigida por Clint Eastwood. Esto catapultó su carrera y le permitió ganar su primer Grammy.
Con Feel Like Makin’ Love en 1974, Flack alcanzó nuevamente la cima de las listas de éxitos. Sin embargo, en los años siguientes, redujo su actividad en los escenarios para enfocarse en la composición y en proyectos benéficos.
A lo largo de su carrera, trabajó con grandes nombres de la industria, como Donny Hathaway y Miles Davis. En 2012, lanzó un álbum de versiones de The Beatles, demostrando su versatilidad y su pasión por la música.
Una artista inolvidable
Roberta Flack deja un legado imborrable en la historia de la música. Su inconfundible voz y su capacidad para emocionar a través de sus interpretaciones la convierten en una de las artistas más importantes del siglo XX. Su influencia sigue vigente, y su música continuará inspirando a futuras generaciones.
Su partida marca el fin de una era, pero su arte y su mensaje seguirán vivos en cada acorde, en cada línea melódica y en cada corazón que alguna vez se emocionó con su música.