De la alquimia a la física cuántica: científicos del CERN logran transformar plomo en oro en un hito histórico en 2025

Un experimento histórico del CERN logró lo que la alquimia solo soñaba: convertir plomo en oro usando colisiones de partículas. Aunque no es económicamente viable, el avance marca un hito en la física nuclear, ayudando a entender cómo se forman los elementos pesados en el universo. Ciencia y simbolismo se unen como nunca antes.

Un sueño milenario hecho realidad en el laboratorio

Durante siglos, los alquimistas buscaron obsesivamente una sustancia mística: la piedra filosofal, que supuestamente podía transmutar metales vulgares como el plomo en oro puro. Lo que por generaciones fue considerado mito o magia, finalmente ha sido alcanzado, no mediante hechicería, sino gracias a la ciencia más avanzada del planeta. En mayo de 2025, el experimento ALICE, parte del Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN, logró lo impensable: convertir núcleos de plomo en átomos de oro.

Este logro, anunciado por el equipo de investigadores del CERN en un comunicado oficial, no solo representa un hito simbólico en la historia de la física nuclear, sino que abre nuevas puertas a la comprensión de la materia, la formación de elementos y el potencial uso de colisiones de alta energía para crear materiales valiosos o raros.

¿Qué es ALICE y cómo se logró esta transmutación?

ALICE (A Large Ion Collider Experiment) es uno de los detectores principales del LHC, diseñado para estudiar las propiedades de la materia en condiciones extremas. Su objetivo principal es recrear el estado del universo momentos después del Big Bang, colisionando núcleos pesados —como los del plomo— a velocidades cercanas a la de la luz.

En uno de los recientes experimentos, los científicos bombardearon núcleos de plomo entre sí con una energía total de más de 1.000 teraelectronvoltios (TeV). El choque fue tan intenso que rompió los núcleos atómicos en partículas subatómicas como quarks y gluones, creando un estado llamado plasma de quarks-gluones, uno de los más calientes y densos jamás observados.

Durante ese proceso, se observaron condiciones específicas en las que algunos núcleos atómicos se reconfiguraron brevemente en configuraciones compatibles con isótopos del oro, concretamente del oro-197. Si bien estas partículas duraron apenas una fracción de segundo antes de desintegrarse, su existencia fue confirmada por varios detectores, y los datos fueron validados por múltiples equipos internacionales.

Comparación entre el interior de un acelerador de partículas y una muestra de oro natural, destacando el experimento de transmutación atómica.

¿Significa esto que ahora se puede fabricar oro a voluntad?

La respuesta es: sí, pero no de manera práctica o rentable. Aunque el proceso fue exitoso desde el punto de vista físico, la cantidad de energía requerida, así como el costo operacional, hacen que esta transmutación sea inviable para la producción comercial de oro.

Según estimaciones de los propios investigadores del CERN, producir un solo átomo de oro en estas condiciones cuesta varios millones de dólares. La energía involucrada es equivalente a la que consume una ciudad pequeña en un día. Además, los átomos de oro generados existen solo por instantes antes de descomponerse, debido a su inestabilidad.

Aun así, la importancia del experimento no radica en su valor económico, sino en su significado científico y simbólico. Por primera vez en la historia moderna, se logró aquello que obsesionó a los alquimistas medievales: convertir un elemento base en uno noble.

De la alquimia a la ciencia: un salto de siglos

La alquimia fue una disciplina que combinó protoquímica, filosofía y espiritualidad, floreciendo especialmente en la Edad Media. Uno de sus fines más ambiciosos era lograr la transmutación de metales mediante la piedra filosofal. Aunque la alquimia fue desplazada por la ciencia moderna, sus símbolos y conceptos dejaron huella en el pensamiento humano.

Este experimento del CERN resucita ese viejo sueño, pero bajo los principios de la física nuclear y la mecánica cuántica. En lugar de calderos y fórmulas esotéricas, se usaron imanes superconductores, cámaras de detección y aceleradores de partículas de 27 kilómetros de circunferencia.

Las implicancias para la física y la cosmología

Más allá de la fascinación por el oro, el experimento tiene enormes implicancias científicas. La formación de elementos pesados en el universo es uno de los misterios más estudiados en astrofísica. Se sabe que el oro, el platino y otros elementos pesados no se originaron en el Big Bang, sino probablemente en colisiones de estrellas de neutrones o supernovas.

Recrear en laboratorio un proceso similar al que ocurre en el corazón de estos eventos cósmicos permite a los científicos comprender cómo se sintetizan los elementos pesados, y mejorar los modelos que explican la evolución del universo.

Además, este experimento también contribuye al desarrollo de nuevas tecnologías nucleares y a la creación de isótopos exóticos que podrían ser útiles en medicina, energía o investigación básica.

¿Estamos ante una nueva era de transmutación?

Aunque no veremos fábricas produciendo oro con aceleradores de partículas en el corto plazo, este logro abre la puerta a una nueva generación de experimentos sobre la manipulación de núcleos atómicos. En el futuro, es posible que se desarrollen formas más eficientes de alterar estructuras nucleares para producir materiales valiosos, incluyendo isótopos terapéuticos o materiales de alta resistencia.

Este tipo de investigación también podría inspirar avances en campos como la fusión nuclear, que sigue siendo una promesa energética clave para el futuro sostenible de la humanidad.

La reacción de la comunidad científica y el público

La noticia fue recibida con asombro y entusiasmo tanto en la comunidad académica como en medios de comunicación. Las redes sociales se llenaron de referencias a la piedra filosofal, Harry Potter y la alquimia, pero también de debates sobre el potencial real de esta tecnología.

El físico teórico Michio Kaku comentó en una entrevista:

«Este es uno de esos momentos en los que la ciencia se encuentra con la historia. Lo que parecía magia, ahora es física avanzada. No es solo un experimento exitoso, es una metáfora de hasta dónde hemos llegado como especie pensante.»

La importancia simbólica: oro como metáfora del conocimiento

Más allá de su valor físico, el oro ha simbolizado siempre la perfección, la pureza y el conocimiento supremo. Que sea la ciencia la que finalmente logre la transmutación representa un triunfo del pensamiento racional, de la observación sistemática y del método científico.

Este logro también recuerda que, aunque algunos sueños parecen imposibles, la curiosidad y la búsqueda del saber pueden romper las barreras de lo imaginable. En cierto modo, el CERN no solo fabricó oro, sino que también fabricó historia.

Conclusión: el oro no era el fin, sino el camino

La transmutación de plomo en oro lograda por ALICE no cambiará el mercado de metales preciosos, ni generará fortunas instantáneas. Pero sí cambia nuestra comprensión del universo. Nos recuerda que la ciencia moderna es capaz de cumplir los sueños más antiguos de la humanidad, no por magia, sino por comprensión profunda de la naturaleza.

Hoy, la piedra filosofal tiene nombre: se llama física cuántica, aceleradores de partículas, colaboración internacional y pasión por descubrir.

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