Cuando pensamos en Frankenstein, solemos imaginar a una criatura grotesca, con tornillos en el cuello y movimientos torpes, que vaga por castillos oscuros en películas clásicas de terror. Pero lo cierto es que la novela Frankenstein o el moderno Prometeo, escrita por Mary Shelley en 1818, es mucho más que eso. Esta obra gótica, filosófica y adelantada a su tiempo, ha sido estudiada, interpretada y adaptada cientos de veces, pero guarda secretos que aún hoy sorprenden.
Descubrirás 10 curiosidades sobre Frankenstein que probablemente no conocías. Desde su insólito origen hasta las controversias que la rodean, este recorrido por la historia de la novela te revelará aspectos insospechados. Prepárate para redescubrir el clásico que no solo dio vida a un monstruo ficticio, sino que también transformó la literatura de ciencia ficción para siempre.
Más allá de ser un relato de horror, Frankenstein es una profunda reflexión sobre la naturaleza humana, la ambición científica y la ética. Su impacto ha trascendido generaciones, moldeando la cultura popular y el debate filosófico hasta nuestros días. Acompáñanos a explorar estos fascinantes datos que hacen de esta novela un clásico eterno.
1. Frankenstein no es el nombre del monstruo, sino de su creador
Uno de los errores más comunes en la cultura popular es llamar “Frankenstein” a la criatura. En realidad, Victor Frankenstein es el científico suizo que desafía a la naturaleza y da vida a un ser construido con restos humanos. El monstruo como tal, en la novela, no tiene nombre; Mary Shelley se refiere a él como «la criatura», «el demonio», «el engendro», o incluso «el miserable».
Esta confusión tiene profundas implicaciones, pues el nombre “Frankenstein” se ha convertido en sinónimo de monstruo, borrando la complejidad del personaje y su sufrimiento. La criatura en la novela es un ser lleno de emociones, conciencia y deseos de pertenecer, lo que la diferencia claramente de un simple monstruo sin alma.
El hecho de que el nombre del creador se atribuya erróneamente a su creación también refleja una metáfora de la responsabilidad: Victor Frankenstein es quien verdaderamente carga con la culpa por las consecuencias de su experimento, mientras que la criatura es víctima de la sociedad y de su propio abandono.
2. Mary Shelley tenía solo 18 años cuando comenzó a escribir Frankenstein
Una de las curiosidades más inspiradoras sobre Frankenstein es que fue concebido por una adolescente. Mary Shelley tenía apenas 18 años cuando ideó la historia durante un verano en 1816, y la publicó por primera vez dos años después, en 1818, con tan solo 20.
Este dato destaca no solo su talento precoz, sino también su valentía para abordar temas complejos y controvertidos en una época donde la voz femenina estaba muy limitada. Su obra fue recibida con cierto escepticismo inicial, pero con el tiempo se ha reconocido como una de las grandes contribuciones literarias del siglo XIX.
Mary Shelley no solo escribió una novela, sino que fundó un género y un tipo de narrativa que cuestiona la relación entre el ser humano y la ciencia. Su juventud y contexto familiar —hija de pensadores radicales como Mary Wollstonecraft y William Godwin— influyeron en su perspectiva crítica y visionaria.
3. La novela nació de un concurso de historias de terror
En 1816, Mary Shelley pasó el verano en Villa Diodati, a orillas del lago Lemán (Suiza), acompañada por su futuro esposo, el poeta Percy Bysshe Shelley, Lord Byron y John Polidori. Debido a una erupción volcánica en Indonesia (el Monte Tambora), el clima europeo fue anormalmente frío y lluvioso. Encerrados, los jóvenes se entretuvieron con lecturas y desafíos literarios.
Fue entonces cuando Lord Byron propuso que cada uno escribiera una historia de terror, una idea que se ha convertido en leyenda literaria. Mary Shelley, inicialmente bloqueada, tuvo una pesadilla que luego se convirtió en el germen de su novela.
Este contexto de aislamiento, creatividad y competencia amistosa dio lugar a una de las obras más originales y duraderas de la literatura occidental, además de impulsar la creación de relatos clave en el género gótico y fantástico.
4. El subtítulo «El moderno Prometeo» tiene un profundo significado mitológico
El título completo de la novela es Frankenstein o el moderno Prometeo. Este subtítulo no fue elegido al azar: hace referencia al mito griego de Prometeo, el titán que robó el fuego de los dioses para entregárselo a los hombres y fue castigado eternamente por ello.
Al igual que Prometeo, Victor Frankenstein desafía la autoridad divina y la naturaleza al crear vida artificial, un acto que se puede interpretar como una transgresión moral y científica. Esta comparación añade una capa de simbolismo que enriquece la lectura y posiciona la novela dentro de un debate ético universal.
Además, el mito de Prometeo sugiere que el conocimiento y el progreso tienen un costo, a menudo acompañado de sufrimiento y castigo, algo que Mary Shelley ilustró magistralmente a través del destino trágico del creador y su creación.
5. La primera edición fue anónima y muchos creyeron que Percy Shelley era el autor
La edición original de 1818 fue publicada sin el nombre de Mary Shelley en la portada. Solo decía que había sido escrita por «el autor de El destino del hombre» (una obra de su esposo, Percy).
Esta omisión responde a las costumbres sociales de la época, donde era poco habitual que una mujer publicara una novela tan ambiciosa, y refleja además la compleja dinámica entre Mary y Percy, quien apoyó la publicación pero también hizo correcciones significativas en el texto.
El reconocimiento de Mary Shelley como autora definitiva fue lento, y en muchos círculos su marido fue considerado el verdadero artífice, lo que subraya los obstáculos que enfrentaron las mujeres escritoras en el siglo XIX y la importancia de reivindicar su legado.
6. La criatura es elocuente y culta en la novela original
A diferencia de la representación cinematográfica del monstruo como torpe y balbuceante, en la novela la criatura es inteligente, sensible y autodidacta. Aprende a hablar leyendo libros como El paraíso perdido de Milton, Las vidas paralelas de Plutarco y Las penas del joven Werther de Goethe.
Este nivel de cultura y reflexión convierte a la criatura en un personaje trágico y complejo, que lucha con la soledad, la injusticia y su identidad. Sus monólogos interiores revelan una profundidad emocional que invita a la empatía y cuestiona qué significa ser humano.
Esta representación literaria es una crítica a los prejuicios y al rechazo social, pues la criatura no es malvada por naturaleza, sino que se transforma en un ser violento por el desprecio y la exclusión que sufre.
7. Es una crítica temprana a la deshumanización de la ciencia
Frankenstein no solo es una historia de terror; también es una reflexión filosófica sobre la ética en la ciencia y la responsabilidad del creador. En un contexto de avances científicos rápidos, Shelley anticipó debates que hoy siguen vigentes.
La novela plantea que la búsqueda del conocimiento no debe estar separada de la responsabilidad ética y social, y que el abandono de las creaciones científicas puede conducir a consecuencias catastróficas. Victor Frankenstein representa la figura del científico obsesionado que pierde de vista el impacto humano de sus actos.
Por lo tanto, Frankenstein puede considerarse una advertencia sobre los peligros de la ciencia sin conciencia, un tema que sigue vigente con los avances en biotecnología, inteligencia artificial y genética.
8. La obra ha sido adaptada más de 100 veces al cine y la televisión
Frankenstein es una de las novelas más adaptadas de la historia. La primera película basada en la obra fue realizada en 1910 por Thomas Edison. Sin embargo, la versión más influyente fue la de 1931, dirigida por James Whale y protagonizada por Boris Karloff.
Desde entonces, la criatura y su creador han protagonizado cientos de producciones en todo el mundo, que van desde el terror clásico hasta la comedia y la ciencia ficción futurista. Cada adaptación reinterpreta el mito a su manera, demostrando la versatilidad y permanencia del tema.
Estas versiones han ayudado a mantener viva la novela en la conciencia popular, pero también han distorsionado algunos elementos originales, como el nombre de la criatura y su carácter, lo que da pie a un interesante diálogo entre texto y cultura visual.
9. Fue escrita en plena era de descubrimientos científicos y galvanismo
Durante el siglo XIX, el galvanismo —el uso de electricidad para provocar contracciones musculares en cadáveres— estaba en auge. Experimentos reales como los de Luigi Galvani y Giovanni Aldini despertaron el interés público sobre la posibilidad de revivir muertos con electricidad.
Mary Shelley incorporó estas ideas de manera indirecta, creando una atmósfera creíble para su historia y conectando la novela con el progreso científico de la época. Este contexto histórico es clave para entender cómo la novela fue un reflejo de los temores y esperanzas frente a la ciencia.
Además, el galvanismo simboliza la delgada línea entre la vida y la muerte, un tema central en Frankenstein, que explora cómo la humanidad puede manipular ese límite y las consecuencias que esto conlleva.
10. La novela sigue generando debates éticos y literarios en pleno siglo XXI
Más de 200 años después de su publicación, Frankenstein sigue siendo objeto de estudio en universidades, seminarios de bioética y debates científicos. El personaje de Victor Frankenstein se ha convertido en símbolo del científico moderno que juega a ser Dios.
En la actualidad, su historia se utiliza para analizar cuestiones actuales como la manipulación genética, la inteligencia artificial y el transhumanismo. La novela sigue invitando a reflexionar sobre los límites éticos de la ciencia y la responsabilidad humana.
La vigencia de Frankenstein también se extiende a la literatura y la cultura, donde es reinterpretada desde distintas perspectivas críticas, demostrando que su mensaje es universal y atemporal.