La Nueva España, durante tres siglos el principal virreinato americano de la Corona, vio cómo su extenso territorio —más de 7 millones km²— se disolvía en al menos seis naciones tras la independencia de México y Centroamérica en 1821. Hoy, las fronteras actuales surgen de aquel proceso convulso, marcado por pugnas de élites criollas, geografías complejas y experimentos políticos fallidos.
El Virreinato de Nueva España: extensión y organización
Reinos, provincias y capitanías
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Reinos centrales: México, Nueva Galicia.
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Provincias internas norteñas: Nueva Extremadura, Nuevo León, Nueva Vizcaya, Las Californias, etc.
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Capitanías generales: Yucatán (en el este peninsular) y Guatemala (incluía Chiapas, Guatemala, San Salvador, Comayagua y Costa Rica).
Poder central y autonomía local
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Ciudad de México: sede virreinal, control de justicia, impuestos y teología.
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Audiencias: Guatemala y Guadalajara funcionaban como segundas capitales, con autonomía militar y administrativa.
La crisis de la monarquía y el despertar independentista
La invasión napoleónica y la debilidad española
La ocupación de España por Napoleón (1808) vació de autoridad al rey Fernando VII, abriendo la puerta a criollos que reclamaban autogobierno.
Movimientos criollos y caudillismos regionales
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Virreyes con mando limitado.
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Jefes militares locales sin consulta a la Corona.
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Surgimiento de «juntas» que replicaban en América la política española.
El «Grito de Dolores» y la guerra en el centro de la Nueva España
Miguel Hidalgo y la insurrección popular
El cura Hidalgo lanza el 16 de septiembre de 1810 un llamado a las armas; estallido marcado por ejércitos improvisados.
Fragmentación militar y pérdida de control virreinal
Las victorias insurgentes y las derrotas realistas minaron la autoridad virreinal; las provincias septentrionales quedaron prácticamente fuera de control.
La independencia pacífica en Centroamérica
Audiencia y Capitanía General de Guatemala
Con sede en Ciudad de Guatemala, ejercía control sobre seis provincias, con fuerte identidad local y escasa vinculación económica con México.
Acta de independencia del 15 de septiembre de 1821
Sin guerra abierta, una asamblea declaró la autonomía de Centroamérica, en reacción al colapso virreinal en México.
Los Tratados de Córdoba y la creación del Imperio Mexicano
Negociaciones con el virrey Juan O’Donojú
El último virrey, O’Donojú, firma el 24 de agosto de 1821 la capitulación de la Nueva España, creando un Imperio que heredó buena parte de sus rutas comerciales.
Alcance y limitaciones del nuevo imperio
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Reconoce la independencia de México.
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Diseña 24 provincias: de Alta California a Chiapas.
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Busca mantener vínculos con España, pero carece de cohesión real.
Chiapas, Yucatán y Texas: efímeras independencias
Chiapas se suma al Imperio Mexicano
Primero en Centroamérica en abrazar al imperio; posteriormente, se integró definitivamente a México en 1824.
Yucatán: La República de Yucatán (1841–1848)
Autonomía separada por tensiones fiscales, reinstalada tras amenaza militar y negociaciones que restablecieron la unión.
El caso de Texas y la pérdida de Nuevo México y Alta California
Migración masiva anglosajona y políticas mexicanas llevaron a la independencia texana (1836) y a la cesión de territorios tras la guerra con EE. UU. (1848).
La desintegración del Imperio Mexicano
Agustín de Iturbide y el fin abrupto del emperador
Coronado en 1822, su régimen sufrió conspiraciones; en 1823 abdica y en 1824 México adopta una república federal.
Transición a la República Federal
Las provincias mexicanas retoman gobiernos propios, establecen estados federales y promulgan la Constitución de 1824.
La República Federal de Centroamérica y su colapso
Estructura política y desafíos demográficos
Cinco estados bajo un gobierno central en Guatemala: poco comercio interprovincial y desequilibrios poblacionales.
Conflictos internos y disolución en 1838–1841
Guerras civiles por impuestos y poder regional, que desembocan en la separación definitiva de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
Factores determinantes de la fragmentación
Distancias y topografía
Cordilleras, selvas y costas impidieron la vertebración política.
Heterogeneidad étnica y económica
Culturas mayas, mestizajes criollos y economías agrícolas diversas; difícil forjar una identidad común.
El peso de las élites y los caudillos
Gobernadores, obispos y militares regionales preferían autonomía: impulsaron independencias locales.
Legado histórico y conmemoraciones bicentenarias
En 2021, México y cinco repúblicas centroamericanas celebraron 200 años de independencia con eventos que recordaron tanto la unidad inicial como la posterior fragmentación.
Conclusiones: de virreinato a naciones soberanas
La Nueva España —cúmulo de reinos, provincias y capitanías— sucumbió a su propia extensión, la debilidad de la Corona, ambiciones locales y geografías hostiles. El virreinato no estaba hecho para la cohesión ni la autogestión democrática, y tras 1821 surgieron seis naciones plenas, cada una con su camino político: México y las repúblicas centroamericanas.
La fragmentación que hoy valoramos como diversidad política fue, en gran medida, el resultado inevitable de un imperio demasiado vasto para los cauces políticos de su tiempo.