El 12 de abril de 2023, el barco estadounidense JOIDES Resolution zarpó desde Ponta Delgada, en el archipiélago portugués de las Azores, con una misión científica de gran envergadura. La meta era explorar una región submarina desconocida en el Atlántico Norte, a solo 800 metros de la Ciudad Perdida, un área submarina extraña donde las fumarolas hidrotermales han dado origen a imponentes torres de carbonato. Durante esta expedición, los geólogos a bordo lograron perforar el fondo oceánico y obtener una muestra de roca del manto terrestre de 1.268 metros de longitud, la más grande jamás recuperada, lo que representa un hito histórico en la exploración geológica.
Un Descubrimiento Histórico
Coltat y su equipo no solo tenían en mente explorar el fondo marino, sino que aspiraban a algo mucho más ambicioso: alcanzar el manto terrestre, una capa de la Tierra que rara vez ha sido tocada por la humanidad. La recompensa llegó cuando las máquinas del barco comenzaron a extraer rocas del manto, formando una columna de 1,268 metros, la muestra más grande jamás obtenida de esta capa profunda. «Este descubrimiento es una ventana al desarrollo de la vida en la Tierra», afirma Coltat, destacando la importancia de lo encontrado.
El equipo científico estuvo liderado por el geólogo holandés Johan Lissenberg, de la Universidad de Cardiff en el Reino Unido. Según Lissenberg, una de las hipótesis sobre el origen de la vida en la Tierra sugiere que esta pudo depender de reacciones entre el agua de mar y rocas como las que recuperaron. Estas reacciones transforman el mineral olivino, predominante en la capa superior del manto terrestre, en rocas de serpentina, en un proceso conocido como serpentinización. «Este proceso libera hidrógeno y, posteriormente, compuestos como el metano, que crean las condiciones en las que la vida microbiana puede prosperar», explica Lissenberg.
Región submarina desconocida
La Ciudad Perdida, ubicada en el macizo de Atlantis, es una montaña submarina ligeramente más alta que el Monte Teide en Tenerife. Las condiciones en esta zona son extremas: temperaturas superiores a los 90ºC y agua muy alcalina, con torres de carbonato que alcanzan hasta 60 metros de altura. El manto terrestre se encuentra a una profundidad que normalmente es inalcanzable con las técnicas actuales, generalmente a más de diez kilómetros bajo la corteza terrestre. Sin embargo, en el macizo de Atlantis, gracias a la separación de dos placas tectónicas, el manto está al alcance de los investigadores.
El agujero histórico donde se llevó a cabo la perforación ha sido designado como U1601C. Lissenberg cree que la columna de roca de 1,268 metros, junto con muestras de fluidos de las fuentes hidrotermales, es «la mejor ventana» para estudiar este hipotético origen de la vida en la Tierra. Los microbiólogos del equipo están determinando la cantidad y el tipo de microbios presentes en las rocas recuperadas, así como la profundidad a la que se encontraron. «Podemos combinar los hallazgos microbiológicos con los de la serpentinización para entender los factores que controlan la vida microbiana en rocas procedentes del manto», añade Lissenberg.
Una Hazaña Científica Sin Precedentes
Rémi Coltat pasó dos meses a bordo del JOIDES Resolution, un barco de investigación de 143 metros de largo, capaz de perforar a profundidades de más de cinco millas. El barco es como un pequeño pueblo flotante, con más de un centenar de habitantes, entre científicos, marineros, cocineros y otros miembros de la tripulación. «La perforación se realiza las 24 horas del día. Trabajábamos en turnos de 12 horas. Cuando terminábamos, íbamos a dormir y retomábamos la tarea al día siguiente. Fue muy emocionante cuando algo nuevo aparecía», recuerda Coltat, quien hace unos días dejó Granada para unirse al Instituto de Ciencias de la Tierra en Orleans, Francia.
Coltat, de 30 años, también recuerda que el récord anterior se estableció con una perforación de apenas 200 metros en rocas del manto durante una expedición liderada hace tres décadas por la geóloga francesa Mathilde Cannat. «El año pasado, los científicos a bordo del JOIDES Resolution nunca soñaron con llegar tan lejos. Fue increíble cuando vimos que podíamos perforar tan bien», rememora Coltat.
Implicaciones Científicas y Futuras Investigaciones
El geólogo Juan Manuel García Ruiz, del Centro Internacional de Física de Donostia en España, ha recibido recientemente 10 millones de euros de la Unión Europea para investigar el papel de la sílice, un mineral compuesto de silicio y oxígeno, en la aparición de los seres vivos. Según García Ruiz, lo más notable del nuevo estudio no son las posibles pistas sobre el origen de la vida, sino que ayudará a determinar el origen del metano en estos entornos: si proviene de bacterias o de reacciones de serpentinización.
El investigador alemán Manuel Dominik Menzel, del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, destaca que entender la parte superior del manto terrestre es esencial para comprender procesos como el magmatismo y la formación de los continentes. Menzel estudia cómo el manto reacciona de forma natural con el agua y el dióxido de carbono (CO₂). Cuando interactúan, se forman minerales y el CO₂ queda fijado, un fenómeno que en el futuro podría servir para capturar el gas de la atmósfera y mantenerlo bajo tierra.
Menzel aplaude el nuevo trabajo, en el cual no estuvo involucrado. «Es un gran logro realizar una investigación tan profunda. Estoy muy sorprendido de que hayan encontrado tanta serpentinización, es decir, el porcentaje de agua que penetra en las rocas del manto», comenta. El geólogo alemán señala que en las fuentes hidrotermales hay energía y diferentes compuestos químicos, así como rocas del manto y rocas magmáticas de la corteza terrestre, los llamados gabros, que tienen una composición química distinta. «Cuando se mezclan, hay más potencial para crear condiciones muy diversas que pueden dar lugar a la vida», concluye.
Un Vistazo al Futuro
La expedición liderada por Lissenberg y su equipo es un hito en la exploración geológica y abre nuevas puertas para entender los procesos que han dado forma a la Tierra y la vida en ella. Con las muestras obtenidas, los científicos esperan desentrañar los secretos más profundos del manto terrestre y sus implicaciones en la historia de nuestro planeta.
La aventura en la Ciudad Perdida no solo ha sido un triunfo científico, sino también un recordatorio de cuánto queda por descubrir bajo nuestros pies. Con cada perforación, se abre un nuevo capítulo en el libro de la Tierra, esperando ser leído y comprendido por las generaciones futuras.