“SS Nantes 1888: Cómo buzos resolvieron el misterio de un naufragio terrible tras 140 años”

En pleno otoño de 1888, el SS Nantes chocó con un velero alemán y se perdió en la niebla y el mar. Casi 140 años después, buzos liderados por Dom Robinson hallaron vajilla con el sello Cunard y confirmaron la identidad del pecio. Esta crónica examina la tragedia y el hallazgo arqueológico.

Plymouth, Inglaterra. Fácil imaginar la niebla cerrada sobre el canal de la Mancha en noviembre de 1888: un silencio de acero y sal que sólo rompían el crujido de la vela de un bergantín alemán o el silbido del vapor de un transatlántico de Cunard. En pleno atardecer grisáceo, el SS Nantes y el velero Theodor Ruger colisionaron.

Nadie pudo evitar el desastre marítimo que se cobró 23 vidas. Durante casi 140 años, aquel barullo trágico quedó enterrado bajo las olas, hasta que, en 2024, la pericia de buzos locales devolvió la memoria al fondo marino. Este reportaje reconstruye paso a paso la historia, el hallazgo y las implicaciones de un descubrimiento que resuelve uno de los misterios navales más enigmáticos de la era victoriana.


Contexto histórico: la Cunard Steamship Company y la Mar del Norte

A finales del siglo XIX, la Cunard Steamship Company era sinónimo de lujo, velocidad y fiabilidad en travesías trasatlánticas. Fundada en 1840 por Samuel Cunard, se convirtió en la primera línea regular de transporte de pasajeros y correo entre Europa y América. Sus barcos de vapor, equipados con innovaciones técnicas, surcaban con puntualidad la ruta Liverpool–Nueva York, estableciendo récords de cruce.

Sin embargo, su flota no se limitaba al Atlántico. También operaba conexiones regionales en el canal de la Mancha y la costa suroeste de Inglaterra, atendiendo rutas de pasajeros, correo y mercancías. El SS Nantes, botado en 1883, era uno de esos buques de vapor de mediano porte: no tan majestuoso como los transatlánticos, pero clave para el transporte entre puertos británicos y europeos.

La Mar del Norte y el Canal siempre representaron un desafío para los marinos: corrientes impredecibles, bancos de arena y frecuentes neblinas. En la era anterior al radar y a la navegación satelital, los capitanes dependían del sextante, la carta náutica y la experiencia. Un error de cálculo podía resultar en colisión o encallamiento.


El SS Nantes y el Theodor Ruger: protagonistas de la tragedia

  • SS Nantes: buque de vapor de 2 300 toneladas, carga mixta y pasajeros, matrícula británica, capitán John E. Winslow.

  • Theodor Ruger: velero alemán de 700 toneladas, cargado de mercancías desde Bremerhaven con destino a Dartmouth, capitán Heinrich Müller.

Ambas embarcaciones convergieron en un punto habitual de tráfico marítimo: rutas costeras con poco calado y visibilidad reducida en otoño. Cuando las luces de navegación podían confundirse, un error de viraje selló el destino de uno de ellos.


El fatal día de noviembre de 1888

Según los registros de la época, la colisión ocurrió pasadas las 17:00 h del 12 de noviembre. Una niebla espesa limitaba la visibilidad a menos de 50 m. Al acercarse, el SS Nantes embistió de costado al Theodor Ruger. El timonel del vapor informó a la Oficina del Almirantazgo que “sentimos un crujido tremendo y la música del vapor fue abruptamente silenciada”.

La tripulación del Nantes intentó maniobrar para evitar el velero, sin éxito. El golpe abrió un boquete de casi 3 m de longitud en el casco, por encima de la línea de flotación.


Primeros rescates, víctimas y supervivientes

Pese a la gravedad de la herida en el casco, el SS Nantes mantuvo la flotabilidad unas horas. Los tripulantes improvisaron un parche con colchones, lonas y maderas, intentando taponar la vía de agua. Las luces del barco encendieron bengalas y sirenas para pedir auxilio; varios vapores cercanos acudieron al señal de socorro.

Balance humano:

  • 23 muertos (principalmente mozos de carga y algunos marineros exonfaqueados)

  • 3 supervivientes rescatados por el HMS Plover

  • Cuerpos arrastrados por corrientes a Talland Bay y Looe, Cornualles; habitantes recuperaron restos de madera y cajas del barco.

“Los lugareños se encontraron con la imagen de horror en la costa; no habían visto tal tragedia desde el naufragio del SS Pacific en 1856”, relató el profesor Harry Bennett (Univ. Plymouth).


El olvido de un pecio: siglos bajo las aguas

Con el hundimiento del SS Nantes, muchos supusieron que su emplazamiento se perdería en la memoria del mar. En la era pre-satélite, sin coordenadas precisas ni llamadas de radio, el pecio quedó marcado sólo por historias orales y una referencia imprecisa en cartas de navegación.

A lo largo del siglo XX, pescadores encontraron esporádicamente tablones quemados, cajas de munición y herramientas corroídas, pero nunca se constituyó una búsqueda formal. El mar, implacable, cubrió el perfil del naufragio con arena y algas.


Cómo empezó la investigación: la pista de la Oficina Hidrográfica

En 2022, la Oficina Hidrográfica del Reino Unido publicó por primera vez un catálogo actualizado de objetos hundidos en la costa de Devon y Cornualles, basado en sonares modernos. Entre los restos sin identificar, destacaba una estructura de casco y una hilera de conductos de carbón dispuestos simétricamente: se parecía a un barco de vapor.

Fue entonces cuando el explorador submarino Dom Robinson, con base en Plymouth, decidió rastrear el lugar. Su fuente fue la misma Hidrográfica y la curiosidad por los naufragios victorianos.


Dom Robinson, el buzo que halló la “aguja en un pajar”

Dom Robinson atesora 35 años de inmersiones en aguas británicas. Tras recibir el aviso, organizó inmersiones sistemáticas en un radio de 500 m alrededor de las coordenadas. Su tenacidad dio fruto en una inmersión de abril de 2024: en el fondo, detectó un fragmento de porcelana blanca con filo dorado, incrustada en barro.

“Eché un segundo vistazo a través del visor: aquel trozo de plato tenía un escudo en relieve. Decidí llevarlo a la superficie”, explicó Robinson.

De ese hallazgo derivó la confirmación: la vajilla llevaba el sello de Cunard Steamship Company, prueba tangible de que el pecio era, sin lugar a dudas, un barco de Cunard.


El hallazgo de la vajilla: prueba de la identidad

La pieza de vajilla —resto de servicio de primera clase del SS Nantes— presentó el logotipo de Cunard y el año de fabricación (1885). Posteriormente, Robinson recuperó otra taza con el mismo distintivo, reforzando la hipótesis.

Con estas evidencias, el equipo registró la posición exacta mediante GPS submarino y tomó cientos de fotografías de la estructura del casco, la maquinaria de calderas y la disposición de la carga.


Metodología arqueológica subacuática

Identificar un naufragio implica varias fases:

  1. Prospección inicial con sonar multihaz

  2. Muestreo puntual de artefactos (vajilla, botones de uniforme, mecánica)

  3. Fotogrametría y modelado 3D para reconstruir la geometría del pecio

  4. Comparación con planos originales y registros de astilleros

  5. Análisis in situ de restos de carbón, tuberías y restos orgánicos

  6. Validación documental contra crónicas históricas (registros de colisiones, planes de buques)

“El trabajo fue metódico y dedicado”, elogió Harry Bennett.


Confirmación con los expertos: Harry Bennett y la historia marítima

El profesor asociado honorario de historia de la Universidad de Plymouth, Harry Bennett, revisó las imágenes y los artefactos. Pudo cotejar el grosor del casco, la disposición de las calderas y la forma del puente de mando con los archivos del astillero R. Napier & Sons, donde se había construido el SS Nantes en 1883.

“Más allá de toda duda razonable, se trata del SS Nantes. El sello de Cunard en la vajilla fue la clave definitiva”, concluyó Bennett.


El lugar del naufragio: geografía y condiciones

El pecio yace a unos 2 km de la costa de Talland Bay, sumergido entre 20 y 25 m de profundidad. Corrientes moderadas y bancos de arena han mantenido gran parte de la estructura intacta, cubriendo secciones con sedimentos. El entorno alberga praderas de alga kelp y vida marina, que han recubierto parcialmente el casco con ostra y mejillón.


La lamentable estadística: cifras de la catástrofe

  • 23 fallecidos: marineros y mozos de carga

  • 3 supervivientes: rescatados por el HMS Plover

  • 2 300 t: desplazamiento del SS Nantes

  • Hora de hundimiento: entre 19:00–21:00 h del 12/11/1888

  • 140 años: tiempo transcurrido hasta su identificación


Cómo era navegar por el Canal de la Mancha en el siglo XIX

La ausencia de faros automáticos, radar y GPS convertía el Canal en un laberinto traicionero. Los oficiales se guiaban por cartas náuticas, compás de paleta y sextante. En niebla, solo quedaba moderar la velocidad y usar sirenas para evitar colisiones.


Los procedimientos de seguridad de la época y sus deficiencias

  • Parches con lona y colchones: improvisación ante la vía de agua

  • Bengalas de fuego: único medio de comunicación de emergencia

  • Relevos de guardia: marineros encendían lámparas de aceite en el puente

  • Limitada formación en respuesta a hundimientos masivos

Estos protocolos resultaron insuficientes para un boquete tan extenso.


Tecnología naval en 1888: vapor versus vela

El SS Nantes combinaba vapor en ruedas de paletas y velamen auxiliar. Esa configuración lo hacía más maniobrable que un barco a vela puro, pero también más vulnerable a fallos de caldera o roturas de ejes motrices. El Theodor Ruger, sin motor, dependía del viento, con mayor riesgo de perder maniobra ante una embestida.


Impacto local: Talland Bay, Looe y la memoria de un pueblo

Las comunidades costeras presenciaron el horror: cuerpos y escombros arrastrados por la marea. Algunas familias de Cornualles guardan crónicas orales en las que sus antepasados recuperaron cadáveres y los sepultaron con ceremonia. Aquellos relatos sobrevivieron en periódicos locales hasta desencadenar la investigación actual.


La Cunard Steamship Company y su legado de innovación y tragedias

A lo largo de su historia, Cunard ha experimentado éxitos y naufragios:

  • RMS Lusitania (1915): hundida por un submarino alemán, 1 198 muertos

  • RMS Titanic (1912): catástrofe icónica tras chocar con un iceberg

  • SS Nantes (1888): cobró 23 vidas en costas inglesas
    Estas tragedias forjaron regulaciones de seguridad marítima y dotaron a Cunard de un papel crucial en la historia de la navegación.


La arqueología marítima hoy: técnicas y retos

La última generación de sonar multihaz, ROVs (vehículos operados a distancia) y drones submarinos ha revolucionado la identificación de pecios. Sin embargo, los retos persisten:

  1. Distorsión de sedimentos por corrientes

  2. Corrosión galvánica en presencia de agua salada

  3. Protección legal de yacimientos históricos

  4. Colaboración entre buzos civiles y académicos


El valor de rescatar historias olvidadas

Rescatar el SS Nantes no es solo un logro técnico, sino un acto de memoria colectiva. Dom Robinson subraya que “al resolver misterios y contar esas historias me aseguro de que esas personas no sean olvidadas”. Cada pieza de vajilla, cada tablón corroído, devuelve voces y rostros al pasado.


Lecciones para la navegación contemporánea

  • Redundancia de sistemas: múltiples comunicaciones de emergencia

  • Inspecciones regulares de casco y mantenimiento

  • Mapas actualizados con pecios y rutas seguras

  • Formación avanzada en respuesta a colisiones

El caso del SS Nantes refuerza la necesidad de monitorizar fondos marinos en zonas de alto tráfico.


Conclusión: honrar la memoria de las víctimas

A 140 años del desastre, el ecosistema marino cobija los restos del SS Nantes, símbolo de una era en que el progreso industrial cohabitaba con la tragedia. Gracias al tenaz trabajo de Dom Robinson y al rigor de historiadores como Harry Bennett, la historia recupera un episodio de sacrificio y coraje.

La identificación del pecio cierra un capítulo pendiente y abre otro: cómo documentamos y aprendemos de los desastres marinos. Ante la vorágine del cambio climático y el aumento del tráfico global, que esta tragedia terrible sirva de estela para reforzar la seguridad y la memoria.

Comparte este artículo
Salir de la versión móvil